Esa parece la descripción que
más se ajusta al barrio San Martín Sur, sobre el límite del municipio y
el más cercano al hospital regional que la provincia levanta sobre
avenida Circunvalación.
La Capital |
Caído del mapa de Rosario. Esa parece la descripción que más se
ajusta al barrio San Martín Sur, sobre el límite del municipio y el más
cercano al hospital regional que la provincia levanta sobre avenida
Circunvalación. En el vecindario lo único que abunda es la carencia, con
bolsones de pobreza extrema y déficits severos en servicios básicos.
"No le interesamos a nadie", se lamenta el presidente de la vecinal,
Ramón Ferragut, convencido de que tanta falta de cosas terminará en "una
guerra entre pobres". A pedido de los vecinos, la diputada provincial
Aliza Damiani (Frente para la Victoria) recorrió el lugar, al que
describió como de una "realidad tremenda", y prometió realizar gestiones
ante el municipio y la provincia para que se atiendan necesidades
"esenciales". Por ejemplo, de agua.
Ferragut desgrana un rosario de
falencias y promesas incumplidas que atraviesan sucesivas intendencias.
Menciona, por ejemplo, el proyecto de un polideportivo que nunca se
concretó, la construcción de una planta de tratamiento de basura que
quedó desmantelada, la continuidad del parque regional Sur hasta Ovidio
Lagos (incluyendo una cancha de remo) que tampoco se hizo nunca
realidad.
Lo que sí fue apareciendo es cada vez
más pobreza, al ritmo de asentamientos precarios sobre terrenos privados
y municipales (16 hectáreas sólo en esa zona, dice el vecinalista) que
se han expandido sobre todo en los últimos tiempos por crecimiento
vegetativo y migraciones internas y de países vecinos.
Lo más básico. En esas
villas falta el agua casi por completo. "La gente se va a terminar
matando por eso", afirma. Con el agua hay otros problemas, por ejemplo
la absoluta falta de cloacas, zanjas tapadas, vertidos domiciliarios e
incluso industriales sobre el arroyo Saladillo (entre ellos, de
Sugarosa) y un reservorio que cuando crece el arroyo se desborda, tapado
de basura. Un panorama desolador.
En el barrio, el servicio que presta la
Empresa Provincial de la Energía (EPE) no funciona mucho mejor.
"Hicimos varias notas, pero nada... que alguien venga a ver las columnas
de la luz, que se caen a pedazos", rogó el hombre. Sin contar con que
muchas viviendas directamente no tienen electricidad.
Ambas falencias en dos suministros
esenciales como el agua y la luz fueron confirmadas, tras recorrer la
zona y hablar con los vecinos, por Damiani, quien se comprometió a
realizar gestiones ante la EPE y sobre todo Aguas Santafesinas SA (Assa)
para aportar algún alivio al lugar.
"Para eso existe el programa provincial
de Luz y Agua Segura", dijo la legisladora, quien reiteradamente
aseguró que hacer llegar ayuda al barrio "ni siquiera requiere
primordialmente dinero, sino voluntad política y decisión".
Como soluciones bastante sencillas
mencionó la posibilidad de conectar caños de agua hacia el barrio desde
uno maestro que va a Villa Gobernador Gálvez e instalar medidores
comunitarios de la EPE.
La mala calidad de vida no se limita a
esas causas: según Ferragut, también hay problemas con el transporte.
Por ejemplo, a partir de las 23 la línea 103 roja no llega al final de
recorrido y los deja a pie muchas cuadras. Y también les cobra el valor
del boleto interurbano, cuando viven dentro del ejido rosarino.
La diputada aseguró que se trata de una
"realidad tremenda" que afecta a "mucha gente trabajadora", familias
"que merecen ser consideradas y están totalmente olvidadas, como si el
sur directamente no existiera".
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