Juan Pablo Garro no seguirá al frente de la policía en el departamento La Capital. Había sido nombrado el 31 de diciembre. Organizaciones judías y de DD.HH., el Inadi y la titular de Madres de Plaza de Mayo, Queca Kofman, forzaron la medida.
El Litoral |
La primera semana de 2015 todavía no terminó y el gobierno provincial ya sufrió su primer dolor de cabeza con la Policía.
La designación, los cuestionamientos y el anuncio de la remoción del jefe de la Unidad Regional Uno sigue un curso narrativo clásico de introducción, nudo y desenlace, pero la historia parece tener falsos finales, y al cierre de esta edición, aún no ha terminado.
Todo comenzó el último día de 2014 y lo que parecía iba a ser en 2015 una noticia del año pasado se convirtió en el principal hecho informativo respecto de la relación entre la Casa Gris y los uniformados santafesinos.
En pocas palabras, hoy a primera hora se dio a Juan Pablo Garro como removido y reemplazado, pero a media mañana ya se sabía que seguía siendo el jefe de la URI y que encabezaba un operativo -un procedimiento de requisa- en los calabozos de la Unidad Regional 3. De todas formas, voceros del gobierno santafesino le confirmaron a El Litoral que el policía sería removido del cargo y que eso ocurriría en cuanto hubiera una decisión sobre quién lo reemplazará.
La prensa de Rosario amplificó la confusión sobre lo que ocurriría en el departamento La Capital. Hubo una declaración oficial del ministro de Gobierno, Rubén Galassi, en la que anticipó que Garro iba a ser reemplazado (lo que luego se confirmó) y también adelantó que “en cuestión de días” volvería a ocupar ese lugar el comisario Sergio Vergara, que fue separado de ese sillón tras el caso del camión con drogas en la Ruta 1.
“Es un tema de sensibilidad pública”, resumió acertado el ministro político del gobierno provincial, para explicar que estaba abordando cuestiones específicamente atinentes a otro ministerio: el de Seguridad.
En el oficialismo, hoy todas las miradas se posan sobre el recientemente nombrado secretario de Seguridad, Gerardo Chaumont.
El ex gendarme había asegurado cuando el vendaval de críticas era imparable: “El caso está cerrado, a nuestro entender no hay nada” por lo que “no vamos a iniciar cazas de brujas por cosas que ocurrieron en 2006”, minimizaba.
Más confusión
La idea de que Garro dejaría hoy mismo la jefatura otra vez en manos de Vergara fue también reforzada con las expresiones de su abogado, Claudio Torres del Sel, defensor del jefe policial (y del subjefe Sergio Fernández) ambos separados de sus cargos mientras se investiga qué pasó con el cargamento de drogas sin detenidos (“evadidos en la nocturnidad”, según se explicó entonces) en un camión en la Ruta Uno.
Del Sel dijo se les debe devolver su lugar “porque ellos no están imputados en ninguna causa”.
En diálogo con LT10, el letrado aseguró que: “Nunca existió un pedido de indagatoria para ellos. Los comisarios hicieron una presentación y se pusieron a disposición del juez. Lamentablemente, un medio periodístico de Rosario publicó una información errónea y esto perjudicó a mis defendidos. Vergara y Fernández no están imputados en la causa del camión con droga”. “El gobierno provincial le pidió a mis defendidos que se tomen una licencia hasta que se aclare la situación. Como la situación ya está aclarada, Vergara y Fernández deberían ser repuestos en su cargo, aseguró Torres del Sel.
Licenciados
Vergara estuvo esta mañana en la sede del ministerio de Seguridad. Allí presentó por escrito un pedido para renovar (por otros 15 días) su actual estado de licencia y con ello volvieron las especulaciones respecto de qué ocurriría con Garro, quien además se mostraba en plena actividad.
Cuando el gobierno hizo saber a los periodistas de Santa Fe que Garro iba a dejar su cargo anunció que también pedirá licencia, se quejó por el trato que recibió y llamó a una conferencia de prensa. “Lo hago para que mi familia descanse un poco, por todas las cosas falsas que están diciendo los medios”, expresó.
¿Sólo fue un garrón?
Las condenas a la designación como jefe de la Unidad Regional 1 de quien adornó su despacho anterior con símbolos nazis fueron tan amplias, plurales, inmediatas -y necesarias- como previsibles.
El mismo día en que asumía Juan Pablo Garro se sabía que a la Casa Gris -además del Ministerio de Seguridad donde se tomó la decisión- el suceso le traería un dolor de cabeza.
El último día de 2014 (hace menos de una semana) era sólo cuestión de poner el nombre y el apellido del agente para dar con ese impresentable antecedente de 2006: una acusación por discriminación y las pobres explicaciones de por qué había un dibujo con un águila y una esvástica en su escritorio.
Aquella información había tenido una amplia difusión en la provincia, e incluso fue reflejada por los medios nacionales: era necesaria una investigación por los archivos de Asuntos Internos para saberlo.
Por estas horas, el gobierno ensaya explicaciones que no pueden más que tener una escasa efectividad. Que el nombramiento fue “provisorio”, que cuando en 2006 (antes del gobierno del Frente Progresista) se revisó su legajo no se lo excluyó de la fuerza, que no hay que olvidar el principio de inocencia.
Por tamaño papelón caben muchas preguntas. El nombramiento y desplazamiento de Garro, ¿un simple garrón? ¿Fue nada más que el disgusto nacido de un yerro? ¿No hubo además de “garrón”, cierto “garroneo” político? Esas mezquindades de quien espera el error del rival en alguna interna... ¿Habrán jugado segundas y terceras líneas al silencio contra quienes tomaron la decisión a puertas demasiado cerradas?
Una y otra vez los funcionarios políticos del gobierno, dentro y fuera del Ministerio que ocupa el edificio que alguna vez fue de la Jefatura de la Policía, repiten: “Fue una decisión del secretario de Seguridad Gerardo Chaumont”.
Nada casualmente la crónica de El Litoral -titulada “Expectativa y cuestionamientos en un nuevo recambio de la URI”-, del 31 de diciembre subraya: “No hubo autoridades políticas en el acto” del recambio “provisorio”.
“Fue un error y hay que arreglarlo. Nosotros a Milani no lo hubiéramos sostenido (...) los obeidistas que ahora desempolvaron los antecedentes de Garro, en 2006 no lo sacaron de la Policía”, se quejan entre dientes los cuadros políticos del oficialismo.
Saben que, como el terrorismo de Estado, la palabra nazi es excluyente. No admite matices. Y las esvásticas tampoco.
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