Lucas Pasculli tiene 31 años y es policía desde hace cinco. Primero prestó servicios en el Grupo de Operaciones Especiales de la Unidad Regional I y luego en la Motorizada de Santo Tomé.
Actualmente, y desde hace un par de años, se desempeña en la misma brigada, pero de nuestra ciudad. Está casado y tiene una pequeña beba. Anoche, cuando estaba franco de servicio, se vio involucrado en un violento episodio que bien pudo terminar trágicamente.
“Eran aproximadamente las 21. Yo ya no estaba trabajando y andaba en mi moto Yamaha de 160 centímetros cúbicos. Paré en la estación de servicio de avenida López y Planes y Pasaje Irala, para cargar nafta. Luego, con el tanque lleno, tomé por esa avenida hacia el sur, pero al llegar a la vía, al disminuir la velocidad, se me apareció de frente un tipo caminando que me apuntó con un revólver. Mi reacción fue acelerar para tratar de atropellarlo, pero lo tenía encima y logró detenerme. Entonces me apoyó el caño de su arma en el pecho y me dijo: ‘Bajate o te quemo acá’”, relató Pasculli esta mañana.
Sin posibilidades de defensa, el policía alcanzó a cortar la corriente del vehículo antes de dejarlo y escapar a la carrera. Desde una distancia prudente, Pasculli pudo ver que el ladrón y un cómplice que luego se arrimó intentaban, sin éxito, poner en marcha la moto. Finalmente, los dos asaltantes decidieron abandonar la escena remolcando a pie la Yamaha.
La víctima, ya con la pistola reglamentaria en sus manos, comenzó entonces a seguir a los malvivientes. “No tenía el teléfono celular encima y no podía solicitar apoyo. Los perseguí hasta las calles de Villa del Parque, cuando uno de los ladrones me vio y abrió fuego con su revólver. Disparó los seis proyectiles que tenía en el tambor y yo respondí después del segundo con mi 9 mm”, recordó la víctima.
Seguramente asustados por cómo se había tornado la situación, los delincuentes huyeron y dejaron abandonada la moto. “Tomé mi vehículo -agregó el suboficial-, logré arrancarlo y traté de ponerme a salvo. Entonces, cuando pude llegar a avenida Perón, sentí el ardor en la pantorrilla y me di cuenta de que uno de los plomos me había pegado. Rápidamente fui al Hospital Cullen, donde me asistieron. La bala quedó incrustada entre la tibia y el peroné. Afortunadamente, no me provocó ninguna lesión grave y me dieron de alta”.
“En el momento actué, pero ahora me pongo a pensar lo que pudo ocurrir. Lo que pasa es que da mucha bronca, porque uno se rompe el alma para tener algo y luego aparece un tipo y te lo quiere arrebatar en un segundo. También pienso en mi hijita. Por suerte, finalmente, se podría decir que todo salió relativamente bien”, concluyó el policía.
El Litoral
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