Si no sabés un pito sobre vinos pero querés pasar por experto... esta nota es para vos.
Para vos, el vino es blanco o tinto. Y punto. Pero para muchos expertos
(entre ellos, los que escriben las etiquetas de las botellas), detrás de
esa bebida hay un mundo que intentan describir con frases que parecen
versos de un poeta trasnochado.
En Planeta JOY, pensamos en vos, que lo único que podés decir de un vino
es "qué rico", o "cómo pega", y armamos este decálogo. Repitiendo estas
máximas en una cena, o en alguna reunión, todos van a creer que sos un
experto en el tema y de hecho vas a dejar mal parado a más de un
charlatán.
1. “La torrefacción me tapa a la fruta”. Muchos creerán
que la torrefacción tiene que ver con un modelo de ropa interior que
nos tapa las partes pudendas, siendo la fruta una metáfora vulgar pero
siempre efectiva. No. La cosa es vínica y más profunda. Es típico de
muchos vinos cuyos aromas de humo y tostado (la famosa torrefacción) son
dominantes y abrumadores, de forma que esconden la fruta roja.
Pronunciar esta máxima es atinado, y más ahora, cuando los vinos ligeros
ganan la escena.
2. “Lo que a mí me cabe, es la prefermentativa con nieve carbónica”.
Juramos que hemos oído esta frase en muchas catas realizadas por
periodistas expertos que no estaban drogados ni borrachos al momento de
degustar. A lo que se referían es a una técnica empleada para hacer
grandes vinos en poco tiempo: al momento de empezar la molienda de la
uva, se le agrega hielo seco en forma de espuma (la famosa nieve
carbónica) que la enfría y protege de las oxidaciones. Luego se los deja
reposar uno o dos días, y así se realzan los aromas y se beneficia el
color del vino. Arrojá la frase, guardá silencio y seguí bebiendo. Que
ellos discutan.
3. “Tenían la canopia bien ordenada”. No, no están hablando del
faaaaso. Esto se aplica a los viñedos (que por supuesto visitaste la
semana pasada), e indirectamente al vino que estás probando. Los grandes
ejemplares nacen de viñedos que están en equilibrio y parte de ese
balance corresponde a la relación entre superficie de hojas y cantidad
de racimos. A esa relación refiere la canopia; que esté ordenada es un
punto esencial para la buena sanidad de la uva y piedra angular de los
buenos vinos. Decilo, y fumá.
4. “Se nota que este vino pasó por piletas de mampostería”.
Bebé un trago corto, hacé un buche, tragá y soltá esta frase: más de
uno va a quedar descolocado. El tema es así: hasta hace no mucho las
bodegas dejaban fermentar el vino en higiénicos tanques de acero
inoxidable. Ahora pegó la onda retro y vuelven a las piletas de hormigón
armado. ¿Si le aportan algún aroma al vino? Probablemente no, pero si
los demás pueden encontrar aromas de lechuga frita, ¿por qué vos no vas a
poder percibir ese suave dejo a cemento?
5. “En este vino se nota la mano de Durigutti”. Seguramente
no tenés idea de quién catzo es Durigutti. No importa. Vos decilo que
queda bárbaro. Héctor Durigutti es uno de los enólogos más en boga del
momento; uno de esos cracks a los que quienes están en la movida conocen
como Héctor, a secas. Algo parecido pasa con Mauricio (Lorca), y con la
pareja que forman (Luis) Barraud y (Andrea) Marchiori. Como asesoran y
elaboran en varias bodegas que nadie tiene muy presente, la sola mención
de su nombre te dará la pátina de conocedor que estás buscando y hasta
por ahí le pegás y justo estás probando uno de sus vinos.
6. “Uhmm, qué bien le sienta la Brett a este tinto”. Te
parecerá un delirio, pero así como hay vinos de moda, también hay
hongos de moda. Uno de ellos es la Brettanomyces, que está en la boca de
todos los críticos snob, que la apodan amigablemente Brett. Pero lo más
cool no es sólo detectarla, sino también afirmar que en ciertos casos
sienta de maravillas (como los que dicen que un queso azul es mejor
cuanto más olor a podrido tiene). Por si te interesa, la Brett, se
detecta como un delicioso olor a témpera, o como un poco atractivo
efluvio a riñón pasado. Un asco, la verdad.
7. “Los Tokaji me gustan con cinco putonyos”. Ni los Tokajis
son un grupo teen pop japonés onda Miranda, ni los putonyos tienen algo
que ver con las preferencias sexuales de sus integrantes. Estos vinos
dulces son unos de los más prestigiosos del mundo. Elaborados en Hungría
con uvas atacadas por la podredumbre noble, la escala de su dulzura se
mide en Putonyos que van de 3 a 5. Si la vas de tipo cool y entendido,
al pedir un vino tardío decí que está bueno, pero que mucho más te
gustaría un Tokaji de 5 putonyos, y ya tenés la atención de todos.
8. “Qué buenas piracinas las de este Cabernet”. Cada
vez que escuchamos una palabra desconocida, femenina, y en plural,
pensamos en eso, pero no: el vino no tiene tetas. En comparación, el
significado de “piracinas” es un embole: así se conoce al grupo
aromático que destaca al Cabernet Sauvignon, responsable de su carácter
de morrón verde tan ponderado por la crítica cuando aparece. Si olés un
Cabernet y tirás un bocado sobre piracinas, quedás como un rey.
9. “Se nota que fue criado en barricas de tercer uso”. Hasta
hace algunos años, la gracia estaba en detectar la madera en los vinos.
Cuánto tiempo había estado el vino dentro de las barricas, de qué madera
estaban hechas dichas barricas, o cosas tan específicas como si eran
vírgenes o si habían sido rellenadas una, dos o hasta tres veces. Parece
joda, pero todavía hoy hay gente considerada muy seria que arriesga el
uso de las barricas con sólo acercarle la nariz a una copa. Si lo dicen
ellos, también tranquilamente lo podés decir vos.
10. “En boca es sobrio y está bien acomodado”. Acá no
podemos ayudarte demasiado. Leímos esto en una conocida revista de vinos
y la verdad que no tenemos ni puta idea de a qué se refiere. Suena
lindo, así que tené el latiguillo siempre a mano cuando quieras blablear
sobre una etiqueta.
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