La desarticulación de una organización narco por parte de la policía comenzó con la captura de Popea, a quien se lo tenía por pasador de dinero falso. El juez federal Vera Barros además de procesarlo le dictó la prisión preventiva.
El líder de la banda fue detenido el martes 7 de mayo en Garzón al 1600, en barrio Belgrano, cuando se desplazaba en un Volkswagen Gol. Se trata de Popea, un hombre de 57 años que vivía en una lujosa casa en Funes, ubicada a pocos metros del Liceo Aeronáutico Militar, en calle Lennox 2480.
Luego de ese operativo, se realizaron 23 allanamientos en Rosario y localidades vecinas. Las policías Federal y provincial dieron con dos cocinas donde se fabricaba y se estiraba cocaína. Como resultado de esos procedimientos 15 personas quedaron detenidas, entre ellos un ex policía, y se "tumbaron" 12 kioscos de droga.
La desarticulación de esta organización narco que la policía desbarató la primera semana de mayo comenzó con la captura de Popea, un hombre a quien se lo tenía por pasador de dinero falso de años atrás, pero impensado para enhebrar una empresa como esta: con 29 kilos de cocaína decomisados y un buen stock de precursores químicos y sustancias para estirar el estupefaciente.
La irrupción de Popea en la crónica del narcotráfico local sorprendió a más de un conocedor. Los pesquisas llegaron hasta él luego de pinchar teléfonos, espiar dealers y descifrar la identidad de un férreo cultor del perfil bajo. No tienen comprobado que este hombre, a quien la policía vinculaba con la reducción de bienes robados y la falsificación de dinero, tuviera negocios comunes con los apellidos más mentados del ambiente narco. Ni con el clan de zona sur, ni con el vendedor de autos de zona oeste, ni el barrabrava de zona norte. De acuerdo con esta presunción, la singularidad de la organización desarticulada estriba, precisamente, en su capacidad para hacerse de un lugar en el mercado, sin alardear con autos extravagantes, derroches nocturnos ni violencia, y extenderse hasta puntos de venta en Coronda y Cañada de Gómez, además de media docena de puestos en el oeste y norte rosarinos.
En la cartera de Seguridad adjudicaron más importancia a esta banda que a la de Carlos Ascaini y Aldo Orozco en el sur provincial, debido a que ésta compraba y revendía cocaína mientras que aquella arrancaba desde la cocción de la pasta base.
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