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martes, 14 de junio de 2016

A las 23, la selección buscará asegurar el primer puesto ante Bolivia Dos "9", varios cambios y un Messi que jugará pero no se sabe cuándo ni cuánto

Martino ensayó con la dupla Agüero-Higuaín, desarmó la zaga central y preserva a los que están lesionados y a los que tienen una amarilla. Si salimos primeros en el grupo, jugaremos el sábado en cuartos ante los venezolanos, de buen torneo.

Foto: Télam
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Seattle, Estados Unidos)

Respiraron aliviados los mexicanos cuando marcaron el empate ante la dura Venezuela. Querían desligarse a toda costa de tener que enfrentar a Argentina, al menos en octavos de final. Se les hizo cuesta arriba y consiguieron igualar un partido que se les había complicado. Ahora nos llegó el turno a nosotros de completar el trámite. ¿Será tan así?, veremos. Con cambios, cuidando a los que tienen amarilla (recién se purgan todas las tarjetas para semifinales) y a los que están algo lesionados, Martino ha probado variantes de nombres pero no de esquema. La idea se mantiene y no se renuncia. El equipo ya tiene una identidad, a pesar de que a veces se muestra más sólido que otras; y que en el partido pasado necesitó de la genialidad de Messi para golear. Pero si el fútbol se midiese por jerarquías individuales o cotizaciones, Argentina debería superar con holgura a Bolivia. Pero está claro que partidos son partidos y lo peor que puede pasar, es confiarse.

Va a jugar Kranevitter, habrá modificaciones en defensa y habrá que ver si lo pone o no a Messi. Martino volvió a decir que Messi iba a jugar, como antes de enfrentar a Panamá. Lo que no dijo es cuándo y cuánto tiempo lo va a poner. Los 30 minutos con los panameños estuvieron, casi diríamos, “planificados”. ¿Y ahora?, es todo una incógnita, al menos es lo que el técnico no confirma ni deja entrever.

La idea es no poner a ninguno de los laterales titulares. Mercado no está bien y Rojo tiene amarilla. Roncaglia es el reemplazante natural de Mercado –claro que con menos claridad para la proyección y menos llegada al área rival- mientras que por Rojo la idea es tirarlo a Funes Mori al costado. Primer riesgo: desarma la zaga central titular. Otamendi sigue, pero el acompañante sería Cuesta. No va en detrimento del zaguero de Independiente, sino que Martino decidiría romper una de las cosas que funciona y bien.

En el medio, como decíamos más arriba, Kranevitter juega seguro y va por Mascherano (otro de los que tiene amarilla). Junto a él, primero probó con Lavezzi por un costado y sin Banega, más Lamela y Messi para completar el mediocampo y dos centrodelanteros (Higuaín-Agüero). Después, salió Messi y entró Banega. Segundo riesgo: ¿se viene un cambio de esquema?. Es muy posible. Si Agüero e Higuaín juegan de lo que saben, sin inventarse posiciones, lo harán por adentro. Por eso, habrá que esperar que al trabajo de afuera lo hagan Lavezzi y Lamela, en tanto que con Messi habrá un enganche –si juega desde el arranque- y si no, el encargado de abastecer a los de arriba será Banega, que tuvo un trabajo aceptable en los dos partidos que se jugaron hasta ahora. 

En consecuencia, las alternativas en cuanto al esquema son dos. Martino apuesta a un 4-4- 2 en el caso de que no juegue Messi, o a un 4-3- 1-2 si lo pone desde el arranque. De una manera o de la otra, se supone que la dupla Agüero-Higuaín implicará un cambio en el esquema, si es que el técnico confirma a ambos desde el arranque.

La filosofía del entrenador para este partido parece estar definida: no poner a los que no están ciento por ciento ni tampoco a los que cargan con una amarilla. Así, Mercado, Pastore, Di María, Biglia, Augusto Fernández, Rojo, Gaitán y Mascherano, se quedarán afuera del equipo titular para este partido. Muchas ausencias, pero aún así, una formación que le saca ventajas siderales de prestigio, jerarquía y cotización al rival. Con eso no se ganan partidos, pero marca a las claras las distancias que se abren entre un fútbol argentino que podrá estar lleno de problemas estructurales y dirigenciales, pero que no pierde en absoluto su jerarquía, contra una Bolivia que también padece los problemas organizativos y dirigenciales, pero que no tiene la misma calidad y respuesta para salir adelante ante la adversidad.

Mientras tanto, el mundo sigue mirando azorado lo que ocurre en este país. Y lo mismo pasa acá, donde los norteamericanos no pueden entender y se llenan de preguntas por lo ocurrido en Orlando. La pregunta más recurrente es: ¿por qué en un país seguro, alguien que no está en sus cabales puede comprar un arma tan fácil y libremente, e ingresar a un lugar público de la manera en que lo hizo?. No tienen forma de entenderlo. Pero al mismo tiempo plantean cuestiones paradójicas, porque muchos norteamericanos tienen armas propias y las adquieren por razones de seguridad. ¿En qué quedamos?, ¿es o no es un país seguro?

Por lo pronto, hablemos de lo que menos importa en este momento y en este país. Argentina vuelve a jugar y Messi sigue en ese camino interminable de cosechar admiración, respeto y devoción. En dos partidos, este grupo de jugadores que se ha comprometido a hacer todo por salir de “perdedores”, mostró sus amplias y bien ganadas pretensiones de ser candidato. A Argentina no le pesa ser candidato. Se ganó el mote por derecho propio y por contar con un jugador único e inigualable, al menos para estos tiempos y para estas generaciones de futbolistas. Hoy, en una fresca y amenazante Seattle (por la lluvia), seguirá revalidando esas pretensiones. Más allá de Bolivia y más allá de los muchos cambios que ensayará Martino.

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