Ayer por la mañana falleció a los 26 años el exjugador rojiblanco, Diego Barisone, tras sufrir un accidente en la Autopista Santa Fe-Rosario.
Diario UNO |
Qué difícil se hace a veces en la vida de un periodista que no se le mezclen las sensaciones de tristeza o alegría, de emoción o desazón, de angustia o excitación. Básicamente porque es algo con lo que tenemos que vivir con hechos que quedan en el recuerdo y que serán imborrables por lo bueno o lo trágico. Y lamentablemente en esta ocasión las imágenes que se cruzan son diversas, pero las mismas llegan, porque ayer cerca de las 5 de la mañana en la Autopista Santa Fe-Rosario partió hacia el cielo y nos dejó sin consuelo alguno Diego Francisco Barisone.
Para mucho era conocido como Bari, el santafesino que dio sus primeros pasos futbolísticos a los cuatro años cuando se llenó de lágrimas al patear su primera pelota en la Escuelita de Fútbol del club de sus amores: Unión.
Ese que, con ojos de pícaro, desde chico, soñó con ser feliz vistiendo la casaca roja y blanca, el mismo que se rompió el alma para darle la alegría inmensa a papá Gerardo y a mamá María Rosa o a su hermana Ornella, de verlo brillar en el fútbol de Primera División.
Pero no solo se sacó las ganas de que «su» gente lo vea saltar, marcar, cabecear y hasta marca un gol, sino también que, con 26 años, se fuera físicamente llevándose en su memoria alegrías como las que palpó en la institución de la Avenida López y Planes. Nada más y nada menos que dos ascensos en su corazón, los del 2011 y 2014.
Las frías estadísticas indicarán que un 28 de julio de 2015 dejó de existir el marcador central que jugó 51 veces para el Rojiblanco, 46 como titular y que marcó tres tantos oficiales ( Argentinos, San Lorenzo y Banfield). Las cifras indican que fueron 4154’ los que sumó dentro de un campo de juego, tanto sea en la elite del balompié nacional como en el ascenso y siendo nada más que una vez expulsado (ante Quilmes, en el estadio 15 de Abril).
No menos importante es destacar que su primer cotejo como profesional se dio el 13 de diciembre del 2009, cuando en Santa Fe, el Tate venció por la mínima diferencia a Defensa y Justicia.
Justamente, el hombre que lo hizo debutar como profesional fue nada más ni nada menos que el querido Fernando Alí. Que emocionado por este hecho tan lamentable y como pudo dejó algunas reflexiones sobre Diego Barisone. “Estoy muy triste. Hay que recordar a Diego de la mejor manera… Tuve la suerte de hacerlo debutar y ahora con esta noticia estoy muy golpeado anímicamente. Diego fue un chico que se formó completamente en Unión y soñaba con el presente que estaba disfrutando. Era un pibe muy alegre”, señaló el Turco.
De tal palo tal astilla
Todos los que de alguna u otra manera en la ciudad conocieron mínimamente a la familia Barisone, saben lo que los padres «bancaron» a Diego para que no solamente se forme como persona sino también que lo acompañaron a cada torneo desde las infantiles como a lo largo de su trayectoria como profesional.
Todos sabíamos los miles de kilómetros que hizo Gera (su padre) para verlo jugar; hasta en las pretemporadas estuvo, como en Uruguay en 2011. O su mamá, que leía los puntajes de nuestro matutino, incluso estando o no de acuerdo a veces con las opiniones hacia el simple y humilde Bari. El mismo hombre que tenía una fuerte marcación más afuera que dentro de la cancha. Un pibe de familia.
Porque en el día a día, fuera de un campo de juego Diego tenía una voz de chico tímido y respetuoso, que en muchas oportunidades ante la prensa prefería pasar desapercibido. Pero los nervios y las broncas que masticaba por su querido Unión iban siempre por dentro. Igual que su familia, la que en la cancha se bancó algún que otro insulto de un hincha caliente por alguna jugada que no salió bien.
Ese era Diego Barisone. El que vivía por Unión, el que creció para ir a Lanús, pero el que nunca se olvidó de sus amigos y menos de sus seres amados. El que ayer nos dejó sin palabras en una Autopista y al que hoy todos lloramos.
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