domingo, 5 de agosto de 2012

STA FE: Por la pobreza, los rosarinos tuvieron que reducir su dieta alimentaria

En 10 de cada 100 hogares de la ciudad, los rosarinos debieron modificar su dieta e incluso reducirla. Muchos pasaron hambre por sus problemas económicos, según los datos de una investigación realizada por la Universidad Católica Argentina (UCA) y publicada en el Barómetro de la Deuda Social, el estudio que identifica, monitorea y evalúa la dinámica y los alcances del déficit en las capacidades de desarrollo humano.
La Capital | 
La investigación se realizó sobre los datos del año pasado en una muestra de 5.712 hogares distribuidos en 952 puntos de los grandes centros urbanos del país, entre ellos Rosario. Uno de los ítems analizados fue la inseguridad alimentaria, es decir la reducción de la comida o la experiencia del hambre por problemas económicos. "Este indicador colabora para evaluar en qué medida los planes sociales llegan o no a toda la población y si realmente cubren las necesidades. Los números demuestran que no", manifestó uno de los autores del trabajo, Dan Adaszko.
La información constituye un indicador directo del nivel de vida y de la satisfacción de las necesidades. "Aquellos hogares que experimentan alguna de estas dos privaciones básicas (como el recorte en alimentos y salud) están sufriendo un serio riesgo en sus condiciones de subsistencia y además dejan en claro que el Estado no estaría cumpliendo eficientemente su función social", explicó Adaszko.
La pregunta central que se hacen los investigadores, al medir este indicador, es en qué medida las mejoras laborales y de ingresos generados por el régimen macroeconómico y las transferencias de fondos de las políticas sociales lograron o no garantizar el derecho a la seguridad económica de los hogares.
Gastos del hogar. Los hogares jerarquizan dentro de sus gastos la adquisición de bienes y servicios básicos, como el alimento y la salud. Por la importancia que tienen estos gastos, son los últimos en ser recortados en los períodos de dificultades económicas.Por eso, cuando la reducción de gastos alcanza al consumo necesario para satisfacer los requerimientos alimentarios y los de la salud, esto repercute de manera directa en el bienestar de las personas y vulnera los llamados derechos consagrados.
Los investigadores señalan que "aquellos hogares que experimenten alguna de estas privaciones no sólo estarían sufriendo un serio riesgo en sus condiciones de subsistencia, sino que también el Estado no estaría cumpliendo plena o eficientemente su función social”, manifestó Adaszko.
Más alarmante es la situación si tiene en cuenta que sucede en un país que es uno de los principales productores alimentarios del mundo. “Este tipo de inseguridad no deriva de un problema vinculado con la escasez de alimentos, sino con la distribución y el acceso lo que, nuevamente, pone en cuestión la eficacia de las políticas sociales, y dentro de ellas la alimentaria” señaló.
Los números reflejan que en Rosario, el 10 por ciento de los hogares sufre inseguridad alimentaria. A su vez, si se desglosa este número se advierte que en 3 de estos 10 hubo un grado de severidad, lo que significa que sus integrantes directamente pasaron hambre.
En tanto, el 6,9 tuvo inseguridad alimentaria moderada (la gente se vio obligada a modificar la dieta por cuestiones económicas).
El mayor riesgo se observó en los hogares cuyo principal sostén económico era una mujer o en aquellos en los que el hombre se encontraba en situación de precariedad laboral.
Por otra parte, el cambio de alimentación por una comida más insuficiente se dio mayormente en los hogares con jefes en condiciones de trabajo endebles.
En lo que respecta a la presencia de menores, los datos arrojan que en aquellos domicilios en los que vivían niños y adolescentes se experimentaban niveles de inseguridad alimentaria superiores a aquellos donde sólo había adultos. Así, los hogares con niños duplicaron las chances de padecer este tipo de problemática.
El estudio también demostró que existe claramente una franja de población vulnerable en lo que hace a la inseguridad alimentaria que se encuentra radicada tanto en villas y asentamientos precarios, como en las zonas más pobres dentro de la traza urbana formal.
A nivel nacional, el año pasado, el 25 por ciento de los hogares que padecían inseguridad alimentaria severa y el 43 por ciento de aquellos con inseguridad moderada no recibían ningún tipo de asistencia económica por parte del Estado.
Según el trabajo, “los datos relevados permiten inferir que en las políticas públicas existe una dificultad en lo que hace a las estrategias para llegar a los hogares más necesitados”.
Esto plantea interrogantes sobre la efectividad de los programas sociales para resolver problemas asociados con la pobreza. “Sería de suma importancia dirigir los esfuerzos a estos hogares”, concluyeron los analistas.

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