"Mi hermano era un tipo
laburador y solidario. Una buena persona que trabajaba para que su
esposa y sus dos hijas estuvieran bien. Nosotros no tenemos consuelo. El
no se merecía morir así, de esta manera tan injusta", reflexionó
Alejandra, la hermana mayor de Marcelo, asesinado en Villa G. Gálvez
para robarle la moto.
Nadie está preparado para enfrentarse con
la muerte, y mucho menos si esta golpea de manera violenta. Es lo que le
pasa a la familia de Roberto Marcelo Farías, un vendedor de ropa de 41
años asesinado a balazos el martes pasado para robarle una moto. "Mi
hermano era un tipo laburador y solidario. Una buena persona que
trabajaba para que su esposa y sus dos hijas estuvieran bien. Nosotros
no tenemos consuelo. El no se merecía morir así, de esta manera tan
injusta", reflexionó Alejandra, la hermana mayor de Marcelo. Por el
homicidio, el miércoles la policía detuvo a dos muchachos de 18 años y
recuperó la Yamaha Crypton azul robada a la víctima.
Todo se desató el martes a las 11 de la mañana cuando
dos muchachos que circulaban en una moto Honda Wave negra cruzaron a
Farías, que iba en su Yamaha Crypton, en Juan Domingo Perón y Fournier.
Para la investigación, en manos del juez de Instrucción Gustavo Pérez de
Urrechu, tras interceptar a su víctima los ladrones le pegaron varios
culatazos en la cabeza. Pero como el hombre se resistió a entregar el
rodado, le dispararon dos veces en la cabeza.
El miércoles, casi al mismo momento en que el
intendente Pedro González reclamaba "cagar a palos a los delincuentes",
efectivos de la comisaría 26ª hallaron la moto y detuvieron a Darío
Joaquín A. y a Matías Leonel A., ambos de 18 años y con antecedentes por
robos con armas. "Desde el día del crimen todo Villa Gobernador Gálvez
denunció que los asesinos de Farías eran El hijo del Chupa y otro más",
indicó una fuente allegada a la causa en relación al apodo que tiene el
primero de los arrestados.
Ejecución. A lo dicho por la
policía, la familia Farías da su versión. Y se apoya en un testimonio
que habla de una ejecución a sangre fría. "Nosotros hablamos con un
testigo que dice que fue una ejecución. Que no hubo resistenica y que mi
tío no detuvo la marcha de la moto", explicó Mariel, sobrina de
Marcelo. "Nos dijo que las dos motos iban por carriles opuestos de la
misma calle. Que al pasar uno al lado del otro algo se dijeron y que la
Honda Wave de los choros dio la vuelta y se colocó por detrás de la moto
de mi tío. Que el que iba de acompañante sacó un arma y simplemente le
disparó a la cabeza. Mi tío se desvaneció. La moto siguió por el impulso
hasta que mi tío cayó al suelo", relató la joven. "Cuando la moto
estaba caída al lado de mi tío, el que la fue a levantar pasó por al
lado del cuerpo, le disparó otra vez a la cabeza. Lo remató. ¿Por qué
hizo eso? El vecino dice que cuando cayó, mi tío ya estaba muerto",
explicó Mariel. Luego el maleante se subió a la Yamaha Crypton y huyó
del lugar.
"Estos pibes (por los ladrones) le habían robado una
moto a una chica a cinco cuadras y boludeando con la moto se metieron en
una zanja. Entonces se subieron de nuevo a la Wave y se cruzaron con mi
hermano", contextualizó Alejandra.
Buscando respuestas. Los Farías
viven en Bomberos Voluntarios al 1800, a dos cuadras de la municipalidad
de Villa Gobernador Gálvez. Sentados en la vereda de la casa, bajo la
arboleda, Roberto (el papá de Marcelo), Alejandra (la hermana mayor) y
Mariel (la sobrina), compartieron sus penas con La Capital. A Marcelo le
tocó ser "el hermano del medio" entre dos mujeres. "Era un tipo
familiero. Para mis hijos, la figura de referencia junto con su abuelo.
Todos los viernes llevaba a mi hijo a pescar. El sábado pasado mi hijo
pasó todo el día en su casa y le cocinó el pescado que habían sacado la
noche anterior. Otra persona que aprecia mucho a Marcelo es Ezequiel
Lavezzi (jugador del Napoli y oriundo de Villa Gobernador Gálvez),
porque cuando era un pibito mi hermano lo contuvo con algún consejo.
Cada vez que (Lavezzi) viene a la Argentina, pasaba a saludarlo", contó
Alejandra.
Casado y padre de dos hijas de 16 y 20 años, Farías
vivía con su familia en Pueblo Esther. Hace cuatro años había dejado el
hábito de ser camionero heredado de su papá, hoy jubilado, para
dedicarse a la venta de ropa casa por casa. "Se habían organizado con mi
cuñada. Ella conseguía la ropa y él la mostraba y hacía las cobranzas.
Llevaba su agenda y sabía cuando debía pasar a ofertar o a cobrar",
explicó Alejandra. "Hace un tiempo que yo le decía que se compre un
autito porque venía desde Pueblo Esther con las bolsas de ropa y un día
de estos iba a hacer una mala maniobra y se iba a clavar de cabeza en el
pavimento. Y estaban viendo si se metían en ese proyecto", comentó
Alejandra.
Marcelo recorría en su moto los 9 kilómetros desde
Pueblo Esther a Villa Gobernador Gálvez casi a diario. "Siempre pasaba
por mi casa antes de visitar a los clientes. Paraba unos minutos a
saludar, se tomaba una vaso de Coca y seguía. Por ahí dejaba alguna
bolsa con ropa y se llevaba otra. También iba hasta la escuela de
Rosario a la que va mi sobrina de 16 años, para que ella no tuviera que
esperar el colectivo. Mi hermano era todo para esa familia", explicó
Alejandra. "Ese martes él tenía que hacer tres cobranzas. Fue a la
primera y la señora no estaba. Entonces la llamó a Erika (su esposa) y
le dijo: «Hago una cobranza más y voy para casa»", recordó su hermana.
Pero no llegó.
Indignación. "Mi hermano tenía una
clienta a metros de donde le robaron la moto. Se iba de ese lugar cuando
lo atacaron", relató Alejandra. "Yo me enteré al mediodía, pero no
sabía que era mi tío. Me dije: «Pobre tipo. Que lo maten así para
robarle la moto». Después me llamó mi prima (la hija de Marcelo) para
que averiguara porque mi tío había tenido un accidente. Entonces me fui a
Perón y Fournier (a unas 20 cuadras de la casa familiar). Estaba lleno
de vecinos y la zona acordonada con la franja de «peligro». Los vecinos
me decían que el muerto era mi tío, la policía no me daba información y
yo sólo quería saber si era o no. Hasta que un vecino agarró a un
policía y lo increpó por el mal momento que nos estaban haciendo pasar.
Cuando me dijeron no lo podía creer. Matarlo así por una moto de
mierda", recordó Mariel.
"Para mi hermano su moto era una herramienta de
trabajo. Y no se las iba a dar. Andá a saber que se les pasó por la
cabeza a estos pibes para hacer lo que hicieron", dijo Alejandra.
En la película "Tropa de Elite", el film más visto en
la historia de Brasil y dirigido por José Padilha, se retrata a partir
de la mirada del capitán Roberto Nascimento —al frente de una fuerza
especial de policía de Río de Janeiro— el crudo mundo de la calle y su
dinámica. Un mundo podrido, corrupto y sucio que no resiste una mirada
moralista y en la que narcos, policías, abogados, jueces, periodistas y
políticos conviven "revolcaos en un merengue/y en un mismo lodo/todos
manoseaos...", como reza la letra de Cambalache. La película muestra que
en un círculo vicioso el sistema genera anticuerpos para defenderse,
para protegerse. Al sistema no le importa otra cosa. No le importa el
ciudadano. Y esos anticuerpos suelen tener los mismos vicios que la
sociedad que los generó.
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