La exposición
proveniente del Centro Cultural Borges se inaugurará en el Museo Municipal de
Artes Visuales el viernes 11 a las 20.30. La edición de este año presenta obras
de Marta Borel, Marcela de Barruel y Susana Doallo. La muestra se inscribe en un
ciclo de exposiciones que el Gobierno de la Ciudad coorganiza con Cervecería
Santa Fe, y cuenta con el padrinazgo de Tersuave SA.
Por quinto año consecutivo el Museo Municipal de Artes Visuales
será marco para una nueva exposición de “La Línea Piensa”, el valioso proyecto
llevado adelante por Eduardo Stupía y Luis Felipe Noé en el Centro Cultural
Borges de Buenos Aires. Bajo el título “Mitologías privadas”, la muestra se
compone con dibujos de las artistas Marta Borel, Marcela de Barruel y Susana
Doallo.
Acerca de esta propuesta, Noé sostiene que se trata de una
“exposición de tres artistas mujeres de la misma generación (…) que si bien no
se conocían antes entre ellas, vienen a través del mismo medio -el dibujo-
enunciando mundos particulares -mitologías privadas- que a su vez nos “hablan”
del mundo en que estamos todos con una sensibilidad muy contemporánea”. En este
sentido, concluye que Borel, de Barruel y Doallo “colocan el eje de su hacer, en
la relación individuo-universo y lo logran a través de una escritura abstracta,
que hace que se presenten como poesías visuales”.
La inauguración se concretará el próximo viernes, a las 20.30, en
el espacio cultural de San Martín 2068. Vale destacar que la muestra se inscribe
en un ciclo de exposiciones que el Gobierno de la Ciudad coorganiza con
Cervecería Santa Fe. Además, esta propuesta artística cuenta con el padrinazgo
de Tersuave SA.
Tres aquí y
ahora
En esta oportunidad es Luis Felipe Noé quien reflexiona en torno
al trabajo de las artistas protagonistas. En un artículo especialmente escrito
para “Mitologías privadas”, Noé afirma: “Ser de una determinada época y
simultáneamente llegar a ser sí mismo no es cosa que de por sí se logra con el
sólo existir. Por el contrario, se produce entre el individuo y su tiempo una
relación dialéctica particular. Suele suceder casi siempre que uno de estos
términos desea vencer al otro por KO. Ello explica la existencia de tantos
reaccionarios por un lado y por otro, de tantos snobs, ignorando que
contemporaneidad e individualidad se enriquecen mutuamente. Un pecado juvenil es
creer que para ser contemporáneo basta con enunciarse a sí mismo con desparpajo,
aunque sólo se reiteren formulaciones anteriores. Por el contrario, dejando
fluir lo latente de sí se contribuye sin prejuicios a elaborar una conciencia
creativa temporal más allá de la generación a la que se pertenece, porque uno
sabe de su época siendo parte (lo que significa contemplar y realizar) de un
proceso. Existe el error habitual de suponer que son únicamente los jóvenes los
que enuncian los tiempos nuevos cuando en realidad son éstos últimos
-involucrando la complejidad de fenómenos societarios- los que los conforman
dialécticamente a todos (a ellos y a sus mayores también). Y esto ocurre
particularmente en ciclos que superan el concepto de que transcurridos quince
años, una nueva generación surge con postulados nuevos. La aparición de una
época que difiere de las anteriores, involucra a todos los que sensiblemente
-más allá de sus edades- sepan formularla. De ello un ejemplo en el campo
literario es Macedonio Fernández, y en el campo de la pintura, el de Monet de
Giverny. Y por eso también en el campo cultural, hay largos períodos
reiterativos, y otros que formulan nuevas formas de ver el mundo. Si bien los
jóvenes pueden estar más desprejuiciados para manifestarlas, lo importante pasa
por la percepción sensible.
Digo esto porque considero que desde el inicio de este siglo se
está saliendo del desconcierto posmoderno, comenzándose a percibir –como sucede
por lo general al inicio de cada centuria- la conciencia de una nueva Imago
mundi, que, en este caso, está siendo elaborada con la heterogeneidad de los más
diversos aportes de la modernidad. Digo esto también a propósito de estar
escribiendo un prólogo para una exposición de tres artistas mujeres de la misma
generación, (no la última por cierto) que si bien no se conocían antes entre
ellas, vienen a través del mismo medio -el dibujo- enunciando mundos
particulares -mitologías privadas- que a su vez nos ‘hablan’ del mundo en que
estamos todos con una sensibilidad muy contemporánea”.
Mitologías
privadas
En la continuación de su artículo, Noé sostiene: “Paul Valéry ha
señalado que todo acto del espíritu mismo está siempre acompañado de cierta
atmósfera de indeterminación más o menos sensible. Y es justamente esta
atmósfera indeterminada es la que se va definiendo como una y no varias –a pesar
de sus propias individualidades bien marcadas- en los dibujos de Marta Borel,
Marcela de Barruel y Susana Doallo. El espacio global, la línea como danza, la
escritura con o sin palabras, la abstracción como forma de nombrar al mundo, son
elementos comunes en las obras de las tres. Son representativos, no de cosas
sino del universo, aún cuando lleguen a señalar particularidades. Marta Borel,
por ejemplo, ‘nombra’ animales, insectos y
escribe frases, así es como ella, con la inclusión de datos insólitos,
desconexión de imágenes, irrupciones de color –adjetivo calificativo-, números
que formulan cuentas, sugerencias de otras escrituras, como la china, líneas que
se cierran cuando uno las supone abiertas y llegan al límite de navegar en el
agua, nos está diciendo en esta escritura sin palabras (aunque las tenga) que el
universo está abierto y en permanente proceso de definición.
Marcela de Barruel, también convoca por medio de aguadas, pero con
el propósito de oponer el concepto de rectitud con el de eclosión. El universo
–ese todo inclasificable y siempre sorprendente- es para ella un escenario de
lucha entre un supuesto orden y una informalidad que “paradójicamente” lo va
gestando. La tensión entre lo recto y lo informal es la clave para entender no
ya tan sólo su obra, sino, sobre todo, el mundo según ella. Y así sus dibujos se
presentan como cuadros de situación, o sea como pinturas.
En el caso de Susana Doallo, la apertura y la eclosión que
señalamos en los casos anteriores, devienen secretos internos en los mundos
(redondos como los planetas) que ella nos presenta. Sus registros de tramas que
su sensibilidad interpreta, nos formulan universos como mandalas. Pero por su
concentración de miniaturista, sin embargo están compuestos por elementos
sueltos y dinámicos que parecen aludir a la teoría física del caos.
Estas tres artistas colocan así el eje de su hacer, en la relación
individuo-universo y lo logran a través de una escritura abstracta, que hace que
se presenten como poesías visuales”.
Dibujos
reflexivos
“La Línea Piensa nace del convencimiento de que el dibujo en y de
nuestro país no está lo suficientemente valorado a pesar de tener
extraordinarios cultores”, explican Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía, directores
de este Proyecto, y completan: “nuestro propósito principal es contribuir a
llenar ese vacío. Su nombre destaca lo que para nosotros es la esencia del
dibujo: la línea (o el trazo). Si bien se suele asociar casi con exclusividad la
palabra dibujo a la de representación, nosotros queremos destacar el acto de
dibujar como el del desarrollo de un pensamiento lineal: una línea lleva a otra
línea como un silogismo gráfico. La imagen es el punto de llegada más allá de
que represente algo o no. Lo que importa es lo que nos presenta”.
-.-
Ficha
técnica
Exposición:
“Mitologías privadas”.
Proyecto: “La Línea
Piensa” del Centro Cultural Borges de Buenos Aires.
Artistas: Marta Borel,
Marcela de Barruel y Susana Doallo.
Lugar: Museo Municipal
de Artes Visuales -MMAV- (San Martín 2068).
Inauguración: Viernes
11 de mayo.
Hora:
20.30.
Entrada: Libre y
gratuita.
Organiza: Gobierno de
la Ciudad.
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