El senador considera acertada la
política de la Rosada sobre el diferendo con Gran Bretaña. El titular
del PS asegura que no irá por un nuevo período al frente del partido y
postula a Binner.
Rubén Giustiniani transita su
segundo período en el Senado de la Nación, donde ingresó en 2003, y
tiene mandato hasta 2015. Como secretario de la comisión de Relaciones
Exteriores (que preside Daniel Filmus), el rosarino viene trabajando muy
cerca de la Cancillería en todos los foros internacionales en apoyo al
debate por la soberanía en las islas Malvinas. Opositor tenaz al
kirchnerismo en varias políticas internas, sin embargo valora la
estrategia por Malvinas como acertada, "una política de Estado, no sólo
argentina, sino regional".
En las próximas semanas, además, será
confirmado presidente de una comisión clave en la Cámara alta: Ecología.
Por allí deberán pasar muchos debates pendientes de la Argentina, como
el de la explotación minera. A propósito, adelantó que "no está contra
la industria minera en general, aunque sí contra la megaminería a cielo
abierto".
En una charla extensa con LaCapital,
Giustiniani habló sobre las consecuencias de la fuerte derrota interna
que sufrió en 2011 (con Antonio Bonfatti, en su aspiración a gobernar
Santa Fe), ratificó la plena unidad del PS y anticipó que dará un paso
al costado en la renovación de autoridades partidarias que se producirá
en junio próximo. "Llevo varios años como presidente del partido, ahora
es el tiempo de otro compañero", anticipó. Aunque aún no ha sido
ratificado, ese "otro compañero" es nada menos que Hermes Binner.
—¿Cómo está la Argentina en su reclamo por Malvinas?
—El primer país del Comité de
Descolonización (24 miembros) de Naciones Unidas que salió a apoyar la
moción de apoyar a Gran Bretaña a sentarse a una mesa de negociación fue
China. Y si uno ve que hasta Estados Unidos, aliado permanente de Gran
Bretaña, dice que ambos países deberían sentarse a discutir soberanía,
entonces queda claro que en los últimos años se ha producido un avance
significativo. Mi visión es que la política sobre Malvinas es política
de Estado, a partir de que todo el arco político acompaña. Además, se ha
convertido en una política regional: los países la han asumido como una
causa propia. Malvinas hoy es una política de Estado regional.
—¿Por qué es correcta la política por Malvinas?
—El reclamo mantuvo tres elementos
principales: firmeza, vocación pacífica y acompañamiento regional. Al
observarlo como una película se nota el avance. Cuando se produce la
resolución de prohibir el ingreso de buques británicos con banderas de
las Malvinas a puertos como Brasil, y demás países de la región, es
evidente que el nerviosismo de (David) Cameron se pone de manifiesto y
explota con esa insólita acusación a la Argentina de país colonialista.
Que luego continúa la escalada con el envío del príncipe y del barco de
guerra. Gran Bretaña ha comenzado a sentir aislamiento internacional.
—En muchos medios aparecen voces que refutan la validez de la estrategia argentina.
—Veo voces aisladas, más desde lo
académico que desde lo político, que en un aspecto están reflejando un
gran desconocimiento. Porque Naciones Unidas al radicar la cuestión
Malvinas en el Comité de Descolonización está rechazando de manera
determinante la autodeterminación de los habitantes de las islas. Que
por supuesto no corresponde, ha sido la excusa inglesa para no negociar a
lo largo de la historia. Lo que se debe contemplar, según la ONU, es el
interés de los habitantes, pero no el deseo de los malvinenses, que es
algo distinto. No se trata de un rechazo de sectores políticos de la
Argentina, se trata de un tema colonial, tomado por el Comité de
Descolonización. Uno de los 16 casos en el mundo, de los cuales 10
pertenecen a Gran Bretaña.
—También hay mucho espacio en
los medios para quienes plantean la tesis: "no molestemos más a los
malvinenses porque lo único que logramos es que tengan menos ganas de
ser argentinos".
—Es la tesis del menemismo, de los 90;
ya la hicimos y nos fue mal. No sólo que no avanzamos, sino que fue la
época donde Gran Bretaña comienza la explotación de nuestros recursos
naturales, la pesca, y el petróleo.
—Cuando usted se presenta como
aspirante a gobernador, en 2011 por el socialismo, Hermes Binner se
enojó. Luego, en la interna, Antonio Bonfatti lo duplicó en votos, ¿se
recompuso la relación política entre su sector y el binnerismo?
—Nosotros siempre dijimos lo mismo: que
teníamos el legítimo derecho a disputar una interna y que luego nos
encolumnábamos con el ganador, y así fue. Sentimos que hemos hecho un
aporte al debate de ideas en el marco de un partido que no para de
crecer en la última década.
—¿El FAP como herramienta de política electoral nacional tiene destino?
—Se constituyó muy cerca de la fecha de cierre de listas, y ahora viene la etapa de consolidación.
—Se notan los esfuerzos de
unidad, pero ya en el verano, antes del inicio legislativo, aparecen
diferencias. Por caso, Margarita Stolbizer rechazó la convocatoria
presidencial por Malvinas y el PS estuvo sentado en primera fila. Alicia
Ciciliani defiende el aumento de dietas para legisladores y Victoria
Donda sale a denunciarlo. ¿Cómo van a seguir?
—Somos compañeros de distintas
experiencias políticas, con un núcleo de coincidencias amplias, somos
todos progresistas. Creo que falta un camino a recorrer en el FAP, su
institucionalización, su forma de funcionamiento. El objetivo sería que
el FAP pueda abordar los temas y no que los temas (iniciativa política)
nos aborden a nosotros.
—El PS quiere evitar mezclarse con cierta derecha y, a su vez, acumular contra el kirchnerismo. ¿Es una estrategia viable?
—No integramos ningún frente del No,
antikirchnerista. Lo nuestro es construir una alternativa con base en
nuestro programa histórico, calidad institucional y mejora en la
distribución de la riqueza. Mientras exista en el país la necesidad de
una reforma tributaria dónde paguen más impuestos los que más tienen y
los que más ganan, habrá espacio político para el crecimiento del
Partido Socialista.
Año complejo
Pensando
en Santa Fe, Giustiniani anticipa: “Será un año complejo, por un
contexto mundial muy desfavorable”. Hace una cuenta sencilla: la crisis
internacional va contraer el dinero de la Nación, lo que, por directa
consecuencia, redundará en las provincias. “Dos tercios de los ingresos
de las provincias hoy en día están vinculados a la Nación. La relación
es directa”, explicó.
De todos modos, para Giustiniani el PS está acostumbrado a gobernar “en tiempo de bonanza, y también en tiempo de sequía”.
Respecto
del posicionamiento de Bonfatti y del propio Binner respecto del
gobierno nacional, el rosarino cree que “son dos planos diferentes”. Y
agrega, “el gobierno de Santa Fe debe construir relaciones serias y
cordiales con la Nación y con los municipios, es lo normal. Por otro
lado, el rol político opositor lo debe ejercer el candidato nacional”.
Giustiniani
ve “natural” la candidatura de Binner para una diputación nacional en
2013. “Yendo Hermes, el resto de los integrantes de la lista es lo de
menos”, confesó.
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