miércoles, 29 de mayo de 2013

EL PUEBLO CANALLA CELEBRÓ EL REGRESO A PRIMERA DIVISIÓN EN EL GIGANTE

Un círculo de tela blanca con rayas negras cubría el centro del campo de juego. Reflectores en su derredor y un potente equipo de sonido ubicado cerca del banco de suplentes presagiaban que un hecho inusual sucedería en la previa al partido.
La Capital | 
EL PUEBLO CANALLA CELEBRÓ EL REGRESO A PRIMERA DIVISIÓN EN EL GIGANTE

Un círculo de tela blanca con rayas negras cubría el centro del campo de juego. Reflectores en su derredor y un potente equipo de sonido ubicado cerca del banco de suplentes presagiaban que un hecho inusual sucedería en la previa al partido. Las tribunas y plateas se colmaron desde temprano. Era muy difícil encontrar a un hincha que no tenga una prenda auriazul. Muchos incluso con ropa nueva. Es que se trató de una fiesta. Pero diferente. Donde la alegría se mixturaba con el alivio. Con el desahogo. Con el volver a ser.
Pero sí. Fue una fiesta. Como aquellas reuniones familiares que se organizan para reencontrarse con los parientes que hace mucho tiempo no se ven. Así arrancó la noche en Arroyito. Con señores que se abrazaban en la calle, señoras que se saludaban con besos en las esquinas, niños que corrían con camisetas flamantes como si recién se las hubieran regalado en el Día de Reyes, y hasta jóvenes de diferentes edades que llegaron disfrazados como si se tratara de un pijama party.
El colectivo descapotado canalla, con una orquesta arriba, estaba estacionado en avenida Génova y bulevar Avellaneda a manera de recepción. Una esquina emblemática para Rosario Central, testigo fiel de alegrías y tristezas, de promesas y compromisos.
El mismo sitio que todavía tiene grabado en la memoria aquellas conquistas que representaron estrellas y también las desazones que muchos prefieren no recordar. Y en este sentido, la peor fue la de esa tarde fatídica y gris frente a All Boys y por esa tal vez anoche haya sido de tal magnitud la conmemoración de un retorno tan añorado como urgente para todo el pueblo canalla.
La gente esta vez no apuraba su paso para entrar al Gigante de Arroyito. En esta ocasión caminaba disfrutando como si fuera el mejor paseo que sólo el fútbol puede otorgar cuando de conquistas se trata.
Esta fisonomía no generaba ni aglomeraciones ni fastidios. Todo era placentero. Todo era amable. Sonrisas por acá y por allá, evidentemente el hincha de Central tuvo en este martes su día esperado.
Ya en el interior del estadio la alegría recorría cada rincón. Globos por doquier. En las plateas se saludaban todos. En la popular también. Y como si se tratara de un recital, los celulares se encendieron y se multiplicaron por miles para fotografiar y filmar essos momentos inolvidables.
Y a las 20 se apagaron las luces y los reflectores comenzaron a girar, una música sacudió el estadio, y un helicóptero aterrizó en el centro de la cancha y el estadio rugió, con Pink Floyd como cortina musical.
Bajaron el Pájaro Gómez y Juan Carlos Baglietto, con dos micrófonos y con camisetas de Central comenzaron a cantar la marcha auriazul. Y allí el orgullo de pertenecer de los hinchas explotó, con haces de luces azul y amarilla que iluminaban como ráfagas al Gigante. Y ambos cantantes terminaron abrazados con emoción ante el fervor de la gente. Con muchas risas y varias lágrimas.
Es que los tres años significaron padecimiento. Y el ascenso un merecido premio a la perseverancia de identidad irrenunciable de una comunidad que recuperó la confianza. Por eso la recepción a su equipo fue impresionante. Como la fiesta de anoche. Que unió el cielo y la tierra.
Una organización aceitada para el festejo previo
Un grupo de trabajadores utilizó un tiempo récord para desmontar rápidamente la puesta en escena que generó el espectáculo del helicóptero haciendo bajar a los cantantes, Juan Carlos Baglietto y el Pájaro Gómez. Con mucha organización y prontitud, fueron llevándose, primero del centro de la cancha y después de los laterales del campo, enormes cajones que portaban los equipos de luces y sonido, a tal punto que cuando el árbitro ingresó ya no quedaban rastros prácticamente de lo que había sucedido en la fiesta previa al encuentro entre canallas y marplatenses.

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