domingo, 15 de julio de 2012

INT. Las insólitas purgas de Franco

El gobierno paraguayo decidió mutilar las huellas de Lugo en su administración con medidas tragicómicas como ordenar el retiro de un busto de Bolívar o despedir a una periodista por adherir a una cuenta de Facebook opositora.

 

Si el juicio político contra el actual presidente paraguayo destituido Fernando Lugo fue, utilizando un moderado tono diplomático, desprolijo e insólito, la actual purga política y simbólica ordenada por el jefe de Estado Federico Franco no se queda atrás en su contenido tragicómico. Sí llamó, en su momento, la atención de la comunidad internacional que el Congreso guaraní esgrimiera argumentos desopilantes en su embestida contra Lugo –como haber firmado “reiterados” tratados de cooperación con el Mercosur o haber organizado un campamento de su fuerza política en un predio del Ejército–, el sistemático descabezamiento de cuadros luguistas de la administración central y la ejecución de medidas propias de una película de Woody Allen por parte de la gestión post golpe parlamentario, como ordenar el retiro de un busto de Simón Bolívar de una plaza pública, deberían hacer pensar que la decisión de la OEA de no condenar a Paraguay también bordea el ridículo.
En principio, el gobierno del liberal Federico Franco decidió desangrar el principal foco de resistencia político que permanecía de pie en el organigrama estatal: la televisión y la radio públicas. Es más, fue en la propia emisora televisiva donde se gestaron los primeros minutos de la “resistencia pacífica contra la dictadura”. Apenas asumido Franco, el informativo con más rating de la TV Pública pusó sus cámaras en la calle donde está ubicado el canal para emitir un Micrófono Abierto y hasta ahí llegó Lugo para estrenar su condición de dirigente derrocado y perseguido. De ahí el motivo de la feroz purga ordenada por el nuevo Ejecutivo contra periodistas contratados o identificados con el anterior gobierno.
 Pero, más allá del carácter revanchista de la orden política señalada, el franquismo activó mecanismos propios de un régimen mesiánico. Fátima Rodríguez, por ejemplo, divulgó en una carta publicada en el portal Paraguay Resiste los verdaderos motivos sobre por qué la desvincularon de la Secretaría Pública de Medios: “El 04 de julio del 2012, después del golpe, el señor Martín Sanemann, ministro de Comunicaciones del nuevo régimen, me encontró ante el flagrante delito de estar mirando una fotografía de una persona que tenía un cartel de Federico Golpista. Dos días después, el 06 de julio, me llaman de Recursos Humanos para decirme que tenemos un documento para su firma. Si esto no es persecución ideológica y política, ¿qué es? Si esto no es dictadura, ¿qué es?”, se sigue preguntando Fátima. Incluso, tras el conocimiento de estos hechos, la organización Reporteros Sin Fronteras emitió un comunicado el último viernes donde advierte que “en Paraguay, a partir de la censura de algunos programas y las maniobras destinadas a hacer a un lado a periodistas molestos, reina un clima de tensión e incertidumbre”.
La mutilación de las huellas luguistas en el poder estatal no se detiene en la prensa, también se podría mencionar que nueve oficiales superiores de las Fuerzas Armadas de Paraguay fueron pasados a retiro esta semana por haber sostenido una reunión con el canciller venezolano Nicolás Maduro horas antes del ya famoso juicio express contra Lugo. Pero, eso sí, al top de las medidas descabezadas y restauradoras del nuevo régimen, hay que mencionar la patriada resuelta por la Junta Municipal de Ciudad del Este. Es que los ediles de esa importante ciudad del país mediterráneo votaron el retiro de una estatua con la figura de Simón Bolívar, que está ubicada en una plaza céntrica desde hace diez años. La insólita iniciativa fue propuesta por el concejal Nery Jara, del Partido Colorado –uno de los promotores del golpe institucional contra Fernando Lugo– y aprobada por unanimidad. “Lo hice en señal de protesta porque un canciller de otro país viene a entrometerse en cuestiones internas de Paraguay. Atropellan nuestra soberanía y no podemos quedarnos callados”, intentó explicar Jara, que cayendo en un grotesco mayor aclaró que el proyecto –finalmente vetado por el alcalde- incluía, eso sí, “una recomendación al gobierno venezolano para que envíe un emisario para llevarse la estatua”.
Estos hechos, si bien pueden ser caricaturizados o leídos con humor negro para su mejor digestión informativa, poseen, por supuesto, condicionantes estructurales e históricos que los hacen más lógicos y previsibles. En ese sentido, el director de la revista Nueva Sociedad, Pablo Stefanoni, recuerda un elemento que debe ser tenido en cuenta: “No es casual que en un país donde la izquierda fue perseguida y casi exterminada, el anticomunismo deviniera política de Estado. Incluso, una gigantesca estatua del líder chino Chiang Kai Chek quedó como recuerdo en la avenida del mismo nombre en plena Asunción. El anticomunismo siempre fue moneda corriente en Paraguay. Por algo, el dictador Stroessner dijo que su país era el más anticomunista del mundo”.

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