El Ente de Turismo de Rosario editó una guía propuesta por los amigos del cómico. Y la presentará hoy, cuando el actor hubiera cumplido 82 años. El recorrido empieza en la casa donde nació el capocómico, en Callao entre Güemes y Brown.
La Capital |
Alberto Olmedo hubiera cumplido hoy 82 años. Y, en consonancia con la fecha, el Ente de Turismo de Rosario (Etur) presentará el circuito que persigue los pasos del capocómico en la ciudad. Se trata de un recorrido por una decena de lugares, donde conviven los más conocidos como su casa natal de barrio Pichincha con otros menos pensados como el ombú del parque España donde solía dormir la siesta cuando se escapaba del trabajo. La movida forma parte de la iniciativa para declarar al natalicio de Olmedo como Día del Buen Humor, que viene impulsando desde el año pasado su barra de amigos.
Justamente fueron ellos —Víctor Morjosé, Osvaldo Martínez y Bernardo “Chiquito” Reyes— quienes compartieron los recuerdos y las anécdotas que forman parte de la guía impresa y la aplicación para celulares realizadas por el Etur. El recorrido se presentará hoy, como parte del festejo por los 82 años del humorista fallecido trágicamente en 1988.
El “circuito Olmedo” es parte de una serie de recorridos que rinden homenaje a figuras destacadas de la ciudad. El Che Guevara tiene su derrotero entre el centro y el parque de la Independencia y el trayecto dedicado a Lucio Fontana une su taller de España al 500 con su obra pública más conocida, el sembrador ubicado en las barrancas del parque Urquiza.
“Lo particular que tienen estos itinerarios es que en todos los casos fueron propuestos por personas de la ciudad, comprometidas con las figuras a quienes se rinde homenaje o que las conocieron de cerca y acompañaron en algún tramo de su vida”, resalta el secretario de Turismo municipal, Héctor “Pichi” De Benedictis.
Con esa idea, la participación de Coco López fue decisiva en el circuito del Che en Rosario, Pedro Sinópoli propuso los lugares donde rendir homenaje a Fontana y los integrantes de la “barra del Negro” fueron los encargados de proponer los pasos a seguir para reconstruir la vida de Olmedo, cuando aún no se había probado siquiera la camiseta de el Capitán Piluso.
Siempre cerca. La ligazón con la ciudad que lo vio nacer y sus amigos de la juventud aparecía con insistencia en los ciclos televisivos y los personajes protagonizados por Olmedo. La ciudad supo devolverle la gentileza, subiéndolo al podio de los rosarinos famosos. Desde hace ocho años, en Rivadavia y Pueyrredón, la escultura de bronce que lo reproduce sentado en un banco de plaza es una de las postales obligadas de todo turista que se acerque a conocer Rosario.
Olmedo nació a pocas cuadras de allí, cuando Pichincha no era precisamente un barrio cool, en una casa de Callao entre Güemes y Brown. Y allí donde empieza el recorrido trazado por sus amigos. De la casa de su infancia, de Tucumán 2765 ya no quedan rastros. Pero sí de la verdulería y carnicería de José Becaccece, ubicada en Salta al 3000, donde el Negro tuvo su primer trabajo.
Están también la Escuela Juan Seguí, de Riccheri 350, donde cursó hasta quinto grado y la Almafuerte (Salta 2558) donde terminó la primaria en el turno noche. Y la parroquia Inmaculada Concepción (Riccheri 280) donde, dicen, tomó varias veces la primera comunión porque después de la ceremonia religiosa servían chocolate con facturas.
Si bien esa infancia, a la que solía recordar en la frase “eramos tan pobres”, resulta quizás el capítulo conocido de la vida del cómico; el circuito propuesto por sus amigos da lugar también a la sorpresa. Por ejemplo, su paso por el Primer Conjunto de Gimnasia Plástica en el club Newell´s Old Boys, a donde llegó junto a su amigo Osvaldo Martínez, quien todavía sigue dando clases en la escuela de Artes Urbanas.
El teatro La Comedia no sólo le abrió las puertas al mundo del espectáculo, cuando se incorporó a su claque, sino también lo alojó algunas noches cuando se escondía en las últimas gradas del gallinero. Y el Centro Asturiano integró la troupe juvenil con la que se subió por primera vez a un escenario.
El parque España es uno de los últimos pasos del recorrido. Allí, debajo de un ombú, Olmedo contó una vez que le gustaba dormir la siesta en verano.
La idea de instaurar la fecha de nacimiento de Olmedo como el Día del Buen Humor surgió informalmente el año pasado, cuando sus amigos se reunieron en Rivadavia y Pueyrredón para festejar el que hubiera sido su cumpleaños número 81, contar anécdotas, reír, brindar y soplar velitas. La propuesta se multiplicó rápidamente en las redes sociales y fue traducida en un proyecto presentado en la Legislatura.
Hoy por la mañana, la ceremonia volverá a repetirse. Y esta vez incluirá la presentación del circuito turístico que tiene al capocómico como único protagonista.
Justamente fueron ellos —Víctor Morjosé, Osvaldo Martínez y Bernardo “Chiquito” Reyes— quienes compartieron los recuerdos y las anécdotas que forman parte de la guía impresa y la aplicación para celulares realizadas por el Etur. El recorrido se presentará hoy, como parte del festejo por los 82 años del humorista fallecido trágicamente en 1988.
El “circuito Olmedo” es parte de una serie de recorridos que rinden homenaje a figuras destacadas de la ciudad. El Che Guevara tiene su derrotero entre el centro y el parque de la Independencia y el trayecto dedicado a Lucio Fontana une su taller de España al 500 con su obra pública más conocida, el sembrador ubicado en las barrancas del parque Urquiza.
“Lo particular que tienen estos itinerarios es que en todos los casos fueron propuestos por personas de la ciudad, comprometidas con las figuras a quienes se rinde homenaje o que las conocieron de cerca y acompañaron en algún tramo de su vida”, resalta el secretario de Turismo municipal, Héctor “Pichi” De Benedictis.
Con esa idea, la participación de Coco López fue decisiva en el circuito del Che en Rosario, Pedro Sinópoli propuso los lugares donde rendir homenaje a Fontana y los integrantes de la “barra del Negro” fueron los encargados de proponer los pasos a seguir para reconstruir la vida de Olmedo, cuando aún no se había probado siquiera la camiseta de el Capitán Piluso.
Siempre cerca. La ligazón con la ciudad que lo vio nacer y sus amigos de la juventud aparecía con insistencia en los ciclos televisivos y los personajes protagonizados por Olmedo. La ciudad supo devolverle la gentileza, subiéndolo al podio de los rosarinos famosos. Desde hace ocho años, en Rivadavia y Pueyrredón, la escultura de bronce que lo reproduce sentado en un banco de plaza es una de las postales obligadas de todo turista que se acerque a conocer Rosario.
Olmedo nació a pocas cuadras de allí, cuando Pichincha no era precisamente un barrio cool, en una casa de Callao entre Güemes y Brown. Y allí donde empieza el recorrido trazado por sus amigos. De la casa de su infancia, de Tucumán 2765 ya no quedan rastros. Pero sí de la verdulería y carnicería de José Becaccece, ubicada en Salta al 3000, donde el Negro tuvo su primer trabajo.
Están también la Escuela Juan Seguí, de Riccheri 350, donde cursó hasta quinto grado y la Almafuerte (Salta 2558) donde terminó la primaria en el turno noche. Y la parroquia Inmaculada Concepción (Riccheri 280) donde, dicen, tomó varias veces la primera comunión porque después de la ceremonia religiosa servían chocolate con facturas.
Si bien esa infancia, a la que solía recordar en la frase “eramos tan pobres”, resulta quizás el capítulo conocido de la vida del cómico; el circuito propuesto por sus amigos da lugar también a la sorpresa. Por ejemplo, su paso por el Primer Conjunto de Gimnasia Plástica en el club Newell´s Old Boys, a donde llegó junto a su amigo Osvaldo Martínez, quien todavía sigue dando clases en la escuela de Artes Urbanas.
El teatro La Comedia no sólo le abrió las puertas al mundo del espectáculo, cuando se incorporó a su claque, sino también lo alojó algunas noches cuando se escondía en las últimas gradas del gallinero. Y el Centro Asturiano integró la troupe juvenil con la que se subió por primera vez a un escenario.
El parque España es uno de los últimos pasos del recorrido. Allí, debajo de un ombú, Olmedo contó una vez que le gustaba dormir la siesta en verano.
La idea de instaurar la fecha de nacimiento de Olmedo como el Día del Buen Humor surgió informalmente el año pasado, cuando sus amigos se reunieron en Rivadavia y Pueyrredón para festejar el que hubiera sido su cumpleaños número 81, contar anécdotas, reír, brindar y soplar velitas. La propuesta se multiplicó rápidamente en las redes sociales y fue traducida en un proyecto presentado en la Legislatura.
Hoy por la mañana, la ceremonia volverá a repetirse. Y esta vez incluirá la presentación del circuito turístico que tiene al capocómico como único protagonista.
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