Impuestos: Bonfatti pidió media sanción antes de las vacaciones
Fuera de la Casa Gris,
volvieron a verse las caras socialistas y radicales. Fue luego de la
frustrada invitación -del 4 de junio- que había extendido el gobernador
Antonio Bonfatti.
La reunión se realizó fuera de la Casa Gris. Los cronistas vieron salir
al gobernador Antonio Bonfatti y su ministro de Gobierno Rubén Galassi
de prisa y sin ánimo de dar explicaciones sobre su destino. Unos y
otros, tanto los hombres que llevaban sus sacos en el brazo como los que
portaban sus grabadores, sabían que la reunión con los radicales iba a
llevarse a cabo, pero en otro ámbito menos expuesto a los periodistas.
Para fumar la pipa de la paz, radicales y socialistas fueron a otra
carpa. La sede el Ejecutivo provincial tenía demasiadas miradas
extrañas, que hubieran podido minar de incomodidades la fumata. En medio
del humo y de las indefiniciones que subsisten sobre el proyecto (no
está acordada “la letra chica”) hubo al menos acuerdo para que el
oficialismo se comporte como uno solo en Senadores a la hora de pedir
una preferencia a la mayoría justicialista.
Sin flashes
No fueron a sacarse una foto, sino a hablar de política. Y eso
ocurrió, ayer, en la oficina que el diputado Eduardo Di Pollina tiene
frente a la Legislatura.
Para cuando los radicales llegaron
al edificio de General López al 3000 ya los estaban aguardando el
gobernador Antonio Bonfatti y el ministro de Gobierno Rubén Galassi.
Luego se sumó el senador Miguel Lifschitz.
Esta vez, el dato
del escenario no es menor. Di Polina había jugado en la interna del
socialismo del lado de Rubén Giustiniani (no junto a Binner y a
Bonfatti), pero es quien de su paso como presidente de la Cámara de
Diputados conserva una aceitada relación con los principales jefes de
los bloques del balcanizado peronismo en Diputados. Y como ayer explicó
El Litoral, entre los diputados del socialismo se mueven las fichas para
redeterminar roles tras la salida impensada de Raúl Lamberto, el
flamante ministro de Seguridad.
Por otra parte, en el caso
Lifschitz, el ex intendente de Rosario, es senador por ese departamento
con un caudal de votos impresionante, y con una clara pertenencia al
sector del PS que encabezan el actual y el anterior gobernador. Sin
dudas, tiene un peso político propio.
Al misterio de la
reunión se le sumó -además de sus protagonistas- el lamentable servicio
de telefonía celular, que ayer otra vez hizo que los usuarios de medio
país notaran cuán importante es.
Al terminar la negociación,
se acordó tanto revisar qué se había dicho puertas adentro como qué se
habría de decir fuera de la oficina de Di Polina. El comunicado de
prensa que remitió el gobierno provincial tuvo el visto bueno de los
legisladores radicales Felipe Michlig, Hugo Marcucci y Santiago
Mascheroni que se entrevistaron con Bonfatti, y -según se dice- salieron
de buen humor.
Criterios
El
planteo del radicalismo sobre qué ocurrirá con la actualización de los
avalúos en el impuesto inmobiliario fue abordado tanto para los
inmuebles rurales como los urbanos. La UCR advirtió que no sólo los
propietarios de los campos chicos que hasta aquí no pagaban ganancias ni
bienes personales serían arrojados a la lista de los contribuyentes a
esos impuestos nacionales, también les ocurriría lo mismo a miles de
dueños de una casa en cualquier ciudad.
Se habló de
“encontrar una fórmula” que les permita salir adelante. Desde el
gobierno, se mostró algo más de apertura a revisar el tema, aunque
también se les recordó a los radicales que la cuestión es especialmente
espinosa para la mayoría justicialista de ambas Cámaras, ya que por lo
mismo (los avalúos fiscales en la provincia de Buenos Aires,
actualizados por decreto) hubo un paro nacional de las entidades del
agro.
El argumento que más parece haber prendido en el
Ejecutivo es que no es buena idea tocar los avalúos de los inmuebles
(sobre todo los urbanos) mientras el gobierno nacional no mueva el
mínimo no imponible de ganancias y bienes personales. Tanto para el
primero de los impuestos (por decreto) como para el segundo (requiere
una ley), el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tiene los
instrumentos al alcance de la mano para la actualización (que entre
otros reclama el líder de la CGT Hugo Moyano).
Otro punto que
parece que van a “analizar” los miembros del oficialismo es qué hacer
con el impuesto a los ingresos brutos que pagan las 21 mil industrias
que existen en Santa Fe, pero gozan de excepciones unas 120 (que
facturan individualmente más de 50 millones anuales) y están ubicadas en
el Gran Rosario. “Es difícil explicarles a las demás empresas por qué
los que más pueden pagan menos”, se dijo en la reunión.
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