jueves, 7 de febrero de 2013

ROSARIO: Oscuro trasfondo del episodio que derivó en el asesinato de un policía


A sangre fría. El médico Omar Ulloa, agredido y amenazado en una clínica de 3 de Febrero al 1000, ya había sufrido un ataque a tiros contra su vivienda un mes atrás. La casa de Omar Wenceslao Ulloa atacada con una docena de tiros el 8 de enero pasado.
La Capital | 
    Oscuro trasfondo del episodio que derivó en el asesinato de un policía
    Al agente policial Carlos Alberto Dolce, acribillado a tiros la tarde del martes en 3 de Febrero al 1000, lo mató uno de los dos maleantes que minutos antes habían golpeado y apretado a un médico en su consultorio de esa cuadra. Ese profesional, que también es dueño de una cadena de farmacias, ya había sido víctima de un curioso ataque un mes atrás. Fue cuando autores desconocidos rociaron a balazos el frente de su fortificada vivienda de la zona sur. En este sentido, la secuencia de episodios echa por tierra la hipótesis de que se trate de una serie de robos y ahora los investigadores tratan de saber qué se esconde detrás de la vida del profesional.
    El brutal homicidio del policía Dolce (ver abajo) trajo a las páginas de los diarios una vez más el nombre de Omar Wenceslao Ulloa. El médico atendía su consultorio de 3 de Febrero 1045 la tarde de ayer cuando dos hombres ingresaron a la clínica llevando una planta a modo de arreglo floral y le pidieron a la secretaria entregárselo personalmente al profesional. A pesar de que la mujer les pidió que esperen para ser anunciados, los vistantes se mostraron apurados y entraron al consultorio de atropellada.
    Entonces, desde el interior del consultorio se escucharon gritos e insultos que impulsaron a los pacientes que aguardaban ser atendidos a irse hacia la calle. Allí estaban cuando los dos hombres que habían ingresado intempestivamente al consultorio de Ulloa se retiraron a toda prisa de la clínica llevándose sólo la billetera y el celular del médico, quien debió ser atendido por un servicio privado de emergencia convocado al lugar y suturado con tres puntos en la cabeza por una herida que le produjo el culatazo asestado por uno de los maleantes.
    El homicidio. Cuando los hombres escapaban por 3 de Febrero hacia Sarmiento les salió al cruce el agente Carlos Alberto Dolce, quien vestido de civil y armado hacía un servicio de custodia en los comercios de la cuadra. Uno de los maleantes se arrodilló, se abrió la camisa y se entregó sin más. Su cómplice pareció hacer lo mismo, pero mientras se agachaba sacó un arma que llevaba en la cintura y ejecutó al policía con cuatro o cinco disparos hechos a muy corta distancia.
    Mientras Dolce era llevado al sanatorio Rosendo García, ubicado a tres cuadras de donde lo balearon y donde murió poco después, la policía montó un operativo para dar con sus asesinos. Tras una persecución dieron con ellos en Ocampo y Colón, en la zona sur de la ciudad.
    "Lo único que parece quedar claro es que no estamos ante un robo común en la clínica. Tenemos que investigar de dónde viene esto y si hubo amenazas previas hacia el médico golpeado antes del crimen del policía", dijo el martes el comisario Juan Cabral, inspector de la 1ª Zona, poco después del episodio.
    Tiros al frente. Y no se equivocó el inspector en su apreciación. Es que el doctor Ulloa, dueño no sólo de la clínica donde fue golpeado sino también de la empresa Farma 4, que tiene entre otras la farmacia ubicada en 27 de Febrero y bulevar Oroño, había sido víctima de un ataque a tiros en su vivienda de Santiago 3049 en los primeros días del año.
    Ocurrió el 8 de enero último cuando una docena de balazos rompieron el silencio de la siesta en Santiago al 3000, donde residen Ulloa y su familia. En diálogo con La Capital, el profesional manifestó entonces que había sido "víctima de un intento de robo". Y contó una extraña historia que los pesquisas jamás le creyeron: "Yo no estaba en la casa. Me dijeron algunos testigos que intentaron ingresar dos tipos que se habrían colado por la puerta del garaje detrás de mi mujer. El sistema de seguridad cerró los portones, que son dos y se cierran discontinuos, y uno de los tipos quedó adentro sin poder salir", aseguró el profesional. Y agregó que mientras el intruso que quedó adentro de la casa saltó por sobre el portón para escapar, "el otro que estaba en la vereda lo ayudó y después se subieron a la moto y balearon la casa, como con bronca". Y atribuyó el hecho a "la falta de seguridad en la zona" tras decir que no sospechaba de nada ni de nadie.
    Pero Ana María L., la esposa de Ulloa, contó otra historia. "Estaba recostada en el sofá cuando empezaron los tiros. Me asusté mucho cuando se rompió una puerta que está detrás de un espejo. Al principio pensé que eran cohetes navideños pero escuché que se rompían las ventanas", afirmó. "Puede ser que se hayan confundido, porque no creo que ningún paciente de mi marido venga a balear mi casa", sostuvo. Y su yerno acotó: "Una moto se paró en la ochava con la cortada Cure, ahí se plantó y empezó a tirar".
    En conocimiento de aquel episodio de enero y de lo ocurrido el martes a la tarde, los investigadores policiales están abocados a saber por qué Ulloa es amenazado y atacado permanentemente.
    En ese sentido, ayer un pesquisa aseguró que están "encaminados al esclarecimiento" y una fuente judicial remarcó que "ambos episodios violentos están íntimamente vinculados y tendrían que ver con procederes mafiosos ligados al mercado de los medicamentos" de la ciudad.

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