Cadenas minoristas de indumentaria de moda y deportiva y de cuidado personal, además de bancos, procuran atraer nuevos clientes. Estrategia para paliar la caída en las ventas. Un ejemplo de la metamorfosis comercial que registra la ciudad es el barrio Tiro Suizo.
/La Capital |
Cadenas minoristas de indumentaria de moda y deportiva y de cuidado personal, además de bancos, suman a su estrategia económica establecerse con locales de cercanía en los principales centros comerciales a cielo abierto de la ciudad. El desembarco es bien recibido por los comerciantes emblemáticos de esas zonas ya que los ven como “atractores” de nuevos clientes, a la vez de implicar un “desafío” por tratarse de jugadores de mayor envergadura.
El caso más avanzado de esta metamorfosis está en la zona comercial de San Martín 5000 (barrio Tiro Suizo), donde en los últimos tres años se convirtió en un microcentro con más de una decena de bancos y financieras, una treintena de cadenas y marcas nacionales y locales de ropa, calzado y otros rubros que conviven con negocios históricos como Las Heras Bar, abierto desde 1962.
La caída de las ventas, los altos costos de los alquileres en el centro de la ciudad y en los shoppings y las políticas de visibilización encaradas desde el Estado hacia los centros barriales (junto a estadísticas sobre la participación de cada zona comercial) despertaron la atención de jugadores no sólo locales, que ven, además de un posicionamiento de marcas, la posibilidad de ganar en escala en una fase de menores márgenes de ganancia.
Según la Secretaría de Producción municipal, los 5.941 locales registrados en los centros a cielo abierto de Rosario facturaron 14.700 millones de pesos en 2013, sobre los 80.000 millones que registró el sector comercial completo.
Dentro del camino de descentralización y reconversión metropolitana que vive la ciudad, hoy parece insinuarse el ingreso a una nueva fase de este proceso de transformación junto a una concentración en sectores como el de perfumerías (donde seis marcas de capitales rosarinos suman ya 50 locales). Y en el de indumentaria, tanto de marcas de vestir como deportivas, ocurre algo similar.
A diferencia del proceso de cadena que se registra en el rubro gastronómico, que se concentra en polos de consumos medios y altos, los rubros comerciales en expansión tienen características particulares.
El avance de cadenas de ropa deportiva, de cuidado personal y, en menor medida, de electrodomésticos se da con mayor énfasis en algunos centros comerciales que en otros.
Además de Tiro Suizo, los barrios de Echesortu, Empalme y Fisherton comenzaron a notar el tanteo o, directamente, la llegada de jugadores en busca de otra franja no menor de potenciales clientes para los cuales la movilidad y acceso gana terreno, ya que también se alimentan de ciudades cercanas como Funes y Villa Gobernador Gálvez.
En todos los centros comerciales coincidieron en que la radicación de los bancos es un imán para el flujo de personas. Y eso se nota en varios en los que no hay ninguna sucursal, según manifestaron comerciantes de Arijón y de San Martín al 3500, mientras que en Empalme aparece la demanda de cajeros automáticos.
En Fisherton se sumaron a ese proceso también marcas relacionadas con la medicina, como el Instituto del Niño. También fueron radicándose negocios en tradicionales casonas del barrio, fenómeno que ya ocurrió en bulevar Oroño, pero a mediano y largo plazo. Un ejemplo es la bodega Casa Araujo, aunque otros no prosperaron.
Más que por vislumbrar un proceso de expansión del consumo, empresarios de distintos rubros encuentran en la territorialización, distribuyendo costos en tres o cuatro negocios en esas peatonales barriales, una ecuación semejante a la del alquiler de un importante local en un centro comercial. Por lo que algunos están repensando parte de su negocio, ya sea para reducir gastos como para llevar el posicionamiento de sus marcas a otras audiencias que, por distintas razones, prefieren la cercanía.
Por ahora la demanda no provocó un sobrecosto de los alquileres de los comercios, aseguraron en inmobiliarias que trabajan en esas zonas comerciales.
De todos modos, “hoy no hay locales disponibles y el principal problema es el estacionamiento”, explicó Mónica Autino, presidenta del Centro Comercial Fisherton.
Una problemática similar se registra hoy en el “microcentro” de Tiro Suizo, también los fines de semana, y en el de Empalme, sobre Juan José Paso.
Expansión. Para el presidente de la Asociación Empresaria de Rosario (AER), Ricardo Diab, la logística de los consumidores volvió atractivos los centros a cielo abierto. “Desde hace dos años se nota más la búsqueda de expansión comercial fuera del centro rosarino”, agregó el dirigente.
Gabriela Salamano, del Centro Comercial Echesortu y socia de la tienda de ropa infantil María y Juanes, consideró que todo lo que sume trabajo es bienvenido. Daniel Giribone, del Centro Comercial San Martín, coincidió en que las inversiones “son bienvenidas”.
Raúl Bisiach, de Paseo Alberdi y dueño de perfumerías Kokette, dijo que todo lo que represente agregar valor a la a zona es positivo, pero advirtió que no debe ir en detrimento de otros jugadores.
En ese sentido, los negocios más chicos, si bien prefieren que se motorice su zona, manifestaron como preocupación que el desarrollo de las cadenas de comercialización los vaya dejando fuera de competencia.
Por ese motivo, consideran que la participación del Estado en estas puestas en valor de los centros comerciales a cielo abierto debe tener un fuerte sesgo en defensa del pequeño negocio de barrio.
“Porque el día que no les sea más rentable, levantan la tienda y se van, mientras que nosotros, que somos de acá, nos quedaremos”, sintetizó una comerciante de Empalme con varias crisis económicas en el haber.
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