lunes, 18 de junio de 2012

PERGOLINI: "LA TELE ME CHUPA UN H..."

Desde los flamantes estudios de Vorterix equipados con la última tecnología, y a la espera de más “chiches” que todavía no pasaron por la Aduana, Mario Pergolini contó que la radio apuesta a la música principalmente, que no le preocupan por ahora los números, y que la tele lo tiene sin cuidado.

Vorterix apunta a la música, no tanto a los programas ‘comediosos’, digamos, o de actualidad”, explica, poniendo en claro cómo es la filosofía de la emisora que tiene una muy buena programación musical, de rock, por supuesto.
Pergolini, que ostentó por años el puesto número uno con Cuál Es?, lugar que ahora tiene Santiago del Moro en Pop Radio, dice que no le importan los números. “Es una radio nueva, nuestro juego lo vamos a tener claro a fin de año. Preocuparse ahora por los números es ridículo”, explica. De cualquier forma, reconoce que le gustaría estar primero: “la vanidad me pide estar primero. Lo competitivo que soy me lo reclama a gritos. Pero ahora dirijo un proyecto completo, me tengo que ocupar de otras cosas”, resalta.
El proyecto quiere revivir esa esencia que la radio tuvo décadas atrás, antes de la llegada de la televisión: conciertos en vivo transmitidos por radio, radio y auditorio funcionando en el mismo lugar. Pero todo teñido con la brocha tecnológica de la que Mario parece ser más que un simple fanático, tal vez como un adicto incontrolable, de esos que compran y consumen tecnología inagotablemente. Un millón setecientos mil dólares invirtieron, según dice, para montar su base de operaciones en El Teatro, de Lacroze y Alvarez Thomas. Espacio que muestra frescos de pintura, detalles por ultimar y varios huecos en las paredes de este estudio. “Acá van cámaras robóticas”, cuenta señalando los agujeros. “Dieciséis cámaras de alta definición, difíciles de entrar al país”. Vorterix Rock (103.1) resulta de una sociedad con el empresario Matías Garfunkel. “La radio es manejada en parte por su grupo”, cuenta Pergolini. “Yo a todo eso le doy una identidad, que es Vorterix. En la radio soy como un empleado. En la web (vorterix.com) somos socios, junto con la gente del teatro también”.
—Y esta sociedad con Garfunkel, y la línea política del Grupo 23, ¿cómo te posicionan respecto del Gobierno?
—Creo que está bastante claro que tengo una autonomía respecto de todo eso. Es una radio de entretenimiento, de rock, es un site que básicamente se dedica al entretenimiento digital y sobre todo al de la música.
—¿Eras amigo de Garfunkel?
—No. Cuando Matías hace la sociedad para comprar el grupo de medios en el que yo estaba antes (Rock & Pop, Metro, FM Blue), yo no sabía qué hacer, si quedarme o no. Tenía una opción de salida. Y me parecía que debía tomar una decisión. Matías me dijo: “Quedate, no te vayas, si pasa algo, yo respondo por todo esto“. Y hubo un problema societario ahí, grande, y me recordó: “Yo te di mi palabra, sé que tenés un proyecto y me gustaría apoyarlo”.
Él mismo regula el volumen de una cortina musical que se mete en el estudio e interrumpe la charla, tal como suele hacer al aire, donde controla prácticamente cada uno de los sonidos que se emiten, con sus propias manos. A través de los vidrios y merodeando en estudios aledaños, se ve a su mujer y a sus hijos, uno de los cuales (Tomás, el mayor, que terminó el año pasado la secundaria) trabaja junto a él. “Creo que está bueno, puede aprender de radio, de administración de un teatro, cómo funciona un estudio de grabación, cómo se hace un contrato con una banda… La verdad es que si no van a ser abogados o médicos o sociólogos, éste es un buen lugar para que trabajen nuestros hijos“, dice.
—Tu mujer es psicóloga.
—Sí.
—¿Hacés terapia?
—Sí, claro. Hago terapia porque si no me echan de casa (risas). Y me alivia, me tranquiliza. Está bueno.
—¿Psicoanálisis?
—Nooo, no, no. ¿Vos me ves a mi tirado en un diván hablando de lo que me pasa? ¡Me mato! ¡Me pego un tiro!
—¿No tenés tu lado espiritual como otros conductores?
—(Risas) No, no lo tengo. Me encantaría pero no puedo. Si me dicen que hay que aprender a respirar, yo pienso: “¡Dios mío, cómo voy a hacer un curso para respirar!”.
La programación de conciertos del teatro Vorterix, el nuevo búnker de Pergolini, ya trajo polémica. Días antes de la inauguración, la banda de rock Pier lo llamó “dictador del establishment del rock”, porque no les habría permitido tocar ahí. “Demasiado escándalo por un simple no”, contesta Mario. “Hay bandas que van a quedar afuera y cuando quieran venir a tocar les vamos a decir que no. Y les vamos a dar prioridad a otras más grandes, o que nos parezca que están más de acuerdo con la programación. Hay grupos que no suenan en la radio y no por eso me van a tildar de censor”, aclara.
Pergolini asegura que no hizo ni hará acuerdos con ninguna compañía discográfica. Sostiene ese expreso desinterés por lo que pasa en la televisión y por volver a formar parte de ella; sin embargo, la imagen es fundamental en la estructura del nuevo proyecto, y su rostro volverá a hablar frente a una lente. Cámaras por doquier, transmisiones de video en paralelo (ver recuadro) son los caprichos a los que apunta la web, en parte en desarrollo. “Nosotros en un punto ya podemos hacer TV desde acá. De hecho, muy pronto vamos a poder estar en un Smart-TV. Entonces estamos, aparecemos. Esto es televisión, pero no tiene los códigos de la televisión. Aunque nuestra cara va a estar”.
—¿Y la televisión de aire?
¡Me chupa un huevo! No tiene sentido que esté ahí.

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