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domingo, 8 de julio de 2012

INT. Los entretelones de la destitución de Lugo y sus pedidos de ayuda a EEUU

Mientras en el Congreso se decidía su destino, almorzaba con el embajador norteamericano para pedir ayuda.

 

Fernando Lugo habla con la prensa frente a su casa el pasado 24 de junio, dos días después de ser destituido por el Senado. Pasó de una actitud de resignación a otra de denuncia en pocos días.
Fernando Lugo habla con la prensa frente a su casa el pasado 24 de junio, dos días después de ser destituido por el Senado. Pasó de una actitud de resignación a otra de denuncia en pocos días.
Cuando Fernando Lugo ya no tenía a quién acudir en su solitaria batalla por conservar la presidencia, apeló a lo que muchos en América Latina consideran la autoridad suprema de la región. Pidió ayuda del gobierno estadounidense.

Salió disimuladamente del palacio presidencial y se reunió por más de una hora con el embajador estadounidense James Thiesen, mientras los legisladores se preparaban para entablarle al día siguiente un juicio político. Y mientras estaba almorzando con el embajador, la oposición derechista también se puso en contacto con la embajada estadounidense. El mandatario fue destituido el pasado 22 de junio.

Los planteos que hicieron ambos bandos en esos momentos críticos, y la respuesta de Estados Unidos, son un misterio. Thiesen declaró a Associated Press (AP) que no haría comentarios hasta que se difunda este martes el informe de una delegación investigadora de la Organización de Estados Americanos (OEA).

En público, el Departamento de Estado se mantuvo neutral, por más que la destitución de Lugo conmocionó a Paraguay y líderes regionales hicieron presión sobre su vecino, que carece de salida al mar, para evitar lo que califican como un "golpe institucional".

¿Debería haber hecho más Estados Unidos por defender a Lugo, a pesar de que había perdido la confianza de casi todos los legisladores, con excepción de un puñado, en un país donde la Constitución contempla la destitución del presidente por "mal desempeño" de sus funciones con dos tercios de los votos en el Congreso?

Mucha gente en la región opina que sí, y algunos culpan a los estadounidenses por la caída de Lugo. "El golpe de Estado en Paraguay se estaba preparando desde hace tiempo y es parte de la política continental impuesta por los Estados Unidos contra gobiernos democráticos, con la complicidad de los poderes económicos y políticos", afirmó el premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, quien exhortó a toda la región a defender la democracia y devolver a Lugo a la presidencia. El presidente venezolano Hugo Chávez fue aún más allá y sostuvo que la destitución de Lugo había sido una "decisión del Pentágono".

Valenzuela.
Otros no creen que Washington pudiera haber hecho la diferencia. Las teorías conspirativas abundan en Latinoamérica, pero la realidad es que no había mucho que pudieran hacer Estados Unidos y otros gobiernos para proteger a Lugo, según el estadounidense Arturo Valenzuela, ex subsecretario de Estado para la región, quien opinó que la incapacidad del mandatario para hacer alianzas políticas lo expuso a lo largo de toda su presidencia a un juicio político.

Esto no quiere decir que el gobierno estadounidense no tenga que tratar de influir en los asuntos internos de otro país cuando puede promover una solución positiva a un problema, opinó Valenzuela, quien recordó un episodio en el que tuvo que defender personalmente a Lugo. Dijo que había sido "una de las tareas más difíciles" que tuvo como máximo diplomático del gobierno de Obama en América latina. "Pasé horas, hace dos años, con los líderes del Partido Colorado, sobre todo del Congreso, tratando de convencerlos de que no era una buena idea hacerle juicio político al presidente. De hecho, no se dio", expresó Valenzuela este viernes en la sede de Diálogo Interamericano, en Washington.

En esta ocasión, sin embargo, había un abrumador sentimiento entre los legisladores paraguayos de que era hora de acabar con el enigmático gobierno de Lugo. La votación fue 76-1 en la Cámara baja para enjuiciarlo, y después de un apresurado juicio político al día siguiente, los senadores votaron 39-4 a favor de la destitución.

Lugo, cuya elección en 2008 puso fin a seis décadas de gobierno del Partido Colorado, era distante e incluso misterioso como gobernante. Casi nunca explicó sus decisiones y raramente hablaba con los medios de comunicación. Al final, después de que casi todos sus aliados lo habían abandonado, sus intenciones eran aún más difíciles de entender. Cambió de rumbo varias veces, al decir que aceptaría el veredicto de juicio político, para después desafiarlo.

Mientras que Estados Unidos se mantuvo al margen, otros países de la región intentaron salvar a Lugo. Y fracasaron. Los cancilleres de una docena de naciones de América del Sur volaron juntos a Asunción. Se encontraron con que estaban abogando con más fuerza contra la destitución que el propio Lugo.

El canciller venezolano Nicolás Maduro se reunió en privado con los cuatro jefes de las fuerzas militares paraguayas, lo que provocó acusaciones del nuevo gobierno de que exhortó a los militares a usar la fuerza para impedir la destitución. Altos diplomáticos de Argentina y Brasil confrontaron al vicepresidente paraguayo Federico Franco, y supuestamente amenazaron con sanciones financieras si no suspendía la votación en el Congreso. Los cancilleres visitantes hicieron un último intento de persuadir a los propios senadores, sin ningún resultado.

Cuando destituyeron a Lugo, la Unasur y el Mercosur suspendieron a Paraguay en represalia y Lugo pidió esta semana a la OEA que suspenda también a Paraguay, al tiempo que comparó el trato que le dieron con el recibido por Manuel Zelaya, el presidente hondureño sacado del país en pijamas en un golpe en 2009.

Pero el gobierno de Barack Obama ha tomado distancia en este tipo de crisis políticas. En Libia, Egipto, Siria y ahora Paraguay, se ha remitido a las organizaciones regionales y los países vecinos, dejando que otros tomen la iniciativa al describir y defender lo que es mejor para la democracia.

"Como Hitler"
Algunos partidarios de Lugo están furiosos con Estados Unidos por no hacer más. "Nadie que diga defender la democracia puede tener una actitud contemplativa frente a lo ocurrido en 1933 en Alemania cuando Adolf Hitler hizo un golpe parlamentario, o cuando en 2006 en Honduras hubo otro quiebre democrático", sostuvo Ricardo Canese, secretario general de la coalición de organizaciones y partidos de izquierda Frente Guasú (Frente Grande en idioma guaraní). "Si el gobierno de Barack Obama no condena a los golpistas que destituyeron a Lugo, si no condena esta actitud propia de una dictadura, será muy grave para Estados Unidos".

El Departamento de Estado se ha limitado a emitir unos pocos comunicados cautelosos, negándose a describir el juicio político como un golpe y sin criticar demasiado el apuro de los senadores por destituir al mandatario. "Hemos estado siguiendo de cerca los acontecimientos en Paraguay y nos preocupa mucho la velocidad del proceso que desembocó en el juicio político", dijo en una declaración. Agregó allí que "Estados Unidos está muy interesado en el éxito de la democracia en Paraguay y se propone continuar actuando con los países del hemisferio para garantizar que las instituciones y los procesos democráticos sean preservados y reforzados".

La postura estadounidense obtuvo un apoyo clave esta semana de la Human Rights Foundation de Nueva York, organización sin fines de lucro que estudió a fondo al golpe de Honduras para la OEA y fue muy crítica del Departamento de Estado en esa ocasión. "Lo que pasó en Paraguay no tiene nada que ver con lo que sucedió en Honduras hace tres años", afirmó Javier El-Hage, director de asuntos legales de la fundación, quien opina que el nuevo gobierno paraguayo debería ser reconocido plenamente.

"El presidente Lugo fue destituido legalmente, mediante un juicio político, convocado sobre bases ambiguas pero legítimas y constitucionales. Los principios, más que la política, son lo que deberían primar en las evaluaciones de la OEA y de los demás en la comunidad internacional".

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