Un niño hirió de dos balazos en
el pecho a un joven y eso desató la furia de un centenar de vecinos.
Estos incendiaron un quiosco y saquearon un centro comunitario.
\"Quemamos todo para que no vuelvan\".
Cerca de cien vecinos protagonizaron
una rebelión barrial contra un quiosco de drogas en Ludueña: le
prendieron fuego luego de que un soldadito de muy corta edad la
emprendiera a tiros en una cancha de fútbol de Campbell y Barra e
hiriera a Ricardo T., un joven del barrio que recibió dos balazos en el
pecho y está internado en el Heca.
El estallido se desató a las 18 del
lunes y para frenarlo intervinieron efectivos de las seccionales 12ª y
14ª y bomberos. Al finalizar la jornada se contabilizaban un detenido,
dos prófugos, un búnker incendiado y un centro comunitario destruido y
saqueado por los vecinos. Estos sostuvieron que desde ese lugar también
"se vendían drogas".
En el búnker arrasado, en Tupac Amaru y
Garzón, se encontraron al menos tres cartuchos de escopeta calibre 16.
En el centro comunitario Vecinos Unidos, de Olavarría y Pasaje 1, los
habitantes del barrio se apoderaron de documentación que acredita el
trabajo social realizado por quien lo administraría, Mónica E. Las
planillas y los DNI, al igual que los cartuchos, seguían ayer en manos
de los vecinos.
Los hechos se sucedieron alocadamente.
Los domingos o feriados por la tarde se hace en el barrio —un
asentamiento en el que viven unas 5 mil personas— un torneo de fútbol en
el que participan "hasta mujeres", como dijo Jorge, un antiguo vecino.
Cerca de las 18 se acercó "un chiquito de no más de 12 años y empezó a
tirar con una 22, estaba borracho o drogado, no sabemos", dijo el
hombre.
De entre los jugadores emergió Ricardo,
conocido en el barrio como Richard, y encaró al menor para que dejara
de disparar. El chico no dudó y le asestó dos balazos en el pecho que,
según sus familiares, están situados por detrás del corazón. "El está
internado en estado reservado en el Heca" dijo la abuela.
Luego de los disparos la canchita fue
un pandemónium. Los vecinos se alarmaron y se indignaron. Así, unas cien
personas de "todo el barrio, algunos armados" fueron al quiosco de
drogas de Garzón y Tupac Amaru.
En ese territorio de pasillos y
profundas carencias un grupo tomó unas maderas, las roció con
combustible y prendió fuego al búnker que en segundos pasó de ser una
cueva de ratas a una trampa mortal. El lugar, de dimensiones mínimas,
tenía orificios por donde se despachaba "marihuana y cocaína", al decir
de los vecinos.
Hecho de ladrillos y con un acre olor a
excrementos en el lugar había tres personas, una de ellas una chica
embarazada que comenzó a gritar. "Cuando vimos que estaba con la panza
rompimos a mazazos una pared y la sacamos", sostuvo Ana, una vecina
conocida por todos.
La policía llegó rápido. "Se pusieron a
buscar a uno de los chicos que estaba adentro y se escapó por los
techos. A ese le tiraron pero se fue. Pero otro se escabulló por un
agujero hacia el centro comunitario", manifestaron los vecinos, que no
dudaron en lanzar acusaciones. "De la 12ª viene a buscar la plata un tal
Chino, así que el lunes poco hicieron. Se quedaron parados cuando el
pibe se metió en el centro comunitario".
En ese momento arranca otra historia:
"El pibe se metió en lo de Mónica E., una mujer que administra el
centro, pero nunca reparte nada y usa el lugar para vender merca. Le
dijimos a la policía y a ella que sacaran al chico del centro, pero no
quiso, entonces entramos y lo encontramos debajo de una cama", dijo
María, otra de las vecinas.
Pero la acción seguía. Los vecinos
dentro del lugar encontraron, al menos eso cuentan, "mucha mercadería
para comer", además de calzado, ropa y electrodomésticos. "Las cosas las
sacamos a la calle y se distribuyeron entre todos".
El chico, en tanto, fue sacado del
centro comunitario y unos cuantos vecinos se abalanzaron sobre él,
golpeándolo, mientras personal de la seccional 14ª hacía lo imposible
para protegerlo y entregarlo a sus pares de la 12ª, que se lo llevaron.
En tanto la titular del centro
comunitario, Mónica E., huyó acompañada de cuatro personas y sus nietos
mientras sostenía una "frazada con drogas y una cartera. Cómo será que
acá a la vuelta se le cayeron fasos" dijo una joven madre que vive a dos
cuadras y estaba con su hija en brazos. "Estos se trasladan. Cuando se
cierra el quiosco lo abren acá a una cuadra en lo de Sandra, donde
venden pastillas", dijo refiriéndose a la comercialización de
psicofármacos.
"Estamos cansados, acá hay tiros todas
las noches. No se puede vivir. Quemamos todo para que no vuelvan"
dijeron dos vecinas. Durante la presencia del cronista, frente al búnker
se detuvieron dos motos. "No se vende más", le dijeron los vecinos a
los ocupantes de los rodados que se marcharon. Entonces un chico armado,
de no más de 20 años, increpó al fotógrafo de La Capital: "No me saques
fotos, no me quemes". Un barrio tomado por los "narcos", como dicen los
habitantes presos de las balas en Ludueña.
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