La cañería de la toma Hernández se rompió cuatro veces en nueve meses. La construcción de edificios en el microcentro significó un aumento del consumo en un sistema que no está preparado.
Agenciafe/Diario UNO/oidmortales.blogspot.com
El 22 de julio de 2010 una avería en el caño maestro que lleva agua desde la toma Hernández hasta la planta potabilizadora de Aguas Santafesinas SA (Assa), dejó sin agua a toda la ciudad por varias horas. En nueve meses el problema se repitió otras tres veces –el 12 de enero de 2011, el 29 de marzo de 2011 (sin corte en el servicio) y el 22 de abril de 2011– y eso motivó que la empresa decida el reemplazo de todo el acueducto que fue construido entre 1989 y 1990. En 1995, la toma Hernández contaba con una capacidad de 1.200 metros cúbicos hora. Ese acueducto podía abastecer a toda la ciudad, pero, además, contaba con un apoyo de la toma Calchines que era de Agua y Energía (AyE) y que después fue pasando por distintos dueños con la privatización de los 90. Al privatizarse el servicio, Aguas Provinciales de Santa Fe decidió no continuar con ese convenio porque significaba una erogación, debía pagar por el agua que se traía a través de esa toma. Con el correr de los años cada vez fue mayor el porcentaje de agua que se sacó de la toma Hernández que desde un primer momento estuvo trabajando al borde de su capacidad. En los últimos 15 años la ciudad de Santa Fe creció de forma constante, por ende, la demanda fue cada vez mayor. Una ecuación simple indica que ante una mayor demanda, las cañerías deben soportar mayor presión y los resultados están a la vista. “Eso es un punto crítico del sistema y hay que tenerlo muy en cuenta”, advirtió Alberto Muñoz, presidente del Ente Regulador de Servicios Sanitarios (Enress). En los primeros días de junio se hizo un by pass que intenta evitar el tramo de la cañería que se rompió cuatro veces. “Ese tramo parecía una oruga por la cantidad de parches que tenía”, describió Muñoz y agregó: “Pero hay que ir a la solución definitiva que es el reemplazo completo de esa cañería y para eso ya se compraron los caños de hierro dúctil que se trajeron desde el Brasil. Nosotros estamos muy esperanzados y tratando de que se haga en el transcurso de lo que queda del año, antes del verano que viene que es la próxima gran demanda”. Una estructura centenaria Si bien se pueden plantear dudas sobre la calidad del material utilizado para ese acueducto, también hay que tener en cuenta que la red de agua potable de la ciudad de Santa Fe tiene más de 100 años. En 1897 se barajaron los primeros proyectos y en 1907 se inauguraron las primeras obras. A la antigüedad y el desgaste que tienen las cañerías se debe sumar el factor del incremento de la demanda y en esto juegan un rol decisivo los edificios que se construyeron en los últimos años, fundamentalmente en el microcentro. “Nosotros tenemos en el Ente una posición que es no ser actores sólo técnicos o pasivos del proceso sanitario, sino que queremos interactuar. Estamos convencidos que la equidad, que la universalización, la justicia tarifaria tienen que ser metas a alcanzar en este proceso”, dijo Muñoz. Luego agregó: “Los servicios tuvieron matrices de procesos de privatización que no son los adecuados. Tenemos que avanzar en esta discusión de un nuevo marco regulatorio. El gran proceso de edificación que hay en los casquetes céntricos de las grandes ciudades imponen una demanda focalizada en un punto de un sistema que no estaba previsto para esa demanda”. “Eso tiene que tener un aporte de quién produce la demanda para resolver el tema, porque sino se produce una injusticia”, advirtió y continuó: “Estamos tratando de una manera mucho más afable a algunos cuando también tenemos que pensar en quién está en la punta de la línea, al que no le llega el agua. Todos tenemos que colaborar. Tiene que haber matrices equitativas, porque el agua tiene que ser un derecho, y si es un derecho y no una mercancía, tiene que estar de acuerdo a ese concepto. Tiene que haber parámetros parecidos a la salud y a la educación. En una comunidad, de acuerdo a nuestros ingresos y a nuestra capacidad aportamos para que el Estado, a través de los impuestos, reinvierta en que tengamos derechos parecidos para todos en salud, educación, seguridad. Nosotros pensamos que el agua tiene que estar en ese nivel”. “Por lo tanto –prosiguió–, los aportes que se hacen tienen que estar de acuerdo con la demanda y las capacidades. En ese sentido, estamos convencidos que el proceso de edificación produjo una mayor demanda y quien la produce tiene que ayudar de alguna forma a resolverla. Porque el caño que se puso hace 80 años para una ciudad que era otra, tiene que ser modificado. Eso no está previsto hoy”. Asimismo, el presidente del Enress dijo no estar de acuerdo con el criterio de agua en bloque que quedó de la privatización. “Como se entendía que el agua era una mercancía, como en las reglas del mercado si uno vende un producto tiene un precio, si vende 100, es más barato y si vende mil es aún más barato. En el agua, que nosotros consideramos que es un derecho, decimos que tiene que ser al revés, a mayor consumo, mayor el precio”, dijo. Luego argumentó: “Así lo tienen establecido las cooperativas, porque no es justo premiar el derroche, porque quien la industrializa tiene que pagar un poco más para ayudar a quien está en un Fonavi o en un barrio humilde para que le llegue el agua. No es razonable el criterio de agua en bloque. Hay que premiar el uso racional del agua y aquél que consume mucha agua, la va a tener que pagar. Muchas de estas cosas están en discusión y formarán parte del nuevo marco regulatorio. Tenemos que entender que decir que el agua es un derecho humano, tiene consecuencias normativas porque se debe garantizar para todos”. “Universalización no es una palabra decorativa que se pone en las leyes. Tiene que ver con que si es un derecho, lo es para todos. Por eso no nos cierra la resolución de los problemas de hidratación mediante el mecanismo de agua embotellada. Si se termina tomando ese modelo, quienes tengan dinero podrán tener agua de calidad; y quienes no tengan dinero, no van a poder. Nosotros pensamos que el agua es para todos”, reafirmó. Por otra parte, muñoz consideró muy importante que los ciudadanos se involucren en la temática. “En la medida que hay participación de la sociedad, de los movimientos de consumidores, los grupos ambientalistas mantengan la presión, vamos a obtener resultados más rápidos”. “Estamos muy en contra de la filosofía que dice que saneamiento es un tema de ingenieros hídricos y técnicos, contadores, bioquímicos y que no es un tema de los vecinos. El proceso de saneamiento es un problema socioeconómico, político y cultural. Si tuviéramos una mejor cultura del agua, tendríamos una menor demanda sobre el sistema, necesitaríamos menos energía y tendríamos un producto de mayor calidad aún. Está todo atado y esto no se termina en un plano, no se mide en pulgadas”, aseveró. “En esta discusión tiene que haber criterios de solidaridad, de justicia social, de equidad. Porque si nos ponemos de acuerdo en que el agua es un derecho humano, vamos a entender que es una responsabilidad de todos, por supuesto en mayor medida de los Estados”, concluyó
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