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lunes, 14 de diciembre de 2015

“Cuando la abracé a mi mamá me di cuenta que ese era mi lugar”

Mario Bravo es el nieto recuperado 119º. Nació en cautiverio y buscó a su madre durante 40 años. Recién hace 15 días encontró a su mamá y conoció su historia

Reconocido. El jueves pasado el Senado provincial destacó a Mario Bravo. Foto: Télam
Mario Bravo siempre supo que fue adoptado. Toda su infancia la vivió en Las Rosas, un pueblo del departamento Belgrano, en el suroeste de la provincia de Santa Fe. Con el tiempo creció y se fue a estudiar a Rosario. Luego volvió a su pueblo y formó su familia. Hoy Guido, su hijo mayor, tiene 15 años y desde hacía un tiempo le había empezado a preguntar a su papá por sus orígenes. Las preguntas de Guido fueron cada vez más precisas y necesitaban respuestas que el propio Mario no tenía.

“Todas estas dudas me hacían ir atando cabos. Toda la vida fui atando cabos. Personas que van apareciendo, frases que no sabés por qué están, no te terminan de cerrar algunas situaciones y eso te va generando dudas, y cada vez son más grandes. Cuando me fui a estudiar a Rosario me integré a un centro de estudiantes, fui conociendo un poco más de historia y yo empecé a decir:«pucha, yo justo soy de esta época»”, dijo en referencia a su nacimiento durante la última dictadura cívico militar.

Pero el tema era muy difícil hablarlo. “No es un tema tabú”, aclaró el nieto Nº 119 recuperado hace 15 días por Abuelas de Plaza de Mayo. “Pero yo tenía mucho respeto con mis padres. Mi papá de crianza siempre me decía que iba a hablar conmigo, pero ellos murieron ignorando todo. Ellos también fueron engañados. Cuando a mí me adoptaron ellos hacía seis meses que habían perdido una hija de seis años. Hay todo un contexto para entender cómo era la vida de pueblo hace cuarenta años”, argumentó en diálogo con Diario UNO.

Pero todas las incógnitas que se le presentaban sí las pudo hablar con su mujer y con sus amigos más cercanos. Además empezó a navegar por internet, llegó a la página de Abuelas de Plaza de Mayo, y la búsqueda de la verdad se intensificó. “Cuando falleció mi madre de crianza (hace cuatro meses) recurrí a una persona que me podía contar mi historia, y me contó otra cosa. Eso profundizó aún más mis dudas. En ese momento me llamaron de Abuelas para hacerme el ADN y compararlo con la base de datos del banco genético que funciona en el Hospital Durán de Buenos Aires. Ahí tuve que esperar dos meses y medio y me dieron la noticia”, expresó.

Ahí Mario se enteró de que su madre biológica se llama Sara y que está viva. “En ese momento es cuando me preguntaron si quería conocer a mi madre biológica. Y yo dije que sí. Eso era lo que siempre quise. Desde un primer momento me quise sacar la muestra de sangre porque necesitaba saber si tenía que descartar ese camino y seguir mi búsqueda por otro lado. Yo buscaba a mi mamá; buscaba una identidad para responderle a mis hijos. Yo tuve que entender que todo era un proceso y que llevaba tiempo. Pero cuando me dijeron que habían encontrado a mi mamá y me preguntaron si quería escucharla yo quería que me den el teléfono para llamarla. Pero hay todo un equipo de contención que te va ayudando en todo momento. El trabajo que hay en esto es increíble. Para mí son ángeles. Y es un trabajo muy difícil porque no siempre suena la alarma; ellos no saben dónde está el diamante y cada caso es único y lo toman con mucha responsabilidad. Eso es de un amor impresionante”, señaló.

Luego añadió: “El día que me dijeron que la encontraron fue cuando hablé por primera vez con ella. Mi mamá solo lloraba y lo único que pudo decirme fue que ella solo había sentido mi llanto y que después vino una capucha y no pudo verme nunca más. Ahí es donde yo hablo de la película que te pasa por la cabeza. Es una película en blanco y negro donde pasa tu infancia, tu adolescencia, el nacimiento de tu hijo, volvés a tu infancia y todo a la velocidad de la luz. Y encontraste a tu mamá”.

—¿Qué fue lo primero que le dijiste?

—Que se tranquilizara, que ya me había encontrado, que yo la encontré y que tenía mucho tiempo y toda la vida para estar conmigo; y que nadie la iba a sacar de mi lado. Necesitaba contenerla mucho porque esto la hizo rememorar mucho. Ella estuvo dos años presa y pasó por mucho daño psicológico. Lograron su cometido, que era meterle miedo. Por eso lo primero que tenía que hacer era contenerla.

Al primer encuentro con su madre Mario fue con parte de su familia hasta la sede de Abuelas, donde lo recibió Estela de Carlotto. “Nos recibió esa señora que hace 40 años que viene luchando pasito a pasito y uno empieza a tomar dimensión de lo que realmente hacen, aunque uno nunca termina de dimensionarlo”, dijo y agregó: “Esto siempre lo vemos en televisión, que pasa en Buenos Aires y ahora nos tocó a nosotros, gente de pueblo, trabajadora, gente común. Cuando llegó mi mamá fuimos a un lugar privado a encontrarnos y ese es un momento único que uno lo va a llevar para el resto de la eternidad”.

“Uno ya tiene hijos y sabe cuáles son los sentimientos para con los hijos. Pero hay una magia que yo no la viví en mi vida. Cuando llegué la miré a los ojos y hasta hacía dos minutos era una desconocida, pero cuando la mirás a los ojos puede haber mil mujeres ahí y vos sabés cuál es tu mamá. Yo digo que es como el instinto animal, porque quedás como un cachorrito. No te importa el ADN, si sos o no parecido a ella. Vos te reconocés. No sé si fueron dos segundos tres minutos o media hora que nos quedamos mirándonos. Pero es un momento donde es inexplicable lo que te pasa. La conexión es única y se te cae todo. Y cuando la abrazás, la genética es terrible. Ahí te das cuenta de que ese es tu lugar”.

“Todo se modificó para bien. Esto te deja planchado, pero bien. Es hermoso. Con mi hijo mayor, que me acompañó ese día, yo venía hablando del tema. Y con los dos más chicos lo hablé a los dos días que me dieron los resultados. Nos sentamos todos en la cama matrimonial, en familia, y tuve que contarles todo, de dónde venía, toda la historia. Hoy los chicos te allanan el camino, y todo eso une. Traté de no confundirlos mucho y busqué las formas y las palabras para explicarles que esta es otra abuela que ellos tienen, que no fue la que se murió hace cuatro meses y que los crió. Esto une de una forma increíble a tu familia”, aseguró.

—¿Cómo pensás el futuro?

—Con mucha familia. A mí se me quintuplicó la familia. Ahora tengo seis hermanos, dos hermanas mayores y cuatro más chicos; yo soy el tercero. Además tengo 16 sobrinos. De ser criado como único hijo ahora pasé a tener una multitud de familia. Yo ahora le digo a mi madre que lo piense como esos hijos que se van a otro lugar a hacer su vida. Pero en estas fiestas de fin de año se viene para mi casa. Ella quiere estar, porque todas las navidades y los años nuevos pensaba en mí. Ahora es todo felicidad.

El paso más difícil en el camino hacia la verdad

“Acercarse a Abuelas es el paso más difícil para una persona que se sabe adoptado. Pero eso pasa porque tenemos prejuicios y desconocimiento porque no sabemos con quién tratamos. Pero Abuelas es una ONG que está totalmente preparada para esto”, sostuvo Mario Bravo.

“Ahí hay chicos, que ya son padres, que vienen de nuestro mismo origen porque en su mayoría son hijos de desaparecidos, o tienen un hermano recuperado. Ellos te brindan todas las garantías para que uno lo lleve como quiera. Yo lo di a conocer, y se dio todo así. Yo quiero expresar mi alegría y mi emoción”, aseguró.

“Pero no tiene por qué ser así”, aclaró y agregó: “Todo puede pasar en la más absoluta discreción. Todo depende de uno, nada depende de ellos. Todas las decisiones la toma la persona que está buscando su identidad. Saben que no todos lo tomamos de la misma manera. Hay personas que se enojan con sus padres de crianza, por ejemplo. Eso a mí no me pasó. Yo siempre les agradecí todo lo que hicieron por mí, y se los valoré 100 veces más porque viendo que yo no era su hijo me daban todo, hasta lo que no podían”.

Por Hipólito Ruiz - hruiz@uno.com.ar / De la Redacción de Diario UNO Santa Fe

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