La agrupación integrada por jóvenes de toda la ciudad se reúne los sábados a metros de Teniente Loza al 7000. Es un espacio contenedor y de ayuda a personas en situación de vulnerabilidad.
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Los sábados, a las 9 de la mañana, un grupo de
jóvenes se encuentra en bulevar Gálvez para esperar el colectivo que los
lleva al barrio San Agustín. Allí, otro grupo lo espera con mates para
empezar a trabajar. Todos integran la Casa de los Jóvenes Pablo Aguilar,
que nació en 2007 como un espacio de contención y sociabilización.
“En aquel entonces, Cristian Aguirre, un chico que
vive en Los Hornos, llegó con la propuesta de encontrarnos una vez a la
semana para intercambiar experiencias, charlar de las cosas que nos
pasan y relacionarnos. Él había trabajado con Pocho Lepratti en las
villas de emergencia de Rosario, y de ahí trajo la iniciativa”, contó
Eduardo Gutiérrez, del barrio Marcos Bobbio y uno de los primeros en
sumarse al grupo. Y agregó: “Muchos jóvenes, sobre todo de los barrios
periféricos, sufren problemas de adicciones y están desamparados por sus
propias familias. De ahí el surgimiento de este espacio para
contenernos entre nosotros mismos y no caer”. Quienes lo integran tienen
entre 18 y 35 años.
Sobre el vínculo con jóvenes de barrios céntricos de
la ciudad, señaló que como el espacio está abierto a cualquier persona
muchos se fueron sumando al enterarse de la iniciativa. Tal fue el caso
de Luciano Giardino, un ex alumno de La Salle que estudia Comunicación
Social en la Universidad Católica. “Empecé a venir al barrio cuando
estaba en 3er. año del secundario -año 2009-. Y ahora, que ya estoy en
la facultad, sigo viniendo porque es algo muy enriquecedor. Conocí el
grupo por un directivo de la escuela, que nos invitó a venir”, refirió.
Espacio propio
La calle fue el lugar donde en 2007 comenzaron a
juntarse los jóvenes. Hasta que conversaron con el sacerdote del barrio
para que les permitiera reunirse en la sala velatoria del barrio. “Este
salón es administrado por la parroquia. Lo construyeron con la intención
de que la gente velara a sus muertos, pero no se utilizaba porque los
vecinos preferían hacerlo en sus casas. Entonces le pedimos permiso al
padre”, recordó Orlando Ledesma.
La autorización del sacerdote marcó un antes y un
después en el grupo que hoy integran cerca de 20 jóvenes. Significó
empezar a trabajar por los chicos del barrio.
“A partir de ahí empezaron a surgir un montón de
ideas, como la organización de talleres de ajedrez y hip hop. La más
importante y concurrida es la del comedor, que implementamos en
septiembre del año pasado. Los sábados, las escuelas no brindan el
servicio entonces vienen acá”, manifestó Luciano Giardino. Y agregó:
“Los chicos que vienen son alrededor de 80. Al principio era un grupo
más reducido”.
Cocina una vecina del barrio y se abastecen de
mercadería a través de donaciones. “Mandamos e-mail a todos nuestros
contactos pidiendo colaboración. Y la respuesta siempre es buena. Hace
poco hicimos una colecta solidaria a través de una radio que nos dio
excelentes resultados”, contaron.
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1 / Por los chicos. Luego de que los jóvenes
consiguieron un espacio donde encontrarse, se sumaron los chicos. Para
ellos, se organizaron varios talleres los días de semana y el servicio
de comedor los sábados. Ese día, antes de almorzar, realizan dibujos y
actividades prácticas.
2 / Uniendo lazos. Dos jóvenes extranjeros que
visitaron Santa Fe dejaron su arte en las paredes de la Casa de los
Jóvenes de San Agustín. Pintaron, de acuerdo con lo decidido por los
chicos y jóvenes en el marco de un taller, una mujer tejiendo que
representa la unión de las distintas clases sociales.
Fotos: Guillermo Di Salvatore
/// PEDIDOS
Homenaje
Pablo Aguilar, como se llama la Casa de los Jóvenes
de San Agustín, fue uno de los primeros en integrar la agrupación. Murió
en un intento de defender a su familia. Eduardo Gutiérrez, uno de sus
amigos, lo recuerda como una gran persona. “Fue en 2008, en un confuso
episodio. Ese día él estaba reunido con nosotros, con los chicos del
grupo. Al enterarse de que le estaban baleando la casa se acercó a
defender a su familia y lo mataron. Tenía 18 años. En su honor, le
pusimos su nombre a la agrupación”.
/// EL DATO
Materiales. Por un robo que sufrieron meses atrás,
los jóvenes quieren levantar los tapiales del espacio donde se reúnen.
Precisan ladrillos, cemento, cal, arena y hierro.
Utensilios. Debido a la cantidad de chicos que se
acercan al comedor, precisan platos soperos, vasos y cubiertos. Para
poder cocinar también necesitan garrafas y un regulador.
Mobiliario. Bancos, sillas y tablones con caballetes.
Mercadería. Arroz, fideos, sal, aceite, huevos, harina, azúcar, especias, yerba, polenta y leche en polvo. También carne.
Higiene. Detergente, lavandina, desodorante, esponja
de acero y goma espuma, escoba, trapos de piso, escurridor, jabón,
toalla y papel higiénico.
Vestimenta. Ropa y calzado para niños y adultos.
Librería. Cuentos, hojas para dibujar, lápices y fibras.
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