Gerardo Martino habla y no lo
hace en vano. Es transparente cuando lo hace y siempre entrega
respuestas claras e inteligentes. El Tata se tomó el tiempo necesario
para charlar de todo y responder con soltura, sin medias tintas.
Gerardo Martino habla y no
lo hace en vano. Es transparente cuando lo hace y siempre entrega
respuestas claras e inteligentes. Eso es lo que hizo en el mano a mano
con Ovación después del almuerzo con el plantel. El Tata se tomó el
tiempo necesario para charlar de todo y responder con soltura, sin
medias tintas. A lo largo de la entrevista reconoció que "la idolatría
siempre se pone en juego. Lo mismo le sucedería a Bielsa si volviera",
que después de un par de partidos "voy a estar en la misma bolsa de
todos", que no resignó tanto al venir a Newell's porque "nadie lo hace",
que "toda mi vida viví en Rosario y pienso seguir haciéndolo. Pero
muchas veces estas cosas se ponen en juego", y hasta confesó que antes
de dar el sí "la pasé mal, pero por mí. Mi cabeza no estaba bien".
El Tata llegó como una especie de salvador al parque
Independencia y esa es una mochila pesada para cualquiera. Aunque él
trata de minimizarlo. "Considero que estas llegadas son llamativas y
tienen una durabilidad cortita. Un par de notas con los periodistas, un
par de entrenamientos con los jugadores y un par de resultados con la
gente. Después nos metemos en la misma bolsa de todos. Por entonces
espero estar como mínimo respaldado por la aceptación de los futbolistas
y por los resultados positivos, porque eso hace que el que viene a dar
una mano se pueda sostener en el tiempo".
—Quedaste en una encrucijada cuando tuviste
que decidir si eras o no el técnico de Ñuls. ¿Creés que ponés en juego
la idolatría con el hincha?
—Sí. Cuando vos venís para dirigir, o en el caso de
jugadores que vuelven, siempre se pone en juego. La mejor manera de no
hacerlo es ni volver a jugar, ni a dirigir. La gente siempre hará su
lectura de que sos el ideal. Cuando venís tenés que demostrarlo. Lo
mismo le pasaría a Bielsa si volviera, pondría en juego su idolatría
porque el fútbol sigue siendo el resultado del domingo.
—El fútbol es un negocio, es dinero y dejaste
los millones que ofrecía Colombia por sobre la propuesta de Newell's,
que obviamente te pagará un buen contrato, pero que no es lo mismo.
¿Ganó el sentimiento por encima de los dólares?
—Tenía dos ofrecimientos. Estaba la parte de mi
relación con Newell's, que todos conocen, y dentro de los dos y con todo
el análisis que hice opté por esto. Cuando dije tantas veces que tengo
contrato y cobraré es porque no hay tipos que hayan resignado grandes
cosas. Definí trabajar acá, nadie resigna tanto.
—¿Te imaginaste en algún momento qué habría sucedido si contestabas otra vez que no?
—Sigo pensando todo lo que pueda pasar. Para mí esta
historia no termina con haber firmado un contrato. Esto sigue y pienso
en el futuro, en todo lo que puede suceder. No es una situación fácil,
viví toda mi vida en Rosario y pienso seguir haciéndolo. Pero muchas
veces se ponen en juego estas cosas. Maño Ruiz, que es una de las
personas más entrañables que conocí en el fútbol, fue a dirigir la
selección de Paraguay estando instalado en Asunción tanto tiempo y
pensando que iba a ser el lugar para el resto de su vida. Un día volvió
de la Copa del Mundo y se tuvo que ir. Estas cosas pasan, porque cuando
los resultados son positivos se permite cualquier cosa, pero cuando son
negativos el poder de análisis no es el mismo.
—¿Qué hay de cierto de todo lo que se habló,
que la pasabas mal incluso cuando ibas a cenar a algún lado porque todos
te pedían que fueras el entrenador en este momento?
—La pasaba mal, pero por mí, porque yo debía
resolver. Es raro que una persona que está sin trabajo la pase mal
precisamente por trabajo. Mi cabeza no estaba bien. Lo que hice fue
escuchar hasta cierto punto, y cuando llegó la hora de la definición me
aislé totalmente y ni siquiera lo conversé con mi familia. Me aislé y
dije: "Esto es lo que quiero hacer".
"A Newell's le falta gol y hay que traer un
delantero". Frases así sonaban en las calles rosarinas, pero cuando el
Tata asumió pidió un volante y un defensor. A Aquino lo conoce de su
paso por Paraguay y cuando tomó el mando habló bien de sus condiciones.
"Yo no hablo sólo de Víctor, sino también de Falcone, Urruti y Noir, que
los puedo pensar como nueve en algún momento. En realidad, debería
preguntar ¿cuál es el delantero que nos solucionaría los problemas?
Traer más gente en un lugar donde ya tenemos no es bueno. Las
necesidades son trabajar y potenciarlos para que sean parte de la
solución. Todos erraron goles en el torneo pasado, no sólo los
atacantes.
—A través de una presentación de Agremiados,
ahora todo equipo que venda un jugador podrá contratar otro, cualquiera
sea su puesto. ¿Estabas al tanto?
—No sabía. Hablamos con Sperduti y Vangioni porque
quiero que Ñuls vuelva a ser el de antes. Les pedí que se preparen para
hacer un buen torneo porque de esa manera serán transferidos
naturalmente.
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