Fue en el atardeder de este sábado cuando Mauricio Brandán estaba cerrando la tienda Beautiful People. Ingresaron armados al grito de "dame todo" y se fueron tras pegarle entre dos y tres tiros.
La Capital |
Un comerciante de la zona oeste fue asesinado el atardecer de ayer en medio de un robo a su pilchería. Fue a las 19.45 cuando Mauricio Brandán, de 32 años, estaba cerrando la tienda Beautiful People, de Provincias Unidas 1584, a metros de Montevideo. El joven estaba allí con su hermano Eduardo, quien se cruzó hacia un kiosco cercano dejando a Mauricio arreglando alguna mercadería. En ese momento aparecieron cuatro jóvenes en dos motos de baja cilindrada y entraron a la tienda armados y al grito de “dame todo”.
Eso fue lo que escuchó un vecino que pasó por el lugar. En un par de minutos dos de los delincuentes ingresaron y fueron hacia la caja registradora, tomaron la billetera y el celular de Mauricio y salieron a encontrase con los cómplices que los esperaban en las motos. Mauricio no se habría resistido pero le dispararon al menos dos veces con un arma de grueso calibre.
Los cuatro maleantes huyeron con sus motos por Provincias Unidas al sur y se perdieron. En tanto, el hermano de Mauricio volvió al negocio cuando todo había pasado. El joven estaba tirado entre remeras y buzos, ya sin vida.
Resignación y dolor. “Fue rápido, sólo se escucharon dos o tres tiros”, dijo un vecino del local. “Hace dos o tres días que anda esa moto dando vueltas por acá, el barrio está terrible”, dijo otro vecino.
Los Brandán son tres hermanos y tienen otra pilchería en barrio Echesortu. Según comentaron vecinos, viven en el barrio desde siempre y estaban evaluando cerrar el local para prevenir robos. El padre de los jóvenes es un policía retirado y “siempre daba vueltas por el comercio para estar seguro de que nada les iba a pasar”, confesó una vecina que conoce a la familia desde hace muchos años. “Son gente impecable, de trabajo. Esto es terrible”, decía sin levantar la voz para no romper el profundo silencio de los que estaban allí, esperando y sin poder creerlo.
Minutos después del hecho y hasta pasadas las 21.30, en la puerta de la tienda (un local de no más de cinco metros por cinco), los amigos de Mauricio esperaban resignados. Cuando llegó la mortera para retirar el cuerpo comenzaron los gritos, los insultos y el llanto.
La madre del joven asesinado llegó al lugar en ese instante y se abrazó con su otro hijo. “No me dejaron abrazarlo, agarrarlo, despedirme. Quiero estar con él”, le dijo a Eduardo mientras el muchacho le pedía perdón por no haber estado con Mauricio “¿De que tengo que perdonarte? Estás vivo hijo, estás vivo”, le respondió la madre entre un llanto ahogado y a punto del desmayo. Los amigos y las amigas callaban. Una chica con la camiseta de Rosario Central, club del que Mauricio era fanático, no paraba de llorar e insultar. Ya eran las 22 de un sábado desgraciado.
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