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martes, 10 de enero de 2012

ROSARIO: Un "balcón al río" abandonado y clausurado desde hace años

Las sucesivas administraciones socialistas no se cansan de declamar que se seguirán abriendo "balcones al río" para que, en paralelo con el avance de proyectos premium privados, el resto de los rosarinos también pueda disfrutar del paisaje del Paraná.

Sin embargo, hay un lugar clave sobre la costa —no sólo por su emplazamiento estratégico, sino también porque es público— que lleva "años y años" clausurado y convertido en una ruina. Se trata del espigón Maciel, continuidad del puente que cruza avenida Colombres al 1000 y se adentra unos 200 metros en el río bordeando las caletas de cuatro clubes náuticos. Los vecinos dicen que, además de ser una postal del abandono y la basura, el lugar se ha vuelto especialmente inseguro.
El solado de ondas blancas y negras característico de todo el Paseo Ribereño también supo ser la calzada del espigón, que a su izquierda bordea el Yatch Club Rosario y por la derecha contiene la caleta que comparten Cirse, Amistad Marina y el Club de Velas.
Para entrar en él, viniendo desde la calle Maciel por el puente peatonal que cruza la avenida, hay que sortear los restos de una valla metálica que coronan dos carteles.
En uno se puede leer "Espigón Maciel", "Muelle en reparación", "No pasar" y "Ciudad en obras", coronado por el inconfundible logo anaranjado de la Municipalidad de Rosario.
El otro cartel abunda con eslóganes igualmente prometedores: "En acción", "Rosario se arregla", "Rosario es tuya".
Sin embargo, a lo largo de varios años, el único trabajo encarado por la Intendencia en el sector parece haber sido el reforzamiento del vallado. Obras, ninguna.
El propio secretario de Obras Públicas, Omar Saab, reconoció ayer que se trata de una intervención largamente postergada, aunque intentó relativizar la demora al recordar que se trata de una tarea "pendiente" en el marco de la "importante inversión que se ha venido realizando en la costa". Y prometió avances (ver aparte).
"Perdí la cuenta". "¿Qué cuántos años lleva cerrado el espigón? Y... fácil, fácil, cinco años, si no más, unos siete capaz, yo ya perdí la cuenta", calculó ayer Pepe, portero del Club de Velas desde hace un cuarto de siglo.
"Da lástima verlo así, porque antes la gente caminaba, se acercaba a mirar el río, iba a pescar. En cambio, ahora solamente se ve derrumbe, y hay gente que lo ocupa, es un desastre", abundó.
Los vecinos dicen que el lugar se ha transformado en un "aguantadero", que muy de vez en cuando recorre personal de Prefectura o de la policía.
Al menos por lo que se ve, la nota dominante es de completo abandono. La calzada está destruida y reiteradamente obstruida por espesa vegetación (espinillos y arbustos) que en algunos puntos llega casi a los tres metros, lo que hace pensar en que lleva largo tiempo creciendo entre los hundimientos del suelo.
Más cerca del extremo se advierte un profundo socavón que literalmente fractura el muelle. Y la basura, como no puede ser de otro modo, se enseñorea entre los yuyos y las baldosas sueltas. Para más datos, falta buena parte de la baranda al río.
Bajo el impiadoso sol del mediodía, solamente un carrito de supermercado con algunos enseres delata alguna presencia humana, de gente que vive como puede en una franja de la ribera y al otro lado del espigón. Un perro y una parrilla con comida a medio hacer completan la imagen hogareña de algún pobre solitario o de un pescador.
La paradoja es que, por ubicación, por paisaje, por entorno, el espigón debiera ser un lugar privilegiado para disfrutar del río. Más porque en varios centenares de metros es el único de acceso libre, no ocupado por clubes náuticos, que se adentra en el Paraná.
Las promesas de una obra no concretada
“Vamos a intentar tenerlo listo para la próxima temporada”, arriesgó ayer el secretario de Obras Públicas, Omar Saab, respecto del futuro del espigón Maciel. El funcionario dijo que existe un proyecto “en líneas generales” para intervenir el muelle, aunque resta elaborar los pliegos para la licitación con un presupuesto que no bajará de los tres millones de pesos.
De hecho, Saab no pudo precisar cuánto tiempo lleva cerrado el acceso al río (no menos de cuatro años, desde que asumió en su función, dijo), aunque recordó que hace unos meses debieron reforzar el vallado de clausura. Un trabajo en vano, visto que hoy cualquier persona puede pasar sin siquiera tener que agacharse.
“Efectivamente es una obra pendiente y costosa, y que se podrá encarar con el río bajo porque hay que hacer un tablestacado, una contención del suelo sobre el que se apoya el espigón”, adelantó.

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