SANTA FE:El doble crimen de la calle Cochabamba/Un hacha terminó con la vida de dos ancianos en Barranquitas
Dos muertes difíciles de
explicar en cuanto aún se desconoce el móvil que impulsó la acción
homicida. No obstante, los investigadores contarían con elementos para
orientar la pesquisa.
Un inédito caso de doble homicidio, dada la inusual brutalidad
demostrada por el asesino, tuvo por escenario una vivienda del barrio
Barraquintas de nuestra ciudad.
Del episodio criminal que se
habría desarrollado en horas de la madrugada, tuvo noticia la policía
recién cuando la hija del dueño de casa tropezó con un cuadro aterrador a
las 13.45.
En el horrendo suceso que por jurisdicción fue
denunciado ante los agentes de la Seccional 6a., tomó intervención la
Sección Homicidios al tiempo que en el lugar se hicieron presentes los
jefes de Policía de la URI, Hugo Miñoz y de la Provincia, Hugo Tognoli.
En tanto la Policía Científica cumplía su rutina dentro y fuera de la
finca de calle Cochabamba 4676, la escena del crimen, iban surgiendo los
datos que al cabo permitirían calificar a este suceso como la obra
ejecutada por un monstruo.
Noemí Graciela Ríos (52) fue quien
realizó un primer llamado al 911 dando cuenta del estado en que
encontró a su padre y a una amiga de éste a poco que ingresara al
inmueble. Ambos estaban muertos.
Los uniformados acudieron al
lugar y encontraron que el cuerpo del dueño de casa, Jorge Alberto
Ríos, de 79 años de edad yacía en el piso de la cocina y en un pasillo
el de su amiga, Nélida Peart (72) a escasos metros del dormitorio.
Luego, con la llegada de los peritos, se pudo ver que las víctimas
habían sido atacadas y muertas con empleo de un hacha de mano que fue
encontrada en el lugar y que, después se vino a saber, era del
infortunado Ríos.
El diagnóstico preliminar trazado por el
médico de la repartición policial hizo referencia a los numerosos cortes
y golpes observados en los cadáveres, pero un examen más detenido en la
Morgue Judicial indicaría que el hombre había sido abatido por siete
golpes y la mujer por otros tres hachazos.
La furia homicida
del atacante habría encontrado resistencia por parte de las víctimas ya
que Ríos, aún muerto, empuñaba un palo en su mano derecha y bajo el
cuerpo de la mujer fue encontrada una herramienta con punta. De todos
modos el asesino cargó contra Ríos un hombre mayor, pero de elevada
estatura y cien kilos de peso, y así y todo lo mató impiadosamente
asestándole siete golpes mortales. Luego, habría sido el turno de la
mujer que aterrado ante ese cuadro buscó refugio en el dormitorio.
De nada valió que Nélida Peart cerrara la puerta. El matador, fuera de
sí, derribó la puerta a hachazos y cargó sobre ella como el
descontrolado personaje de una película de terror.
En
principio alguna versión que llegó a los investigadores sugirió que Ríos
fue visto en hora temprana, alrededor de las ocho, cuando ingresaba a
la casa con su automóvil, esto más la presencia de tarjetas esparcidas
por el piso llevó a pensar que _con la mujer como rehén_, había sido
llevado a recorrer cajeros, pero no fue así.
Se pudo saber
que esta mañana la autopsia reveló que las muertes se produjeron en
simultáneo unas doce horas antes del momento en que fueron hallados los
cuerpos, es decir, alrededor de las 2 de la mañana. A las 8, Ríos estaba
muerto.
Al parecer la policía trabaja sobre los vestigios
hallados en el lugar del hecho, pero llamativamente por el momento _eso
trascendió_, no logró recoger ningún testimonio que contribuya a
individualizar al autor del hecho. Dato extraño si se piensa que la casa
está rodeada de viviendas y tiene no menos de 50 metros de fondo.
Nada de ruidos, nada de gritos, pero en principio estaría descartado
el robo como móvil de la cruenta faena porque el hombre era jubilado,
con un ingreso mensual de no más de dos mil pesos, dinero que
habitualmente su hija cobraba por cajero automático.
Además,
Noemí Graciela Ríos aseguró que en la casa no faltaba nada de valor. La
policía se estará preguntando seguramente quién y por qué franqueó el
paso al feroz asesino, porque los expertos no observaron violencia en
las aberturas. Aunque quizás pudo haberse colado detrás de la amiga,
Nélida Peart, una amiga que solía visitar a Ríos y que se domiciliaba en
Huergo y Necochea, acaso fue un conocido de los ancianos.
Una de las fuentes consultadas hoy aseguró que van tomando forma algunas
hipótesis que tanto se apoyan en rastros y huellas relevados como en
conjeturas de los investigadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario