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domingo, 2 de noviembre de 2014

SANTA FE; El peligro de vivir debajo de una línea de alta tensión

Desde el municipio se aseguró a El Litoral que en 2012 se solicitó a la EPE el traslado de esta línea, que se tendió en la década del 70’ cuando esta zona no estaba urbanizada, para evitar riesgos.

Sector crítico. El domingo pasado, uno de los aisladores de la línea voló en pedazos y cayó sobre las casas que están debajo de la columna de la línea. En agosto, un joven murió por una descarga eléctrica. Foto: Flavio Raina
Gastón Neffen
gneffen@ellitoral.com

La gestión del riesgo hídrico es una de las prioridades en las políticas de planificación urbana que se llevan adelante en la ciudad, después de las graves inundaciones de abril de 2003 y marzo de 2007. El manejo de los riesgos asociados a la infraestructura eléctrica que atraviesa Santa Fe requiere el mismo enfoque para evitar accidentes, proteger y mantener la red eléctrica y construir una ciudad más viable.

En los últimos tres meses, en una zona densamente poblada del barrio Barranquitas, hubo dos situaciones que pusieron en foco el peligro que supone no respetar las recomendaciones de seguridad de las líneas de alta tensión. En agosto, dos jóvenes recibieron una descarga eléctrica a pocos metros de una línea de alta tensión de la Empresa Provincial de la Energía (EPE), uno de ellos falleció por las quemaduras (ver Antecedentes); y el domingo pasado, voló en pedazos uno de los aisladores de la misma línea (de 132 kv). Los restos cayeron sobre los ranchos y viviendas que ocupan la franja de seguridad de la línea.

Las normas y recomendaciones de seguridad establecen que no se pueden radicar viviendas ni otras construcciones en la zona de seguridad de la línea. En la provincia de Buenos Aires, la empresa Transba, que tiene a su cargo la operación y mantenimiento de la red de 132 kv (el mismo voltaje que la línea de Barranquitas), establece una franja de seguridad de 5 metros a cada lado de los cables en zonas urbanas (ver infografía); pero especialistas que consultó El Litoral precisaron que la zona de seguridad a cada lado de la línea va de los 5 a los 8 metros. El ajuste fino de la franja depende de la antigüedad que tiene la línea y de la altura en la que están los cables (las líneas más viejas suelen pasar más cerca del piso), entre otras variables técnicas.

En la zona de Barranquitas que va desde calle Bolivia, a pocos metros del terraplén, hasta el límite con el cementerio municipal, en el sector por el que pasa la línea no es necesario ir a contar los metros: hay muchas viviendas que se construyeron debajo de los cables, en el marco de la situación de pobreza y vulnerabilidad social que lleva a estas familias a ocupar lugares riesgosos, como también sucede con los reservorios y zonas bajas.

La consolidación de estos asentamientos, durante años, muestra las dificultades que suele tener el Estado, en sus distintos niveles, para la planificación urbana en los barrios más pobres. En el caso puntual de Barranquitas y Villa Oculta, desde el municipio se le aseguró a El Litoral que en octubre de 2012 se le envió el pedido formal a la EPE para que se mueva la línea a zonas no urbanizadas y que todavía no hubo una definición de la empresa.

Esta línea, que comunica la Estación Santa Fe Oeste con la Estación Santa Fe Norte, se tendió en la década del ‘70, cuando este sector de la ciudad no estaba urbanizado, pero ahora atraviesa barriadas que crecieron fuerte en las últimas décadas.

Es un montón de gente que vive su vida debajo de la línea. Los chicos pueden subirse a los árboles, lo que los dejaría muy cerca del arco eléctrico; sus padres hacen asados (no debe hacerse fuego en la zona de seguridad de la línea). Son situaciones cotidianas, en las que son vulnerables a sufrir accidentes. De arrojar o mover algún objeto que conduzca electricidad hacia los cables -un fierro, un alambre, por ejemplo- el peligro de recibir una descarga es real.

Falta de conciencia

La cantidad de ranchos y casitas que están debajo de la línea no sólo implica un riesgo de accidentes, también complica las tareas de mantenimiento de una infraestructura clave para toda la ciudad y la hace más vulnerable a las fallas. De hecho, el domingo pasado los trabajos de reparación del aislador se dificultaron porque a la EPE le costaba ingresar con la grúa y los equipos.

Lo que sucede en Barranquitas con la línea de alta tensión, y en otros sectores puntuales de la ciudad, hace emerger otra cuestión de fondo: la falta de conciencia y educación sobre el riesgo eléctrico (ver infografía), que es estratégico cambiar para avanzar hacia una ciudad más segura.

Es el mismo camino que hay que recorrer para lograr que Santa Fe tenga barreras operativas en los cruces ferroviarios y no banderilleros que juegan una carrera con el tren para avisarles a los automovilistas que pasan las formaciones. Con los terrenos del ferrocarril sucede algo parecido: muchas viviendas invadieron la zona de seguridad al costado de los rieles, lo que también provocó accidentes muy graves (en 2010 un niña murió atropellada en barrio La Lona por una formación).

La situación de está línea de alta tensión parece un tema incómodo. El Litoral intentó hablar con funcionarios y técnicos de la EPE para analizar este problema, pero no hubo forma de acceder a una entrevista con el micrófono prendido (ver “Sin comentarios”). Lo que en algún momento explicaron desde la empresa, luego de los problemas en Barranquitas, es que no debe permitirse que se radiquen viviendas en la zona de seguridad de la línea y que es central intensificar las políticas de ordenamiento urbano.

Los referentes del municipio también eligieron no polemizar con la EPE con el grabador prendido, pero le aseguraron a El Litoral que los pedidos de traslado de la línea se hicieron hace dos años.

En definitiva, lo que tendrán que acordar es si se mueve la línea -otra opción es soterrarla, como se hizo en bulevar, el puerto y General López, pero requiere una alta inversión- o se reubican las familias. El desafío, además, es trabajar en forma coordinada para conseguir que se respete la zona de seguridad de las líneas.



Bajo la lupa. La imagen satelital muestra la cantidad de casas que están abajo de la línea en esta zona de Barranquitas. También hay problemas en Villa Oculta y otros sectores puntuales de la ciudad. Foto: Captura digital El Litoral


Antecedentes
Viernes 8 de agosto. Dos jóvenes que estaban sentados en un montículo de tierra recibieron una descarga de la línea de alta tensión en Artigas y el terraplén, en Barranquitas. Brian Soto (de 16 años) murió por las quemaduras en el hospital Cullen. Los vecinos aseguran que los chicos no arrojaron ningún objeto hacia el arco eléctrico de la línea.
Domingo 25 de octubre. En el mismo sector de Barranquitas, voló en pedazos un aislador de la línea de alta tensión y se evacuaron las dos casas que estaban debajo de esa columna. Al mediodía, los vecinos cortaron avenida Perón y Artigas para reclamar que se reparé el aislador.


análisis

por Gastón Neffen

¿Sin comentarios?

Walter Lippmann (1889-1974), pionero del periodismo y la crítica de medios en Estados Unidos, decía que la prensa no es un espejo de la realidad sino un “reflector de luz” que enfoca y rescata de la oscuridad algunos temas -e ignora otros, a veces más importantes- y los dispone para la opinión pública.

Este es un tema que merece ser iluminado, valga la comparación porque es una nota sobre la red eléctrica. La falta de conciencia sobre los riesgos de esta infraestructura no sólo encuentra ejemplos en los barrios más humildes y recorre la pirámide social a lo largo y a lo ancho del país (hay piletas y garitas en countries dentro de la franja de seguridad de la línea). Es un problema típico de los países en vías de desarrollo.

Sorprende que los funcionarios de la EPE hayan esquivado un tema en el que deberían ser los primeros en reclamar que las zonas de seguridad de las líneas se respeten -incluso judicialmente-, para preservar la infraestructura, evitar el riesgo de accidentes y generar conciencia entre la población. Con el grabador apagado, una de las razones que se explicitaron fue la de evitar “chispazos” con el municipio.

El Litoral, además de consultar la reglamentación de la empresa sobre las franjas de seguridad de la línea y analizar cuáles son las áreas con más dificultades en la ciudad, quería saber si hay algún plan para ordenar esta situación.

El municipio tampoco quiso polemizar, para no provocar “cortocircuitos” con la EPE, pero reconoció que se solicitó que las líneas se muevan. Como también es un tema de ordenamiento urbano, la Municipalidad es uno de los estamentos del Estado que debe velar para que la franja de seguridad se respete, de la misma forma que se preocupa por sacar y reubicar a decenas de familias que viven en zona de reservorios y tierras bajas. Es cierto que hay viviendas radicadas desde hace años -sino décadas- bajo los cables. Por eso, es una de las cosas que hay cambiar en el largo camino hacia una ciudad más sustentable.

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