Así se refirió el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, quien el sábado ofició una misa por la droga, el narcotráfico y los hechos de inseguridad. Pidió acompañar a los familiares de las víctimas.
/Diario UNO |
El sábado, la Iglesia en la Argentina convocó a una jornada de ayuno y oración, como un gesto significativo para acompañar a la reciente declaración: el drama de la droga y el narcotráfico. Es por eso que el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, celebró una misa en la Catedral Metropolitana en relación a este tema y también para rezar por los familiares y amigos de las víctimas de la inseguridad, incluidos los allegados a Serena Martínez, la nena de siete años que falleció el jueves a la noche luego de agonizar casi una semana tras recibir el impacto de una bala perdida. “El gesto cuando acompaña a la palabra se hace testimonio y compromiso social”, dijo el sacerdote santafesino.
Arancedo, en diálogo con Diario UNO, aprovechó para hacer una reflexión sobre este hecho que enlutó a la ciudad de Santa Fe, y le pide a la comunidad santafesina unirse ante estos acontecimientos tan dolorosos; fortalecer los lazos de solidaridad, y demostrarle a la persona que pasó por un trance difícil que se comparte ese dolor.
“En la misa invitamos a la gente a tener un gesto de acercamiento humano también para aquellos que han perdido a un ser querido, para que no estén solos, sino que sientan que son parte de una sociedad que los acompaña, que somos solidarios con ellos y asumir el traspié, no ser espectador de lo que le pasa al otro sino sentir que ese daño nos llega también a nosotros”, expresó el arzobispo santafesino.
Y al mismo tiempo agregó: “Con respecto a la gravedad del tema cuando hablamos del caso de Serena requiere de una situación de ira en toda la comunidad por eso estamos todos invitados a participar, a hacer un profundo clamor para erradicar, prevenir y contagiar el sentido que tiene un gesto”.
En referencia a los hechos que vienen sucediendo en el último tiempo relacionados con la inseguridad, José María Arancedo dijo: “ Es como el Papa cuando hizo un gesto al llamar a una jornada de oración y ayuno frente a una guerra que ya salía en Irán y que se pudo frenar gracias a Dios; y ojalá que esto también sensibilice a todos para tomar una postura definida frente al tema del narcotráfico, la droga y también acercarnos a aquellas personas que han sufrido la violencia y la muerte”.
El representante de la Iglesia santafesina aclaró que la misa que se celebró el sábado a la noche no fue solo por el flagelo de la droga y el narcotráfico sino también por la inseguridad que cada día pone en jaque a una sociedad. Hechos injustos y sin razón de ser que destrozan y quiebran a familias enteras.
“En la misa también participaron familiares y amigos de personas que fueron víctimas de la muerte o la violencia por robos, y por supuesto lo que pasó con Serena. Este conflicto por inseguridad, drogas, muertes nos invita a reunirnos para hacer una oración. Que se vea que estamos involucrados frente a esto que avanza; y que encuentre a una comunidad definida. Todos somos parte de esto y no pensar que le pasó al otro. Me pasó a mi también porque soy parte de una comunidad que clama reconciliación, justicia, paz, solidaridad, y sobre todo amor a la vida”, dijo Arancedo.
“A las familias que perdieron a un ser querido les tenemos que decir que estamos cerca de ellos, acompañarlos con el gesto, la palabra, el abrazo; que sepan que también nos sentimos afectados por el dolor que ellos tienen porque han perdido un hijo, una hija, un esposo, un hermano, un amigo, es decir, ser solidarios y expresarles que lo que los afecta también me afecta a mí, me siento herido y parte de esta sociedad que tenemos que recomponer. La solidaridad por lo general nos une en la alegría, hoy nos tiene que unir también en el dolor y sentirnos parte unos de otros”.
En definitiva, para Arancedo la sociedad “debe ser solidaria” y asumir el compromiso frente a lo que es el drama de la droga, el narcotráfico, la violencia, la inseguridad. Sentirnos unidos y por supuesto acompañarnos”, agregó y al mismo tiempo manifestó: “No tenemos que quedarnos encerramos y decir «total a mí no me pasó», sino al contrario, te puede pasar y por eso hay que ser solidario y eso fortalece mucho la vida de la comunidad y sobre todo afirmar los valores de verdad, justicia, de amor, de solidaridad, queremos una sociedad más justa, más reconciliada y sobre todo debemos asumirlo como ciudadanos”.
En el caso de la pequeña Serena Martínez, José María Arancedo pidió a la sociedad “acompañar a los padres y familiares. Son papás muy cercanos a la Iglesia y les dije que compartimos su dolor, nos unimos en la oración por esta criatura y queremos acompañarlos en el reclamo a la justicia que tienen todo el derecho a hacerlo”.
En el encuentro del sábado, se pidió, entre otras cosas, que “se sostengan los corazones y las voluntades de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de los recursos de la ley, para frenar la perversa y devastadora fuerza de las drogas”. También se reclamó por la construcción de “una cultura del encuentro y la solidaridad, como base de una revolución moral que sostenga una vida más digna, y por la conversión de los narcotraficantes”.
Es por eso que el 7 de diciembre, en todas las diócesis del país, en las catedrales y santuarios, parroquias y capillas, se celebró la misa por esta intención, recordando especialmente a los enfermos, a sus familiares y a los fallecidos a causa de este flagelo. “La oración es una expresión de confianza dirigida a nuestro Padre Dios que siempre quiere lo mejor para sus hijos, y conoce muy bien lo que padecemos y sufrimos cuando un niño, un joven o un adulto pierden la libertad, la salud y hasta la propia vida por causa de las drogas”, dijo Arancedo en su mensaje.
Si bien el representante de la Iglesia santafesina aseguró que “este gesto tiene un profundo significado espiritual”, también se refiere a “una cercanía humana con quienes padecen este flagelo”. En este sentido, volvió a repetir: “Queremos decirles que no están solos, que nos sentimos parte de una sociedad que los acompaña, que se siente solidaria con ellos, pero también que quiere crear las condiciones que permitan el desarrollo de una vida más digna. Es no quedarnos sólo lamentando un hecho triste y conocido, sino asumir un protagonismo moral, espiritual y social que nos permita construir una sociedad más humana y justa, donde el hombre pueda alcanzar su pleno desarrollo. No es verdad que nada se puede hacer”.
Arancedo, en diálogo con Diario UNO, aprovechó para hacer una reflexión sobre este hecho que enlutó a la ciudad de Santa Fe, y le pide a la comunidad santafesina unirse ante estos acontecimientos tan dolorosos; fortalecer los lazos de solidaridad, y demostrarle a la persona que pasó por un trance difícil que se comparte ese dolor.
“En la misa invitamos a la gente a tener un gesto de acercamiento humano también para aquellos que han perdido a un ser querido, para que no estén solos, sino que sientan que son parte de una sociedad que los acompaña, que somos solidarios con ellos y asumir el traspié, no ser espectador de lo que le pasa al otro sino sentir que ese daño nos llega también a nosotros”, expresó el arzobispo santafesino.
Y al mismo tiempo agregó: “Con respecto a la gravedad del tema cuando hablamos del caso de Serena requiere de una situación de ira en toda la comunidad por eso estamos todos invitados a participar, a hacer un profundo clamor para erradicar, prevenir y contagiar el sentido que tiene un gesto”.
En referencia a los hechos que vienen sucediendo en el último tiempo relacionados con la inseguridad, José María Arancedo dijo: “ Es como el Papa cuando hizo un gesto al llamar a una jornada de oración y ayuno frente a una guerra que ya salía en Irán y que se pudo frenar gracias a Dios; y ojalá que esto también sensibilice a todos para tomar una postura definida frente al tema del narcotráfico, la droga y también acercarnos a aquellas personas que han sufrido la violencia y la muerte”.
El representante de la Iglesia santafesina aclaró que la misa que se celebró el sábado a la noche no fue solo por el flagelo de la droga y el narcotráfico sino también por la inseguridad que cada día pone en jaque a una sociedad. Hechos injustos y sin razón de ser que destrozan y quiebran a familias enteras.
“En la misa también participaron familiares y amigos de personas que fueron víctimas de la muerte o la violencia por robos, y por supuesto lo que pasó con Serena. Este conflicto por inseguridad, drogas, muertes nos invita a reunirnos para hacer una oración. Que se vea que estamos involucrados frente a esto que avanza; y que encuentre a una comunidad definida. Todos somos parte de esto y no pensar que le pasó al otro. Me pasó a mi también porque soy parte de una comunidad que clama reconciliación, justicia, paz, solidaridad, y sobre todo amor a la vida”, dijo Arancedo.
Una sociedad reconciliada
Ante la consulta sobre si cree que los gobernantes deben hacerse cargo de esta situación como pide la sociedad santafesina en su conjunto, Arancedo expresó: “Realmente es así. No caben dudas de que somos una comunidad organizada por lo tanto no podemos tener un arma cada uno de nosotros, sino que la debe tener la policía y debe estar guiada por las leyes, la justicia, es decir una sociedad organizada con sus poderes bien constituidos tiene que poseer la fuerza necesaria para hacer cumplir la justicia, las leyes, y también para orientar y ordenar todo esto”. Y al mismo tiempo agregó: “No puede quedar la justicia en manos de cada uno, sino que debe estar en la bases de las leyes, en el oficio de poder judicial”.
Ante la consulta sobre si cree que los gobernantes deben hacerse cargo de esta situación como pide la sociedad santafesina en su conjunto, Arancedo expresó: “Realmente es así. No caben dudas de que somos una comunidad organizada por lo tanto no podemos tener un arma cada uno de nosotros, sino que la debe tener la policía y debe estar guiada por las leyes, la justicia, es decir una sociedad organizada con sus poderes bien constituidos tiene que poseer la fuerza necesaria para hacer cumplir la justicia, las leyes, y también para orientar y ordenar todo esto”. Y al mismo tiempo agregó: “No puede quedar la justicia en manos de cada uno, sino que debe estar en la bases de las leyes, en el oficio de poder judicial”.
“A las familias que perdieron a un ser querido les tenemos que decir que estamos cerca de ellos, acompañarlos con el gesto, la palabra, el abrazo; que sepan que también nos sentimos afectados por el dolor que ellos tienen porque han perdido un hijo, una hija, un esposo, un hermano, un amigo, es decir, ser solidarios y expresarles que lo que los afecta también me afecta a mí, me siento herido y parte de esta sociedad que tenemos que recomponer. La solidaridad por lo general nos une en la alegría, hoy nos tiene que unir también en el dolor y sentirnos parte unos de otros”.
En definitiva, para Arancedo la sociedad “debe ser solidaria” y asumir el compromiso frente a lo que es el drama de la droga, el narcotráfico, la violencia, la inseguridad. Sentirnos unidos y por supuesto acompañarnos”, agregó y al mismo tiempo manifestó: “No tenemos que quedarnos encerramos y decir «total a mí no me pasó», sino al contrario, te puede pasar y por eso hay que ser solidario y eso fortalece mucho la vida de la comunidad y sobre todo afirmar los valores de verdad, justicia, de amor, de solidaridad, queremos una sociedad más justa, más reconciliada y sobre todo debemos asumirlo como ciudadanos”.
En el caso de la pequeña Serena Martínez, José María Arancedo pidió a la sociedad “acompañar a los padres y familiares. Son papás muy cercanos a la Iglesia y les dije que compartimos su dolor, nos unimos en la oración por esta criatura y queremos acompañarlos en el reclamo a la justicia que tienen todo el derecho a hacerlo”.
El porqué del encuentro
El texto de la Declaración de la Conferencia Episcopal Argentina expresa: “Junto a las reflexiones que presentamos el pasado viernes 8 de noviembre acerca del drama de la droga y el narcotráfico, queremos proponer al pueblo de Dios un gesto que acompañe esta preocupación”.
El texto de la Declaración de la Conferencia Episcopal Argentina expresa: “Junto a las reflexiones que presentamos el pasado viernes 8 de noviembre acerca del drama de la droga y el narcotráfico, queremos proponer al pueblo de Dios un gesto que acompañe esta preocupación”.
En el encuentro del sábado, se pidió, entre otras cosas, que “se sostengan los corazones y las voluntades de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de los recursos de la ley, para frenar la perversa y devastadora fuerza de las drogas”. También se reclamó por la construcción de “una cultura del encuentro y la solidaridad, como base de una revolución moral que sostenga una vida más digna, y por la conversión de los narcotraficantes”.
Es por eso que el 7 de diciembre, en todas las diócesis del país, en las catedrales y santuarios, parroquias y capillas, se celebró la misa por esta intención, recordando especialmente a los enfermos, a sus familiares y a los fallecidos a causa de este flagelo. “La oración es una expresión de confianza dirigida a nuestro Padre Dios que siempre quiere lo mejor para sus hijos, y conoce muy bien lo que padecemos y sufrimos cuando un niño, un joven o un adulto pierden la libertad, la salud y hasta la propia vida por causa de las drogas”, dijo Arancedo en su mensaje.
Si bien el representante de la Iglesia santafesina aseguró que “este gesto tiene un profundo significado espiritual”, también se refiere a “una cercanía humana con quienes padecen este flagelo”. En este sentido, volvió a repetir: “Queremos decirles que no están solos, que nos sentimos parte de una sociedad que los acompaña, que se siente solidaria con ellos, pero también que quiere crear las condiciones que permitan el desarrollo de una vida más digna. Es no quedarnos sólo lamentando un hecho triste y conocido, sino asumir un protagonismo moral, espiritual y social que nos permita construir una sociedad más humana y justa, donde el hombre pueda alcanzar su pleno desarrollo. No es verdad que nada se puede hacer”.
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