El ADN de Central marca que es un equipo tan vertical como intenso. Aprieta, muerde y trata de destruir cualquier tipo de acción que insinúe el adversario en los diversos escenarios que se presenta.
La Capital |
El ADN de Central marca que es un equipo tan vertical como intenso. Aprieta, muerde y trata de destruir cualquier tipo de acción que insinúe el adversario en los diversos escenarios que se presenta. No obstante, la problemática que lo envuelve, o al menos la que expuso en los últimas actuaciones, es que aún no supo decodificar el entramado cuando el rival llega al Gigante con la única propuesta de esperar y ver qué pasa después. Ahí el Canalla deja al desnudo que le falta una pieza que tenga la facultad exclusiva de pensar fríamente cuando las papas queman para poder generar espacios y lastimar de verdad en pos de izar la bandera del triunfo. Las causalidades indican que no en vano acumula cinco empates al hilo en Arroyito, más allá de que la campaña en general es loable.
El sólido arranque de temporada quedó en la retina. La igualdad del último sábado a la noche frente a un conservador Sarmiento no hizo otra cosa que inyectarle una dosis más de resignación a todos los canallas. A los jugadores y cuerpo técnico en realidad. Es que el grueso de los hinchas todavía sigue eclipsado y festejando por el triunfo ante Newell\'s.
Cuando los protagonistas auriazules afirman que "hay que ganar para estar arriba" o "en casa no podemos dejar escapar más puntos" no hacen más que potenciar la carencia que viene teniendo el Canalla cada vez que da el presente en el Gigante. Eso desde lo numérico. Pero desde lo futbolístico hay algunas cuestiones que sobresalen y siguen siendo tarea a resolver.
Central agarra la lanza del protagonismo y acelera sin cesar de arranque para marcarle la cancha al adversario. Y en líneas generales le está yendo muy bien porque es uno de los cuatro principales nombres que animan el certamen que dominan Boca y San Lorenzo. Pero también exhibe una gran falla.
Y es que no sabe cómo responder cuando el que tiene enfrente se plancha y lo espera. La última imagen es la que cuenta. Y es la de Sarmiento ofreciendo un juego colectivo trabado e inofensivo. Sin embargo, casi se lleva un triunfo del Gigante porque el Canalla no podía generar espacios para lastimarlo. Sin embargo, sobre el cierre encontró el gol y sumó un punto.
La historia indica que hizo tablas también contra Huracán (1 a 1), Lanús (1 a 1), Independiente (1 a 1) y Vélez (0 a 0). Y, salvo el granate, que mereció irse con todo lo que estaba en juego, el resto sólo propuso esperar desde lo táctico. Y no hubo respuestas del otro lado. El común denominador fue mucha aceleración, imprecisión y déficit a la hora de parar la bocha y recalcular el rumbo.
Sin dudas, le está costando más de la cuenta ganar en casa. Quizá sea por falta de confianza. O tal vez sea el hecho de que no tiene un jugador que pueda ocupar el rol de armador. Por características, no hay en el plantel. Se argumentó que Gustavo Colman podría ejercer esa función, pero luego quedó claro en la cancha que no es así. El entrenador improvisa con Franco Cervi o el Chelito Delgado para que generen esencialmente juego en ofensiva. Pero cuando ellos no aparecen o no se conectan, todo queda en intención.
Coudet sabe de la necesidad que tiene el equipo por mejorar en esa faceta que lo está condenando a igualar seguido en Arroyito. El sábado a la noche no ocultó su fastidio por volver a empatar. El Chacho deberá revisar el libreto y encontrar la llave que abra el juego cuando el rival se agazapa en su terreno para quebrar esta racha adversa. No es una tarea sencilla. Sobre todo porque no cuenta con la herramienta precisa. Aunque si no halla la fórmula para generar espacios, seguirá aferrado a la cadena de empates.
Un mediocampo que viene partido en dos
La falencia en materia de generar huecos cuando los rivales se repliegan es el aceitado doble cinco defensivo que exhibe el Canalla desde hace algunas jornadas. Nery Domínguez y Damián Musto vienen derechitos haciendo lo que les indica el Chacho. No así el grueso de los nombres que tienen una fuerte vocación natural para lastimar. Salvo el Chelito en los últimos partidos, el resto de los nombres vienen demostrando un bajo nivel que atenta contra el buen funcionamiento. Incluso el atacante Marco Ruben viene sacrificándose más de la cuenta porque la pelota no le llega como antes.
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