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domingo, 26 de enero de 2014

EL URUGUAYO SEBASTIÁN ABREU CONFESÓ QUE "CENTRAL ME DIO UNA NUEVA VIDA DEPORTIVA"

Es un auténtico trotamundos y asegura que lo motivan los desafíos desde chico. Siempre cambiaba de clubes en el baby. Lo mismo en su época de basquetbolista.
.La Capital | 
EL URUGUAYO SEBASTIÁN ABREU CONFESÓ QUE

 Es un auténtico trotamundos y asegura que lo motivan los desafíos desde chico. Siempre cambiaba de clubes en el baby. Lo mismo en su época de basquetbolista. Washington Sebastián Abreu es diferente. Apela a un lenguaje rico a la hora de exteriorizar su pensamiento. Y lo hace sin filtros. “Las dos veces que opté por lo económico (Israel y Grecia) me fue mal. No me moviliza eso sino me hubiese quedado en Nacional. Vine por menos plata a Rosario. Vine además como un león herido y Central me dio una nueva vida deportiva”, cuenta.
   —¿A esta altura de tu carrera cómo estás en lo personal y deportivo?
   —Disfrutando mucho de todo esto. No soy mucho de pensar si son mis últimos cartuchos porque eso me condicionaría mucho y más en el día a día. También influiría en la parte psicológica y emocional. Por eso trato de estar bien en todo momento. Sé también que esta pretemporada me costó más que otras. Entonces quiero y pienso en ponerme bien y en sentirme útil dentro del campo de juego. Eso será un parámetro para ver qué podría suceder en el futuro. Pero la elección de haber venido a Central fue acertada.
   —¿Notaste algo especial desde que llegaste?
   —En la segunda semana percibí que había hecho bien en elegir Rosario y que Central tiene connotaciones diferentes. Por eso, ahora con siete meses de convivir acá, no dudo de que fue perfectamente acertado sumarse a este club. Sobre todo porque disfruto a pleno todo lo que genera la institución, a nivel deportivo o social. Lo que transmite la forma de recibirnos la gente en el Gigante es algo incomparable. Uno como futbolista, más allá de que juega para ganar y que hace todo para que siempre le vaya bien, se siente un privilegiado de vivir este tipos de emociones y entorno que no todos los equipos y países te lo generan.
   —¿Imaginabas que volverías a la Argentina a esta edad?
   —No, la verdad que no.
   —¿Por qué el mercado es muy competitivo?
   —No, no pasaba por ahí. Porque no lo tenía contemplado debido a cómo se venía desarrollando mi futuro. Pasó que luego no se dio. Y eso me enseñó a no diagramar un futuro porque en cuestión de días te modifican todo. La columna que tenía o creía construída se vino abajo. Por ahí pensaba que si había un entrenador amigo en tal lado podía haber alguna chance, pero no lo fue en este caso. Además había vuelto a Uruguay tras mi salida de Brasil con la idea de arrancar un proyecto que se iniciaba dentro de la cancha y terminaba como entrenador en el club (Nacional) luego de tres años. Sobre todo para comenzar a elaborar la imperiosa reconstrucción que necesita Nacional para volver a situarse a nivel internacional.
   —Y apareció Central.
   —Sí, y el presidente de Nacional, al ver que me estaban usando como “cabeza de turco” en algo que no tenía que nada ver, puso toda su disponibilidad para dejarme ir. Y así fue que me llamó Miguel (Russo), quien me comentó del proyecto, de las intenciones que tenía, de lo que necesitaba de mi como jugador y lo que podía trasmitirle en el vestuario. Fue entonces que todo duró muy poco tiempo para que se resolviera, ya que las palabras que me brindó un entrenador con tanto prestigio, sumado a la importancia del club, hicieron que todo se haga sin inconvenientes.
   —¿Te sorprendió lo que genera Central pese a que jugaste en muchos clubes importantes del mundo?
   —Sí, y para bien. Tenemos un estadio lindo, un buen predio de entrenamiento, buenas pelotas y ropa, un hotel para nosotros solos, buenas comidas, tenés todo como para disfrutar del día a día. En lo único que tenés que preocuparte es en venir a practicar, disfrutar del vestuario y los entrenamientos. Luego, todo de lo más se irá dando sólo.
   —¿Pensabas que ibas a jugar más durante el semestre pasado teniendo en cuenta de que ya tenés un nombre ganado en el ambiente?
   —La verdad es que tenía mis dudas en el inicio porque notaba que me costaba adaptarme. Acá se corre mucho, hay mucha dinámica y presión. Y por mis características, que son el pivoteo y el de estar dentro del área, sabía que tenía que hacer algo pronto para aclimatarme sin dejar de utilizar mis armas. Es que al haber estado cuatro meses en Uruguay, donde tenés la posibilidad de parar la pelota, girar y salir, hacía que me costara mucho en ese aspecto. Y como encima estaba cabeza dura con mi forma de jugar, hacía que me chorearan con facilidad la pelota al principio. Pero empecé a entender que tenía que largarla más rápido y adaptarme al circuito lo más pronto posible para estar. Y el equipo me ayudó mucho.
   —¿Cómo tomaste el hecho de ser suplente?
   —Como algo inevitable del proceso porque llegué a cinco días de empezar el campeonato. Era muy difícil aspirar a ser titular cuando Miguel (Russo) ya tenía todo armado. Sí me sirvió para analizar cómo eran los partidos y cómo tenía que moverme cuando me tocaba entrar. Después fui agarrándole la mano.
   —¿Y ahora qué pensás tras haber completado una muy dura pretemporada?
   —Me costó más, pero estoy bien. La ilusión es sentirme bien. Sumado a los seis meses de readaptación al fútbol argentino apunto a darle un desahogo a Miguel y a pelear por la titularidad como la quieren todos.
Una esperanza llamada Celeste
La selección de Uruguay y poder estar en el Mundial siempre ocupan un lugar en el pensamiento de Abreu. “El hecho de decidir volver a Uruguay y no jugar hizo que pierda terreno. El Maestro no puede citarme cuando no juego en mi equipo. Si no jugás en la liga uruguaya, que es semiprofesional, le estás dando pocas armas al entrenador de la selección para que te convoque. Pero no pierdo las esperanza ni la ilusión de ir al Mundial”.
   —¿A qué le apuntás en estos tres meses y medio de torneo?
   —En primer lugar a que Central mantenga una identidad como equipo y regularidad.
   —Y llegar a la suma de 50 puntos para poder clasificar a la Copa Sudamericana.
   —Pasa que con esa cantidad de puntos estás peleando por un lugar en la Copa seguro. El mínimo que nos tenemos que poner como meta son 24 puntos. Pero no hay que olvidarse de que el año que viene la historia será otra y si sacás más unidades, mejor aún.
   —¿El Mundial te desvela?
   —Es la ilusión que tengo, pero antes tendré que hacer bien las cosas en Central. Más allá del amor que siento por el fútbol, si estoy acá es por la selección. Es que si el entrenador (Oscar Tabárez) me hubiese dicho que no me iba a tener en cuenta, entonces por ahí me quedaba en Uruguay. Otra cosa que me movilizó son mis hijos más chicos (mellizos), quienes por ahí me preguntaban por qué no jugaba (en Nacional). Y eso hizo que me mueva y busque un nuevo destino así ven a su padre en vivo y no se quedan con una imagen del periódico viejo o tal programa deportivo. Por eso le estoy muy agradecido a Miguel (Russo), Speciale y a Central porque me dieron una nueva vida futbolística.
   —¿Hablás con Tabárez?
   —No, porque él no es de hacerlo mucho afuera del ámbito. Sí lo hacemos cuando nos vemos o estamos en una cancha. En cambio, con gente de su entorno o de la selección, sí lo hago seguido porque aún me considero parte del grupo. Todavía tengo feeling con la selección.
   —Tu sueño es jugar tu tercer Mundial. ¿Cambiarías algo de lo que tenés por haber marcado un gol en una competencia de semejante trascendencia?
   —No, por nada. Prefiero vivir con el penal que hice en los cuartos de final en Sudáfrica 2010 y no con 5 goles que podría haber hecho en otro partido.
   —Qué locura que hiciste al picarla en ese penal.
   —No creo que haya sido así. Si era Zidane, todos hubiesen dicho que era clase. Como dijo el Maestro, fue clase. Recién ahora voy tomando conciencia de lo que hice. Uruguay volvió a estar en una semifinal luego de muchísimos años. Y eso no me lo sacará nadie.

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