Martino inculcó una idea futbolística que el grupo jamás abandonó. El esfuerzo, la paciencia, la valentía, el estilo y la jerarquía, son los componentes que conformaron el ADN de este equipo.
Se terminó. Aunque valió la pena. Es el final de un ciclo brillante, exitoso, soñado por los hinchas y promisorio. Terminó la función. Pero el show debe continuar.
Con Gerardo Martino se va un conductor, el director de la orquesta; un hombre de palabra que vino al club por una causa noble: sacar al club de una situación incómoda, aún a riesgo de comprometer su romance con la gente, y terminó tocando el cielo con las manos. Fue campeón jugando un fútbol lírico que el Planeta Fútbol reconoció, mientras los hinchas aplaudieron de pie, pese a la dolorosa derrota ante Atlético Mineiro.
Por reiterativo que parezca, no es en vano recordar el derrotero que a este Newell’s lo trajo hasta esta instancia final arrancó hace año y medio atrás, con un plantel golpeado y los números en rojo, y terminó siendo un gran protagonista en todos los frentes, al punto de ser campeón del torneo Final.
Un dato que engrandece aún más es ver que lo hizo con muchos jugadores hinchas del club, que tuvieron una gran sentido de pertenencia, al igual que el entrenador. Todo potenciado en una clara idea futbolística que jamás abandonó. El esfuerzo, la paciencia, la valentía, el estilo y la jerarquía, son los componentes que conforman el ADN de este equipo.
El hincha no para de agradecerle a los jugadores y cuerpo técnico, cuando aún quedan vestigios de dolor por la eliminación del objetivo más anhelado que representa para todos los rojinegros la Libertadores.
Una vez más queda en evidencia que los penales parecen ser una lotería. Que ese billete ganador que sirvió para eludir a Boca, en el Coloso, no valió para esta serie. Porque si bien el rival de turno dejó dos veces la posibilidad de pasar al frente, esta vez no pudieron sacar provecho para acceder al último escalón: la final del torneo más importante del continente a nivel clubes.
Pero, ¿de qué sirve detenerse en ese instante tan radical en el que se transforma la carrera previa a la ejecución desde el punto penal y su inmediato destino? ¿Tiene asidero caer sobre el bajo rendimiento de algún jugador o discutir cómo debe patear en ese momento, después de los imponderables que tuvo el desarrollo del juego? Sería tan fácil como innecesario a esta altura.
Entonces sí, podría decirse que el sueño de este plantel está cumplido. Que muchos jugadores se dieron el gusto de volver y dar la vuelta con el club de sus amores. Que quien fue el que más veces vistió la camiseta rojinegra (jugó 505 partidos) y fue campeón como jugador en tres oportunidades (88/89, 90/91 y 92), ahora se dio el gusto de hacerlo como director técnico. Cumplió con su palabra y no es poco.
Este semestre tomará cada vez más valor a medida que pase el tiempo para los hinchas rojinegros. El próximo 22 de julio comienza el ciclo de Alfredo "el loco" Berti, hombre de la casa, serio, trabajador, exigente. Será el turno de revalidar o, al menos, seguir con esa idea romántica de defenderse con la pelota en los pies que tantos beneficios le dejó a Newell\'s en todas las canchas en la era Martino. Representará un desafío para no permitir que el logro reciente se pierda en el túnel del tiempo y contribuya para seguir haciendo cada vez más grande la historia que comenzó allá a lo lejos, por el 1900, con Los Viejos Muchachos de Isaac Newell\'s.
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