lunes, 23 de abril de 2012

SANTA FE: Para pedir o agradecer, miles de fieles llegaron a Guadalupe

Multitudinaria. Así fue la convocatoria de la 113ª procesión arquidiocesana a la Virgen de Guadalupe. Desde el techo del templo se pudieron ver los miles de fieles que se reunieron al pie de la santa.

 

A las 15.30 sonaron las campanas y la imagen de la Virgen salió de la Basílica. Escoltada por sus devotos recorrió las calles del barrio. Luego, ante una plaza colmada, Arancedo ofició la misa.

Custodiada y admirada. Con los pañuelos blancos y las lágrimas contenidas, los devotos de la Virgen de Guadalupe la saludaron a su paso. Todos juntos la acompañaron en su larga procesión.

 

 

Como cada año, miles de fieles pasaron por la Basílica de Guadalupe para venerar a la santa patrona de los santafesinos. Grandes y chicos, hombres y mujeres, de todos los barrios de la ciudad y de otras localidades de la zona pasaron desde el sábado por su camarín para agradecerle, pedirle o simplemente ofrecerle una oración.


Desde la madrugada de ayer las calles lindantes a la Basílica se fueron llenando de gente. Columnas de fieles de distintos barrios se congregaron para llegar hasta Javier de la Rosa 623 donde se encuentra la casa de la Virgen de Guadalupe. El motivo: este fin de semana se llevó a cabo la 113ª peregrinación arquideocesana, que cada año congrega a miles de fieles.


Minutos antes de las 15.30 comenzaron a sonar las campanadas que anunciaban que la Virgen de Guadalupe salía de su casa para reencontrarse con sus feligreses que con pañuelos blancos en la mano la saludaban a su paso. Escoltada por agrupaciones gauchas, bomberos y sacerdotes de distintas parroquias no sólo de Santa Fe sino también de otras localidades de la región, entre los cuales se encontraba el obispo José María Arancedo, recorrió las calles del barrio que lleva su mismo nombre en una peregrinación que iba sumando fieles en su trayecto para llegar media hora más tarde a la plaza del Folklore donde se ofició la misa, presidida por el arzobispo y acompañado por otros párrocos.


Con el repique de las campanas una lluvia de pétalos de rosa cayeron sobre el cofre de vidrio que cobijaba a la imagen de la Virgen. La emoción invadió los rostros de los devotos que con distintos motivos y el corazón lleno de esperanzas, le regalaron canciones y alabanzas. La mayoría no pudo contener las lágrimas y a su paso no evitaron tocarla.


Luego de la peregrinación, arribó a la plaza donde muchos la aguardaron también con mucha emoción. La gran mayoría llegó con sus sillones y eligieron el mejor lugar para presenciar de cerca la misa con la imagen de la santa como testigo. El cielo estuvo casi toda la jornada cubierto, las nubes evitaron que el sol convirtiera la tarde siesta en agobiante. A pesar de eso, el día estuvo cálido, de otoño, ideal para caminar a los pies de la santa.


El mensaje de Arancedo
Este año el lema fue “Madre, danos la alegría de vivir y anunciar nuestra fe”. Uno de los mensajes que se transmitirá a lo largo de toda la programación señala: “Construyendo una Patria de hermanos en solidaridad, responsabilidad y paz. Sin armas, sin violencia y sin drogas”. Y con estas palabras inició el arzobispo José María Arancedo la misa sobre el escenario montado en una de las esquinas de la plaza del Folklore que albergó a miles de fieles.


“La devoción a la Virgen debe provocar en nosotros la necesidad de este encuentro con Jesucristo, en primer lugar a través de su Palabra, en el Evangelio; en el sacramento de la Eucaristía como don de su amor y alimento espiritual que celebramos en la Santa Misa, y en la vida de Caridad como testimonio de su entrega y servicio, especialmente en los pobres y sufrientes”, fueron las palabras del arzobispo de Santa Fe ante los miles de peregrinos que llegaron hasta Guadalupe.


Por último, aseguró: “La devoción a la Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe ha manifestado, a lo largo de todos los años en Santa Fe, la vivencia profunda de estas notas que definen ese encuentro con Jesucristo a través de la Palabra de Dios, la Eucaristía y el testimonio de la Caridad”.


“El Señor nos ha dejado en María una madre que nos acompaña y nos recuerda la alegría y el compromiso de esta verdad que es el fundamento de la fe cristiana y que es: «el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». En la mirada y el encuentro con Cristo está el centro de la devoción a la Virgen María. Santa Fe tiene en Guadalupe un lugar y una referencia de esta presencia de nuestra Madre que nunca abandona a sus hijos”, concluyó el sacerdote.

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