Estudiosos, vecinos y autoridades quieren crear en ese lugar un centro cultural y revitalizar la obra del autor. En esa vivienda, el escritor pasó los primeros años de su vida. Saer construyó su obra en torno a un corredor Serodino-Santa Fe.
El límite del mundo literario es el lenguaje con el que uno lo crea, y el escritor Juan José Saer (1937-2005) incluyó como límite de ese lenguaje a una "zona" del territorio santafesino donde está Serodino, su pueblo natal, y Santa Fe, ciudad en la que vivió hasta 1968, antes de radicarse definitivamente en Francia. Ahora, ese mismo pueblo que lo vio nacer busca revalorizar su obra y crear un centro cultural en la casa donde vivió sus primeros años.
La idea comenzó a ser trabajada por la comuna, vecinos, legisladores y un grupo de estudiosas de la obra de Saer, quienes consideran que su trabajo literario "es uno de los más renovadores dentro de la literatura nacional". Las líneas de acción del rescate se enmarcan en hacer conocer su obra y recuperar la casa natal como patrimonio cultural de la provincia de Santa Fe.
En esa casa Saer vivió hasta los diez años. En 1947, sus padres decidieron instalar un negocio de ropas en Santa Fe y hacia esa ciudad fue el grupo familiar. El Turco, como llamaban al escritor, salía siendo joven a vender ropa en los pueblos aledaños, que luego darían una marca geográfica a cada una de las obras literarias.
La tarea de rescate la están llevando adelante a través de una comisión formada por una decena de personas. El primer objetivo será la recuperación de la casa para que "irradie cultura a la provincia y al país". Para esto ya se han puesto en contacto con las autoridades del área cultural de la provincia, quienes se mostraron interesados en la iniciativa.
A partir de reuniones periódicas, esos vecinos acuerdan los pasos a seguir en el futuro. La presidenta comunal, Mónica Stumpo, dijo que han convocado a docentes y licenciadas en letras, "quienes nos están orientando en el tema".
La funcionaria reveló que una de las primeras acciones fue empezar a conocer a Saer (ella reconoció que recién ahora está leyendo su obra) para "llegar a las escuelas y a los docentes de la mejor manera posible". Y añadió que la acción siguiente será que se tome conciencia del enorme aporte a la literatura que hizo el escritor.
"Ya hablamos con el actual dueño de la casa, y estamos conversando posibilidades. Estamos recibiendo mucho apoyo. Creemos que algo bueno va a salir de todo esto", se esperanzó Stumpo.
Por otra parte, el senador por el departamento Iriondo, Hugo Rasetto, impulsa en la Legislatura la realización de los estudios históricos pertinentes respecto del valor patrimonial de la casa, y en el mismo sentido, solicitó que se adopten medidas a fin de resaltar, proteger y conservar el edificio. "Estos proyectos —expresó— tienen por objeto revalorizar, estudiar y conocer la riqueza histórica y cultural del departamento Iriondo, y por tanto, de la provincia de Santa Fe".
Saer siempre vuelve. "El vuelve todo el tiempo a su pueblo y resulta paradójico que Serodino no lo conozca a él con la misma vehemencia", contó la licenciada Nadia Isasa, integrante de Zona Saer, un equipo que estudia la obra del santafesino y que colabora con los vecinos de Serodino.
Justamente, una de las especialidades de Isasa es el dictado de cursos que proponen explorar el problema de la construcción ficcional de las ciudades y otras geografías en los textos literarios de autores, "a partir de la relación que cada uno de los textos plantea entre literatura y experiencia, entre ciudad vivida y ciudad narrada, y entre representaciones de la ciudad, ciudades imaginadas y lugares de ficción. Saer no establece límites geográficos en su literatura; sin embargo, son todos lugares reconocibles en un corredor que une Serodino con Santa Fe y todos los pueblos de los alrededores. La idea es que en esa zona se reinstale su figura", comentó.
Según los estudiosos de la crítica, la zona saeriana emerge ya en los primeros textos, como "Algo se aproxima" (1960), donde el escritor pone de manifiesto el proyecto literario de escribir la historia de una ciudad. "No de un país, ni de una provincia, de una región a lo sumo se encuentran los elementos que recurrentemente volverán sobre un modo de ser que hace a la zona", señalan.
"Cada texto conserva su unidad pero a su vez es una pieza más del sistema todo. La zona saeriana sería pues ese conjunto (la ciudad, la costa, el grupo de amigos y las generaciones sucesivas que animan el lugar, los acontecimientos revividos una y otra vez) que se abre en cada una de esas unidades. Una zona que hace centro en un lugar pero no es el lugar mismo, sino la ficción de una posible percepción de capas de experiencias que en ese lugar sedimentaron y desde donde se mira el mundo", sostienen.
Señalan además que en la novela "El entenado", el único sobreviviente de la expedición de Juan Díaz de Solís es llevado en una larga carrera que adivina el paso por las cuchillas entrerrianas y el arribo, cruzando el gran río, a una playa donde se asientan los indios colastiné, presumiblemente la playita de Rincón.
Respecto del libro "La pesquisa" (1994), dijo Saer en un reportaje: "Y a la inundación se suma una especie de verano de San Juan que se da anticipado, y poco a poco empieza a hacer un calor atroz. Después viene la Tormenta de Santa Rosa, de modo que también los agarra. Y un gran incendio en La Pampa también, y tienen que refugiarse en una especie de laguna, y el agua empieza a hervir. Y como dije, siempre en la llanura, en las inmediaciones del río Paraná".
Ni hablar de "Solas", un cuento de prostitutas que Saer incluyó en su primer libro, "En la zona" (1960), que había aparecido en el diario El Litoral y que muchos vincularon con lo local. El cuento provocó una corriente de protestas, especialmente de sectores católicos, y dicen que esa polémica significó el alejamiento de Saer del periodismo activo y su vuelco definitivo a la docencia universitaria.
Ahora, con toda esa historia a cuestas, autoridades, estudiosos y amantes de la obra de Saer van al rescate de aquellos primeros años de infancia en Serodino, y buscan convertir a su casa natal en un espacio de trabajo y estudio.
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