lunes, 8 de abril de 2013

Entrevista a la flamante Defensora Pública de Rosario, Daniel Asinari


Esta abogada de 33 años -que perteneció al equipo jurídico de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Politicas durante los primeros juicios de lesa humanidad- piensa que "el defensor tiene que tener mayor contacto con su defendido".

Entrevista a la flamante Defensora Pública de Rosario, Daniel Asinari
 De una pequeña oficina cercana al Parque Independencia, con anaqueles abarrotados de libros que parecen venírsele encima, emerge la flamante defensora pública Daniela Asinari, única postulante votada por unanimidad esta semana en la Asamblea Legislativa, de donde también salieron aprobados -aunque con fallo dividido- cinco fiscales y otros siete defensores que irán conformando el plantel del Ministerio Público de la Acusación y del Servicio Público de la Defensa, respectivamente, los institutos del nuevo sistema de enjuiciamiento penal. Esta abogada de 33 años, oriunda de Marcos Juárez, se fogueó apenas salida de la Facultad en la preparación de los primeros juicios que se hicieron en Rosario por delitos de lesa humanidad, en el equipo jurídico de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Politicas. "Vos te querés entrenar directamente en las Olimpíadas", le decían sus colegas allá por el 2006. Acaso haya sido esa experiencia, y la representación legal del Movimiento Giros las pruebas que sedujeron el voto de los legisladores opositores que objetaron a todos los otros pliegos, que rechazaron a otros tres y que forzaron al Ejecutivo a retirar 11 un rato antes de la asamblea. Hasta la diputada del bloque Federal, Alejandra Vucasovich, la elogió vehemente, aunque no transite surcos ideológicos afines: "Sabemos que es una persona con los cojones para estar a cargo de una defensa", dijo.
El logro obtenido la ruboriza y enorgullece, pero no la sorprende, según reflexiona ahora con voz suave y tranquila en diálogo con Rosario/ 12. Sólo una vez se excusará de responder, al requerírsele opinión sobre el armado de los concursos y selección de postulantes, que su nuevo jefe superior, el defensor general Gabriel Ganón, cuestiona en público.
-¿Por qué suponés que has sido la única concursante aprobada por unanimidad en la Asamblea Legislativa?
-Es motivo de mucho orgullo personal, pero creo que lo mismo hubiese ocurrido con cualquier abogado que... Yo asumo la profesión como una herramienta de lucha. Desde que me recibí, la puse a disposición de la defensa de los derechos humanos. Cada lugar es un puesto de lucha y creo que posiblemente cualquier abogado que entienda la profesión así hubiese tenido el mismo reconocimiento. También es un reconocimiento a las luchas que representamos en los Tribunales. Somos pocos quienes consideramos la abogacía como militancia. Yo me considero más militante que abogada.
-¿Por qué decidiste concursar para defensora pública?
-Me entusiasmó el rol que se prevé para los defensores públicos en el sistema penal nuevo. A diferencia de la función que hoy cumplen los defensores del sistema escrito, tal vez por sobrecarga de trabajo, el nuevo sistema depara un rol muy activo, no sólo en defensa de la persona llevada a juicio, sino también en la asistencia letrada durante la ejecución de la condena, que de otro modo la persona queda en total indefensión. Es que quien tiene un abogado particular, ya preso no tiene cómo pagarlo y quien tiene un defensor oficial no puede esperar un seguimiento de su caso puntual porque está sobrecargado de trabajo. Otra cuestión será entrevistar a los defendidos en su lugar de detención, no hacerlos venir al tribunal. Eso permitirá monitorear las condiciones de detención, una función preventiva para casos de tortura y apremios. Eso me entusiasma también, y para un abogado particular es más difícil acceder a cárceles y comisarías. Ya lo hice en la pasantía de ejecución penal del Colegio de Abogados, que ahora dirijo.
-¿Qué te hace pensar que el desarrollo de la práctica no termine sobrecargándote de causas como les pasa a los defensores actuales?
-Creo que sí llegaremos a estarlo, pero es cierto que ahora arrancaremos desde cero causa con el nuevo sistema. Además, la oralidad genera una agilidad de trabajo que no la tiene el sistema escrito. Somos ocho defensores para la región Rosario, pero luego se sumarán los adjuntos, igual para los fiscales.
-¿Qué más analizás como probable beneficio del nuevo sistema?
-Que garantizará un mejor acceso a la Justicia, tanto para la defensa como para la investigación penal. Hoy el 98% de los privados de libertad pertenecen a la población de alta vulnerabilidad social. Hay que pensar un sistema en el que el defensor tenga mayor contacto con su defendido, un vínculo de mayor confianza para que quien no pueda pagar un abogado, acuda al servicio público y tenga el mismo tratamiento que si contratara a un particular. La diferencia se notará en el seguimiento post condena, cuando miles de privados de libertad no queden librados a su suerte, como hoy. La oralidad permite estas mejoras: para empezar, el hecho de que el juez vea, escuche y conozca al imputado antes de dictar sentencia. La Corte ha anulado fallos porque el juez condenó sin siquiera conocer al imputado. El sistema escrito es realmente inquisitivo. Somos la única provincia que aún lo tiene. En el mundo nos pondrían en un museo.
-¿Cómo suponés que será el trabajo de los nuevos defensores con la policía actual?
-Entiendo que hay proyectos para crear una policía especializada, dedicada a la investigación penal exclusivamente, no como hasta ahora. Es importante que esté bien capacitada y con los elementos necesarios para relevar pruebas, porque son los primeros en llegar al lugar del hecho a investigar. Hay que mejorar la selección de los policías para esos puestos. Toda fuerza debería depurarse y democratizarse.
-¿Hace falta nombrar a todos los fiscales y defensores para comenzar con el nuevo sistema, o se puede aprovechar ya la estructura existente?
-Creo que sí se puede arrancar. Es cierto que en otras jurisdicciones faltan nombrar cargos porque no hay ninguno, pero no creo tampoco que sea necesario nombrar a todos teniendo en cuenta que todos arrancaremos desde cero. Al menos con un grupo se podría empezar, siendo que ya hay inmuebles alquilados (hasta que se concluya el Centro de Justicia Penal que se construye en Virasoro al 1100.
-¿Tenés algún límite ético o ideológico para ejercer una defensa?
-Los mismos que como abogada particular. Difícil ponerlo en pocas palabras, pero por ejemplo nunca llevaría un testigo inventado. Como particular sí he rechazado pedidos de defensa, pero como pública mi función será representar a cualquiera que necesite asistencia letrada. De todos modos, entiendo que mis superiores irán asignando las causas de acuerdo a la idoneidad de cada uno en cada caso. Por ejemplo: si denuncio una situación de apremios en una comisaría, será difícil que luego me encarguen defender a un policía.
-¿Qué harás con tu trabajo en causas de derechos humanos y el ejercicio privado de tu profesión?
-La defensoría pública es de función exclusiva, por lo que no podré seguir realizando esa tarea de abogada militante. Eso es lo que me hizo meditar antes de encarar, pero también pienso que este nuevo desafío también es un lugar a ocupar con militancia.

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