Un equipo con poca capacidad goleadora tiene muchas menos chances de tener un andar seguro. Salvo que supla esa falencia con otros argumentos, como por ejemplo una solidez defensiva mayúscula. Central la tuvo en las primeras fechas y por eso la falta de gol no resultó un inconveniente insalvable.
Pero ahora la cosa no es tan así. A un equipo que le convierten con mayor asiduidad, la escasez de goles comienza a pasarle factura. Y una cosa lleva a la otra. Por eso el cambio de sistema en el último partido, donde Juan Antonio Pizzi buscó un estilo de funcionamiento que allane el camino al arco rival. Además, desde estas páginas ya se dio cuenta de que las mayores responsabilidades a la hora de convertir recaen sobre el lomo de Gonzalo Castillejos y que detrás de él no hay un equipo que colabore en ese rubro. Hablar de los ocho goles que hoy tiene Central en los diez partidos disputados alcanza para tomar real dimensión del problema. Por la sencilla razón de que se está hablando de menos de un gol por partido de promedio (de ellos tres fueron convertidos en condición de visitante los otros cinco de local). Y porque sólo cinco equipos (Ferro, Almirante Brown, Deportivo Merlo, Atlanta y Chacarita) están por debajo de esa línea. Pero en la vida las cosas, generalmente, suelen tener un porqué. La poca consistencia en lo que al juego se refiere es lo que hoy más atenta contra esa falta de gol. Después, la alta efectividad puede resultar, como ocurrió en las primeras fechas, una ayuda vital, clave. Lo concreto es que esa certeza en la definición hoy no es tal. Por todo esto es que Pizzi se vio obligado, más después de lo ocurrido contra Almirante Brown e Independiente Rivadavia de Mendoza, a romper el molde táctico que venía utilizando y jugársela con otro esquema (el 4-2-3-1 expuesto contra Quilmes), que entregó una mínima cuota de claridad. Hoy los problemas para desequilibrar en los últimos metros siguen estando, por ende las chances para convertir no aparecen y, como obvia consecuencia, tampoco los goles. Que en el último partido a Gonzalo Castillejos no le haya quedado una sola pelota clara de gol es un claro llamado de atención. ¿Por qué? Porque el delantero, que marcó cuatro de los ocho goles, sigue siendo el único jugador capaz de convertir. En este rubro el resto sólo acompaña y poco aporta en esto de formatear un equipo con alternativas potables. Claro, hoy la necesidad de una victoria está por encima de todo, pero para alcanzarla es necesario cumplir con ciertos requisitos. Y hay uno que es inevitable. Así, cuando Central mejore decididamente su funcionamiento y calibre la mira en la definición, los caminos se allanarán por decantación. Valentini vive otra realidad Hace ocho partidos que Nahuel Valentini viene siendo titular, algo que ni el propio defensor esperaba antes del inicio del torneo. “Sabía que al principio no iba a jugar porque habían llegado dos futbolistas (Talamonti y Lequi) con mucha experiencia pero siempre me imaginé que podía llegar a estar”, confesó el defensor, a quien esta seguidilla de partidos lo encontró en un nivel superior al del torneo pasado. “Por suerte las cosas me están saliendo”, se ilusionó. “Siempre dije que para mí fue importante que hayan venido Talamonti y Lequi porque son jugadores a los que miro mucho y de los que trato de aprender. Toda esa experiencia que ellos tienen a mí me sirvió en muchos aspectos. Creo que esa es una de las cosas que me hizo crecer”, esgrimió Petaco, quien hizo referencia a los silbidos del pasado y a los aplausos del presente. “Estoy agradecido, pero antes tampoco me afectaba tanto el hecho de que me silbaran porque en realidad yo no juego sólo para la gente, sino que lo hago para el equipo y para mis compañeros. Obviamente, si las cosas salen bien es lindo que los hinchas te lo reconozcan, pero no varía en mí el apoyo ni el silbido. Es más, creo que pensar de esta manera me ayudó para mantenerme firme creyendo en que podía revertir la situación”, dijo. —¿Hoy estás mejor en lo estrictamente futbolístico o creés que eso se da también porque estás mejor mentalmente? —Estoy muy tranquilo y es lógico que cuando las cosas te van saliendo agarrás más confianza. Todo eso ayuda, como así también que el grupo esté tan unido. Es muy bueno estar confianza y lógicamente estoy contento por eso y agradecido a mis compañeros, que me apoyaron cuando las cosas no me salían. l Sin Talamonti ni Lequi Si alguien mantenía un mínimo de esperanzas respecto a las presencias de Leonardo Talamonti y Matías Lequi, ayer se le esfumaron. Porque ambos defensores quedaron ya descartados para el partido del sábado ante Deportivo Merlo. La Oveja todavía siente mucho dolor en el aductor derecho y el Flaco, quien hizo todo lo posible para estar, se bajó él mismo de la contienda. Talamonti ya quedó descartado. Más después de la resonancia que le realizaron ayer. Es que si bien nadie brindó detalles se supo que el defensor tiene un importante edema. En la práctica de ayer Talamonti aún sentía bastante dolor, por eso lo del estudio era más para determinar si había una lesión importante que para ver si podía jugar el sábado. En este momento lo que más le interesa no sólo al jugador, sino también al cuerpo técnico, es que no haya un desgarro, ya que el tiempo de recuperación sería mucho más largo. El caso de Lequi era similar. Tal como anticipó ayer Ovación, el jugador quería estar sí o sí, pero se sabía que era difícil que eso sucediera, pese al enorme esfuerzo del futbolista, quien en los últimos días intensificó mucho su trabajo, pero que ayer dejó en claro que “no pude contra los tiempos biológicos”. “Yo me había planteado llegar antes de lo que se había hablado, pero finalmente se dio todo como lo había dicho el médico”, esgrimió Lequi minutos antes de retirarse de la práctica matutina de ayer. “Tengo un poco de impotencia. Quería estar, sobre todo porque en los últimos tres partidos no se pudo ganar, pero el fútbol es así. Hay que tener paciencia y ponerse bien”, agregó. Y remató: “Las ganas las sigo teniendo. Intenté e hice todo lo posible para volver antes de los previsto, pero los tiempos biológicos no los pude manejar”
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