Luciano Diaz fue baleado en una
vereda de barrio La Cerámica. Falleció ayer, a 6 días del hecho. Según
los vecinos, el tiroteo fue tras el robo de una moto a un soldado de un
narco. Díaz tenía 33 años.
La Capital |
Luciano Díaz, un albañil de 33 años, murió ayer a seis días de haber
recibido un tiro en barrio La Cerámica, cuando quedó en medio de una
disputa entre vendedores de droga. Ocurrió el jueves pasado a la tarde
cuando dos grupos antagónicos dirimieron una disputa a balazos en
Medrano al 2600. Ese intercambio de disparos sorprendió a Díaz en la
vereda, cruzando desde su casa a la de un amigo. Un proyectil le
atravesó el brazo izquierdo y lo hirió en el tórax. Según describieron
sus vecinos, el plomo le quebró una costilla y lesionó órganos vitales
como un riñón y el bazo.
"Acá hay una pelea entre narcos. Este
pibe que murió era un pan de Dios. Un laburante que tuvo la mala leche
de cruzar la calle cuando estos se enfrentaron", explicó un vecino de la
cuadra. "Nadie habla con la policía porque se sabe que está el arreglo y
uno no confía. ¿Qué pasa si yo denuncio algo a un policía que está
arreglado con uno de los quioscos de droga? Me van a poner un balazo en
la cabeza a mí", relató otro de los habitantes de la zona.
"No es mucho lo que tenemos. No sabemos
si el disparo era para la víctima o si el muchacho quedó en el medio de
una disputa ajena. No hay testigos y los vecinos no hacen cola en la
comisaría para contar lo que sucedió", sostuvo una fuente de la causa,
en manos del juez de Instrucción Juan José Pazos.
Desaliento. En Medrano
entre Rivera y Coliqueo los vecinos exponen desesperanza y
desconfianza. "Nada de lo que podamos contar y se diga en los medios
cambiará algo", murmuró al cronista uno de los vecinos del barrio.
"Acá se desató una guerra entre narcos y
uno le puso precio a la vida de otro. Se habla de que hay 50 mil pesos
por la cabeza de uno de ellos", indicó una señora que se acercó a la
charla. "Cada vez que salgo a hacer una compra me saco los anillos y en
el bolsillo de la campera llevó un cuchillo de cocina", agregó la mujer.
Los vecinos que se abren al diálogo habitan una hilera de casas de
clase media trabajadora. Y se sienten acechados por un peligro del que
la muerte del albañil es ejemplo.
La charla se desarrolló en Medrano al
2600, a 70 metros del lugar donde Luciano Díaz cayó herido el jueves a
las 19.30. Mientras el diálogo transcurría, desde la esquina de Coliqueo
y Medrano, a más de 100 metros, dos muchachos fisgoneaban a manera de
vigías. Uno tomó una bicicleta, dio una vuelta y se colocó a metros del
grupo de vecinos. Otro caminó hacia allí con algo en la cintura, no a la
vista. Pasó a varios metros de los vecinos y a los pocos minutos
reapareció en una moto.
Cuando La Capital dio a conocer que
Díaz había sido herido, un lector apuntó un comentario en la edición
digital que coincidió con dichos recogidos ayer en el barrio sobre una
guerra narco en La Cerámica.
"Los traficantes de Parque Casas,
liderados por El Ema Pimpi irrumpieron en La Cerámica buscando a Franco
El Biguasito, porque varias veces le robó el búnker (quiosco de drogas)
de calle Molina, donde hay un guardia armado en el techo las 24 horas.
Todos los vecinos lo vemos cuando circulamos por calle Molina. Estos
traficantes entraron a los tiros por calle Medrano e hirieron al pibe
que cruzaba desde su casa a la vivienda del amigo que vive enfrente a
tomar mates", puede leerse en la edición online de la nota "Balearon a
un hombre en zona norte" del viernes 15 de junio último.
Los vecinos de calle Medrano contaron
que el jueves, una hora antes del ataque a Luciano Díaz, un grupo de
choritos, como los describieron, le robaron la moto a uno de los
soldados de un narco y lo balearon. "Ese está internado todavía en el
hospital Eva Perón", agregó un vecino. "A la hora los vinieron a buscar y
pasó lo de Luciano. Eran dos en moto que se cagaron a tiros con los que
estaban en la esquina", recordó. A Luciano lo asistió su papá y con la
ayuda de uno de los residentes de la cuadra lo llevaron al hospital
Alberdi en auto.
"A las dos horas llegó un auto oscuro,
bajaron dos tipos que parecían canas y levantaron las vainas del piso.
¿Si eran policías? Yo digo que parecían. Al rato llegaron los policías
de Criminalística. ¿Qué iban a levantar si ya se habían llevado las
vainas? El problema es que no le importa nada a nadie", describió con
amargura. Y agregó: "Esto va a seguir".
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