En el Vilela, el Carrasco, el
Alberdi y el Roque Sáenz Peña las empezarán a instalar en 30 días.
Buscan un efecto disuasivo sobre quienes agreden a diario a los médicos y
enfermeros.
Qué magnitud tendrá el problema de la
violencia sobre la atención hospitalaria y el consecuente miedo de
médicos y enfermeros que los centros de salud de la ciudad tendrán
prioridad para recibir las nuevas cámaras de seguridad. De los 80
equipos de videovigilancia adquiridos por el municipio —40 de los cuales
se empezarán a instalar en 30 días (ver aparte)— cinco irán a parar a
los hospitales de Emergencias Clemente Alvarez (Heca), Roque Sáenz Peña,
Carrasco, Alberdi y Vilela. De los 40 restantes saldrán los destinados a
monitorear los ingresos de los demás efectores ubicados en el ejido
urbano, entre ellos el Provincial, el Centenario y el Policlínico San
Martín.
Las imágenes del Hospital Santojanni de Buenos Aires,
literalmente asaltado la semana pasada por una banda de violentísimos y
armados barrabravas dispuestos a acuchillar a quien suponían el matador
de un compañero de su facción futbolera, superaron cualquier ficción.
Pero ese ataque no fue aislado, ni en el Santojanni —
"esto se vive todos los días", aseguró una enfermera— ni en los
hospitales rosarinos. Episodios locales no faltan para ilustrar la
gravedad de esos hechos, pese a que los efectores cuentan con seguridad
privada, policía adicional y el frecuente apoyo de los cuerpos de
guardias municipales, como Control Urbano.
El Hospital Roque Sáenz Peña, el de Emergencias y el
Carrasco, tienen su historial. Según datos que manejan en la Asociación
Médica de Rosario, una cuarta parte de la violencia laboral se da,
justamente, en el sector de la salud.
Pacientes y familiares. Fue en el
Roque, por ejemplo, donde hace un año el personal dijo "no va más" y
salió a reclamar más seguridad para enfrentar los frecuentes ataques de
pacientes y, sobre todo, de exaltados familiares.
No sólo de gente que llega con excesos de droga o
alcohol, sino también de heridos de arma blanca o de bala que incluso
extienden sus enfrentamientos al mismísimo hospital.
"Llega un herido de un grupo, llega el herido de otro
grupo, y ahí se arman unos despelotes bárbaros", graficó ayer sin
vueltas el director del efector, Federico Cornier.
Esas situaciones no son privativas de la época de
fiestas ni de los fines de semana: ocurren cualquier día. "Muchas veces
la gente llega exigiendo respuestas que no se le pueden dar, como con un
paciente baleado que quieren que resucitemos", agregó el médico. Si la
solución no aparece, "se agrede al personal".
El Heca es otro ejemplo. Pese a que cuenta con
destacamento policial, seguridad privada, cámaras de vigilancia internas
y una sala de monitoreo, el Clemente no escapa a las situaciones de
agresión contra su personal, lo que también disparó fuertes reacciones.
Sin ir más lejos, el 31 de octubre pasado una médica
fue golpeada por un paciente que llegó visiblemente alterado tras una
pelea y eso desató una protesta del personal: tras una asamblea de
cuatro horas, las autoridades de Salud decidieron reforzar la vigilancia
dentro y fuera del edificio.
Similares situaciones se viven en el Alberdi y el
Carrasco. A ese último hospital, por ejemplo, llegó con múltiples
heridas de bala, el 19 de marzo del 2010, Roberto Pimpi Caminos, llevado
por cuatro personas muy violentas que incluso golpearon a dos agentes
de la seguridad privada. Cuando se enteraron de que había muerto,
literalmente lo abandonaron en la guardia y huyeron en el BMW en el que
habían arribado.
Reclamos. "La Subsecretaría de
Seguridad Comunitaria ha recibido muchas consultas e inquietudes por
estas cosas de parte del personal de Salud", contó ayer el responsable
del monitoreo de las cámaras, Patricio Campbell, para explicar por qué
se priorizó a los hospitales para instalar las cámaras de
videovigilancia.
De ahora en más, reflexionó, esos equipos ayudarán a
registrar hechos tan frecuentes como graves, por ejemplo, "cuando se
abandonan personas heridas de bala en las puertas de los hospitales", o
"tumultos, peleas, agresiones y amenazas" en las que intervienen
pacientes, familiares y allegados.
Para registrar esas situaciones las cámaras se
instalarán "sobre un domo con capacidad de giro", de modo de que
registre "todo el corredor del ingreso y egreso" de los hospitales, con
un carácter básicamente "disuasivo".
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