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domingo, 3 de junio de 2012

SANTA FE: Testigos de Jehová: debate sobre derechos y creencias religiosas

Dos representantes de esa fe, en la ciudad, explican el porqué de la resistencia a recibir sangre y cuáles son las alternativas que proponen. El respeto de las voluntades en la medicina actual.

 

La discusión sobre si Pablo Albarracini, testigo de Jehová, debía realizarse o no una transfusión de sangre conmovió a todo el país. El respeto de los derechos individuales y las creencias personales comenzaron a sopesarse con la voluntad del padre y la hermana del joven que pidieron que sea sometido al tratamiento al que se opone. Referentes de esa comunidad religiosa en Santa Fe dialogaron con Diario UNO sobre los fundamentos de la decisión y la jurisprudencia en el país.


Pablo Adrián Garzón y José Carlos Romero son referentes de los Testigos de Jehová en Santa Fe y trabajan en el Comité de Enlace con los Hospitales, un organismo que difunde la postura de su comunidad religiosa y aporta alternativas médicas a la transfusión de sangre.


En primer lugar ellos remarcaron que no están en contra de la ciencia y la medicina y que no creen en la sanación por fe. Sólo que su convicción se basa en el estudio de la Biblia y en ella se detalla que hay que “abstenerse de la sangre”, por lo tanto la transfusión es una práctica médica que no aceptan. En cuanto a los trasplantes de órganos y tejidos indicaron que queda a criterio de cada persona y que hay experiencias de casos en los que se ha hecho sin intercambio de sangre.


Además, hicieron hincapié en que su religión se basa en la autodeterminación, por lo que cada testigo es libre de elegir con qué prácticas acuerda y con cuales no; aunque en caso de que estar de acuerdo con la transfusión esa persona no se estaría rigiendo por los principios de su religión y por lo tanto no puede pertenecer a ella.


Entonces, en los casos en que la transfusión haya sido sin el consentimiento de la persona –situación que, según dijeron, generaría daño emocional– hay posibilidad de seguir siendo testigo de Jehová porque no ha sido una traición voluntaria de la convicción sino una imposición de otros sobre sus cuerpos.


“Nosotros recurrimos a los médicos para atender nuestra salud. Los únicos tratamientos médicos que no aceptamos son aquellos relacionados con las transfusiones de sangre. De todas maneras, hoy está desarrollada la medicina no sanguínea y está probada”, marcó Garzón.


Y agregó: “Los trasplantes de órganos son una decisión personal que cada testigo de Jehová investiga y, en su conciencia, decide. La razón por la cual nos abstenemos de sangre se basa en la Biblia que habla sólo de eso y no de otros órganos”.


Al respecto, destacó que la discusión, para los testigos de Jehová, no es “sangre o vida”, sino “sangre o alternativas no sanguíneas” pero siempre defendiendo la vida y luchando por ella.

Las razones religiosas
—¿Cuáles son los fundamentos que encuentran en la Biblia para oponerse a la transfusión de sangre?


Pablo Garzón: Nosotros creemos que la Biblia es la palabra de Dios. Así que lo que dice lo tomamos como un mandato. Hay tres partes principales donde lo menciona. Primero a Noé después del diluvio le prohíbe comer carne con su sangre. Después eso mismo fue dado a la ley de Moisés y, a través de él, a toda la región de Israel. Y, en la época de Jesús, surge el mandato de abstenernos de la sangre.


—El fundamento de esas indicaciones está vinculado al beber sangre, como sucedía en el Coliseo romano donde se bebía la sangre de quien había sido derrotado. No habla puntualmente de la transfusión, que es un práctica médica que se desarrolló mucho después, ¿por qué ustedes hacen la misma interpretación entre el beberla y transfundirla?


José Carlos Romero: Es comparable a lo que sucede con el alcohol. Si uno lo ingiere o lo transfunde por vena tiene el mismo efecto. Entonces en el caso de la sangre tiene que ver con que ingresa al cuerpo, de la manera que fuere. No la aceptamos de ninguna manera porque cumplimos un mandamiento bíblico.


P. G.: Antes la sangre se bebía para curar ciertas enfermedades. Y los cristianos de aquella época también se abstenían de ese método.


—¿Cuáles son las consecuencias que pueden tener por una transfusión?


P. G: Primero tenemos que hablar de las emocionales. Es como una violación. De todas maneras puede darse que el médico presione y trasfunda por lo que podemos pensar que eso va a afectar a su dignidad, a su persona.

Las opciones que proponen
—¿Cuáles son las alternativas médicas que han encontrado a las transfusiones para proteger la vida?


P. G: Hay una tendencia mundial al ahorro de sangre, obviamente porque hay una preocupación por la escasez de dadores. Así que las alternativas las ha encontrado la comunidad médica. Tanto es así que si hablamos de fechas, en 1962 se registra la primera cirugía cardiovascular realizada sin sangre. De allí en más, en base a ciertos pilares básicos de la medicina como la tolerancia a la anemia por ejemplo al estimular la producción de células sanguíneas o el disminuir el sangrado por recuperar la misma sangre o por utilizar fármacos para ese fin. Hay un abanico de estrategias que se utilizan como alternativas. Y muchas son muy utilizadas por pacientes que no son testigos de Jehová.


—¿Ustedes tienen alguna documentación específica que lleven consigo para expresar su voluntad?


P. G.: Por ley está el consentimiento informado. Cualquier paciente que va a ser sometido a una cirugía debe firmar cuáles son los tratamientos que acepta. El médico tiene que explicar de manera sencilla y clara cuáles son los riesgos y beneficios del tratamiento al que va a ser sometido. Además la ley nacional de derechos del paciente obliga al profesional a explicar los riesgos y beneficios de las alternativas. Es el paciente el que decide.


—¿Y en los casos de emergencias hay algún tipo de identificación como sucede en algunos casos con las personas con diabetes o alérgicas?


J. C. R.: En ese caso están las directivas anticipadas. Es un documento que portamos nosotros y donde se especifíca cuáles son las prácticas médicas a las que nos sometemos sin ningún tipo de problema y cuáles no (la constancia tiene la certificación de la firma realizada por un escribano público). Además, se puede agregar qué medicación se está tomando, si hay algo que pueda afectarnos, si estamos teniendo algún problema en ese momento. El objetivo es que el médico tenga en claro qué tratamientos alternativos queremos utilizar. El profesional lo puede consultar en cualquier momento.


P. G.: Eso también está establecido en la ley de derechos del paciente. Toda persona mayor de edad puede disponer directivas anticipadas sobre su atención. En cuanto a los niños y adolescentes la ley que los protege establece que los jóvenes maduros pueden expresar su postura y si es evaluada como una decisión consciente debe ser tenida en cuenta también.


En relación al fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre el pedido del padre de Pablo Albarracini (ver nota en página 13), Garzón marcó: “Esto es un tema sobre el que hay un fallo desde 1993 y eso fue derivando en distintas leyes que apuntan al respeto de los derechos del paciente. En realidad no es un tema nuevo, ya se ha debatido y la Justicia y el Congreso ya se han expedido. Hay que informarse y aceptar que hay cuestiones ya resueltas al respecto”.


Por su parte, Romero agregó: “Aquí lo que se expone es lo que la ley resguarda, que la persona pueda, en su autonomía, decidir qué quiere hacer con su vida. Y eso tiene que ver con respetar la dignidad de la persona que está por encima de cualquier otra cuestión que se quiera plantear”.


Por último, respecto a si sienten que sus creencias no son tan respetadas como lo son las de otras religiones –basta mencionar el peso de la postura de la Iglesia Católica sobre los abortos no punibles o la anticoncepción– indicaron que no y que trabajan, yendo casa por casa, para compartir su religión. Y sobre el debate que ha surgido, de manera transversal, sobre si los Testigos de Jehová son una secta o una religión, Romero remarcó: “Eso lo define en sí cada país. Como Testigos de Jehová nosotros somos reconocidos como religión en 236 países, eso acredita que el trabajo que realizamos es abierto al público. No escondemos nada, somos como somos, tenemos familias y trabajamos. No seguimos a un hombre, seguimos los principios que la Biblia establece”.

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