Así lo determinó Manuel Castagnino, descendiente de Cosme Maciel, quien la izó el 27 de febrero de 1812.
Eran
las seis y media de la tarde de aquel 27 de febrero, hace 200 años,
cuando el general Manuel Belgrano invitó a la máxima autoridad civil
presente a enarbolar la Bandera de Soberanía Nacional. Fue Cosme Maciel,
en esos días regidor tercero del Cabildo de Santa Fe, el depositario
del honor, cuando la patria naciente todavía no regía sus propios
destinos y ni siquiera tenía un pabellón propio. Era precisamente ése el
momento fundacional, aunque ninguno de los protagonistas lo sabía
entonces. Hoy, a dos siglos menos un día de aquel instante, Juan Manuel
Castagnino repasa la historia de su “quinto abuelo materno”. Y además el
historiador, de 86 viriles años, revela por qué la Bandera que se
encuentra en el Museo de Sucre, Bolivia, que tiene dos franjas
horizontales blancas y una celeste en el centro, es la que creó Belgrano
y la que su ancestro izó por primera vez en las barrancas del Paraná en
Rosario.
En 1815 el retratista François Casimire Carbonnier hizo la única
pintura en vida del prócer cuando éste se encontraba en Londres, en
misión diplomática. Belgrano le indicó detalles al artista, un eximio
miniaturista, para que reflejara en la tela tres momentos históricos en
la vida del patriota: la batalla de Tacuarí, la batalla de Salta y, por
supuesto, la creación de la Bandera en Rosario. Castagnino se tomó el
trabajo, con compleja y moderna tecnología, de observar qué había
dictado minuciosamente Belgrano a Carbonnier, y descubrir en las
miniaturas, junto a la figura del retratado, que efectivamente el
pabellón nacional era blanco, celeste y blanco, como la Bandera de Macha
que está en Sucre. Con más de 30 años de estudios, hurgando en los
documentos originales del Archivo General de la Nación y el de Santa Fe,
así como en el Museo Histórico Provincial Julio Marc, con búsquedas en
los “Anales de Potosí”, donde Belgrano estableció su cuartel general en
el Alto Perú, antes territorio argentino y hoy Bolivia. Juan Manuel
Castagnino está terminando un trabajo de investigación al que titulará
“Cosme Maciel, primer abanderado argentino y líder político federal ante
el porteñaje”.
—¿Cuál es el parentesco que lo une a Cosme Maciel, el primer abanderado?
—Del lado materno, es abuelo quinto. Ya viviendo desde 1823 en su
exilio político en Barracas al Sur, lo que hoy es Avellaneda, la hija
menor de Cosme nace allí en 1825, María Salomé Dominga Maciel. Su padre
cruza el Riachuelo, la lleva en brazos con su madre a Buenos Aires y la
bautiza en la Iglesia de la Merced. Encontré el acta de su bautismo.
Tiempo después se casa con un estudiante de medicina, un santafesino que
se recibe en Buenos Aires: Marcelino Freyre Rodríguez del Fresno, quien
es el primer médico universitario que ejerce en Rosario. Se había
instalado en 1846, y ellos son mis abuelos cuartos. Luego ya en Rosario,
nace la hija del matrimonio, doña Manuela Freyre Maciel, que se casó
con Luis Lamas Hunt, que son mis abuelos terceros. Ambos a su vez son
los padres de la rosarina Manuela Lamas Freyre y de mi tío bisabuelo
Luis Lamas Freyre, que fuera intendente de Rosario en 1898, cuando se
puso la piedra fundamental del Monumento de Rosario a la Bandera. Ella
es entonces mi bisabuela, que se casó con el médico Joaquín Lejarza
Esquivel y tuvieron por hija a mi abuela propiamente dicha, María Elena
Lejarza Lamas. Finalmente, ella se casó con el médico Enrique Fidanza
Randle y es su hija Elenita Fidanza Lejarza, mi madre, nacida en 1906,
como todos ellos, en Rosario. Ella se casó con Manuel Castagnino. Los
padrinos del bautismo de mi madre, que fue el 18 de junio de 1906,
fueron sus ancianos tatarabuelos que aún vivían, la hija de Cosme
Maciel, doña María Salomé Dominga Maciel, y su esposo, el doctor
Marcelino Freyre Rodríguez del Fresno. Recuerdo que tenía 7 años cuando
yo estaba en tercer grado de la escuela y un día mi madre, de acuerdo a
la tradición familiar, me dice: “¿Sabés quién es mi chozno? Cosme
Maciel”. ¿Quién es?, pregunté, y me dijo: “Es el primer abanderado
argentino”. Sentí que mi pecho de chico se hinchaba de emoción
patriótica con la pureza de la niñez. Así es que mi abuelo quinto es
Cosme Maciel, que en 1862 dio testimonio de su actuación ante Pastor
Servando Obligado, que publicó esta auténtica declaración en sus
“Tradiciones Argentinas”: “Me dijo el general Belgrano: «Vea si está
corriente la cuerda y ata bien la bandera para elevarla cuando le haga
la señal con la espada»”.
—No es un detalle menor que Belgrano designara a un civil y
no a un militar del Regimiento de Patricios, que estaba en Rosario, en
un momento tan caro como es el izamiento de la Bandera…
—El primer abanderado por indicación de Belgrano es Cosme Maciel, es
la máxima autoridad civil que está en el acto. Era regidor tercero del
Cabildo de Santa Fe y ese día estaba en Rosario porque ésta era su
jurisdicción. Además, hay una relación directa entre la familia Maciel y
Belgrano. Cuando en 1770 nació Manuel Belgrano lo bautiza el tío carnal
mayor de Cosme, Juan Baltasar Maciel, un sacerdote que además era
doctor en teología, doctor en derecho y abogado; que ejercía la
profesión siendo el abogado del padre de Belgrano para sus cuestiones
comerciales en Buenos Aires.
—No muchos reconocen a Cosme Maciel como el primer abanderado…
—El primer historiador que escribe sobre el acto de Rosario es
Bartolomé Mitre, en su “Historia de Belgrano”, primera edición, en 1857,
que ha sido citada como guía para toda la República, difundiendo la
confusión sobre el acto rosarino. Los porteños son los primeros en
escribir la historia. Y el acto de Rosario del Día de la Bandera se
transforma en un invento de Mitre cuando interpreta mal las palabras de
la proclama de Belgrano el 27 de febrero de 1812. Comete un grosero
error que desmerece la gloria de Rosario, a la que no le tiene simpatía,
porque era la ciudad avanzada de la Confederación Argentina de Urquiza
con asiento en Paraná, versus la disidente provincia de Buenos Aires que
1857 estaba separada de la Confederación, con todas sus figuras, entre
ellas la principal: Mitre. Tienen constitución propia, porteña, tienen
embajadores en Londres y París… Mitre escribe que el 27 de febrero hay
dos banderas, cuando en realidad es una sola, interpretando con error
las palabras de Belgrano que ordena: “Id y posesionaos”, al comandante
de la batería en la isla del Espinillo. Mitre interpreta que el “id” es
con la Bandera en la mano, para que enarbole el primero. ¡Pero cómo, si
el jefe está acá! ¿Cómo le va hacer entrega de la Bandera a un
subalterno para que la enarbole él primero? Y éste va a ir a enarbolar
la Bandera, río por medio, mirando Belgrano por un catalejo cómo a lo
lejos, en la soledad del barro y la vegetación, enarbolan su máxima
creación… No era un trapo. Es la Bandera de Soberanía. Belgrano es el
independentista máximo de 1810, que se manifiesta con el máximo acto de
soberanía, que es el de crear una Bandera ante las naciones del mundo.
Hay muchas banderas: de ejército, de regimientos, de batallones, de
escuelas, de oficinas públicas pero hay una que es de Soberanía de una
Nación y es la que creó Belgrano en Rosario. Mitre además se pone a
describir el acto, y resulta que según las vivencias auténticas de
Belgrano el acto fue distinto.
—¿Cuáles fueron sus trabajos para seguir los pasos de la Bandera de Soberanía izada hace 200 años?
—Hay más de 30 años de estudios, examinando los documentos del
Archivo General de la Nación y de los Archivos de Santa Fe y en los
“Anales de Potosí”. Todo está ahí. El tema de la Bandera nacional, de la
Bandera de Soberanía es delicadísimo, además de controvertido. Hay
quienes dicen que la Bandera que quedó en Sucre no es la de Rosario y
hay quienes dicen que sí; hay quienes manifiestan que la Bandera tuvo un
diseño geométrico determinado y otros dicen que es otro…
—¿Qué dicen los documentos a los que accedió?
—Indican que la Bandera que se enarboló en Rosario es la que está en
Sucre. El primer elemento de juicio es la Bandera en sí misma, que está
delante de los ojos de quien quiera verla, en una vitrina, con sus
manchas de sangre y sus franjas horizontales, blancas las dos externas y
celeste la franja central, es decir, en un orden de franjas al revés de
la Bandera actual. Esa bandera no es española ni boliviana, es
argentina, reconocida en documentos por Bolivia. Es una realidad que se
impone por sí misma, que estuvo oculta desde 1813 hasta 1885 detrás de
un cuadro de la capilla de Titirí, Curato de Macha, escondida ahí por el
cura patriota Aranivar cuando la rápida retirada, luego de la derrota
de Ayohuma el 24 de noviembre de 1813. En segundo término, cuando
Belgrano crea la Bandera, comunica al Triunvirato por oficio que es
conforme la escarapela oficial que ha creado el mismo Triunvirato pocos
días antes, a solicitud del propio Belgrano, el 18 de febrero de 1812.
Se dirige al Triunvirato y les se hace saber que tenemos que distinguir
nuestros uniformes de los enemigos y no tenemos escarapela. Por ello el
Triunvirato crea la Escarapela. Hasta ese momento la bandera que se usa
es la española, es la que desplegó la tropa de Belgrano cuando ingresa a
Rosario el 7 de febrero, de fondo blanco con la cruz de Borgoña. De
acuerdo a retratos al óleo de militares en aquellos años, la Escarapela
de 1812 era un círculo central celeste rodeado de una corona circular
blanca, o sea, dos círculos concéntricos, el de menor diámetro celeste y
el de mayor diámetro blanco. Esto se ve en los puños de esos retratos.
Augusto Fernández Díaz, historiador distinguido de Rosario, es quien
hizo el desarrollo geométrico de la escarapela para transformarla en el
diseño geométrico de tres franjas horizontales de la Bandera. Cuando
Belgrano manifiesta por oficio al Triunvirato, informa que es “blanca y
celeste, conforme a la Escarapela”. Por costumbres de la heráldica de
las banderas, el blanco tiene que estar arriba y el celeste abajo, pero
con ello no se dice cuántas franjas, si son verticales u horizontales,
ni con qué dibujo: el diseño geométrico no se define ahí. Pero al
agregar en su oficio al Triunvirato “conforme a la escarapela”, sí da un
orden geométrico, indirectamente: es el que Fernández Díaz descubrió.
“Si al círculo original celeste al centro y al círculo blanco, como un
aro rodeando al celeste, se le derivan de manera horizontal de cada
borde de círculo cuatro líneas horizontales, la franja de arriba queda
blanca, la del medio celeste, y la de abajo blanca. Ésa es la Bandera de
Rosario, hoy en Sucre, de tres franjas horizontales. No hay otra forma
de hacer el pasaje geométrico de la escarapela circular a la bandera de
tres franjas horizontales, para que entonces sea la Bandera «conforme a
la Escarapela», como informa Belgrano en oficio al Triunvirato”, dijo.
—La Bandera actual ¿es la que aprueba el Congreso de Tucumán en 1816?
— Es así; el Congreso de Tucumán aprueba la Bandera actual: celeste,
blanca y celeste. Y de ahí en más todos la toman. Todos los pintores de
aquella época pintan a un militar en la escena del izamiento en Rosario.
Incluso los pintores imaginan una topografía de las barrancas de 1812
que no es tal, verticales, a pique, pero no es tal. Pero prosigo con un
tercer elemento de juicio: son los “Anales de Potosí”. Cuando Belgrano
se va de Rosario, queda aquí la Bandera enarbolada y viaja en coche para
asumir el mando del Ejército del Norte en el Alto Perú, que logrará la
victoria en Tucumán, el 24 de septiembre de 1812. Luego viene la
victoria en Salta, el 20 de febrero de 1813, después Belgrano sigue al
norte, penetra en el Alto Perú y hace cuartel general en Potosí, una
gran ciudad en su época. En ese momento él tiene en sus manos la Bandera
enarbolada en Rosario, que un leal belgraniano le alcanzó desde aquí y
llegó pocos días después de la batalla de Tucumán. Hay un cronista de
Potosí, primero él y luego su hijo, que escriben, en tomos que se folian
y se cosen, seculares, que se conocen como los “Anales de Potosí”. Allí
están los testimonios de estos cronistas veraces, que son mal
interpretados quitándole importancia a la Bandera de Sucre. En los
“Anales” consta que en un gran muro del cuartel general que utilizaba
Belgrano colgaba desplegada una Bandera de tres franjas horizontales,
celeste, blanca al centro y celeste, como la actual, con un letrero
donde se invitaba a incorporarse voluntariamente al Ejército. Un
diseño geométrico desconocido hasta entonces, 1813, ¿es reverenciada y
respetada como la Bandera de Soberanía? No, si le han escrito letras
encima y si hubiera sido la de Soberanía enarbolada en Rosario, Belgrano
no hubiera permitido que le pintaran un letrero encima… Esa sola prueba
escrita de los “Anales de Potosí” demuestra que la Bandera nacional que
se enarboló en Rosario no era como la actual. Hay más elementos de
juicio potosinos…
—¿Hay algún otro elemento que sume a la tesis de que la Bandera que está en Sucre es la que se izó en la barranca?
—Hay un cuarto elemento de juicio, y es inédito. Lo aporto ahora: el
único retrato de Belgrano vivo, de cuerpo entero, donde el prócer le
relata al artista sus vivencias, y el retratista además de ser un
excelente retratista es un eximio miniaturista: François Casimire
Carbonnier. Belgrano está sentado, con las piernas cruzadas y a su
costado izquierdo están tres vivencias en miniatura que le dicta
Belgrano. Tres momentos importantes de su vida donde los historiadores
han visto sólo una escena bélica, única y global, sin detenerse a
diferenciar partes distintas ni interpretar algo en su contenido. En las
dos oportunidades que traje el cuadro a Rosario, durante casi cuatro
años –primero en el Museo Juan Castagnino y luego en el Julio Marc– y
con el auxilio de moderna tecnología de punta para obtener los aumentos,
hice un estudio ampliado de las miniaturas, su contenido e
interpretación. Se transforma de una escena bélica, única, global a tres
vivencias principales en la vida de Belgrano, elegidas por él ante el
artista: la primera es la creación de la Bandera en Rosario, la segunda
es la batalla de Salta, el 20 de febrero de 1813 y la tercer vivencia,
la más antigua de todas, es la batalla de Tacuarí en 1810 en Paraguay,
cuando aún no teníamos bandera propia y enarbolábamos la española de
Borgoña. Belgrano actúa con un enorme cuidado cuando el pintor reproduce
la escena de Rosario.
—¿Cuál Bandera hizo pintar Belgrano a Carbonnier?
—Pinta Carbonnier, en las barrancas de Rosario y no en la isla como
dijo Mitre. Belgrano dicta los detalles de sus hechos de una manera
magistral, afirmándose en la verdad de sus propias vivencias, sin
polémicas con nadie. El prócer, precisando los detalles a Carbonnier,
actúa por descarte con una inteligencia superior, pues sólo deja en pie
el diseño de las tres franjas horizontales en Sucre o en Rosario. En
1815 ,cuando es retratado en Londres, no sabe si la Bandera ha
desaparecido o ha sido salvada. En la imagen de la batalla de Salta, en
la miniatura, está Belgrano sobre un caballo blanco, a un costado suyo,
dos jefes subalternos están de reserva sin entrar en batalla. Son de
infantería y de artillería, los cañones sin la mecha encendida porque no
están en acción. El jefe de artilleros es el coronel Benito Martínez,
que está con una lanza y un banderín en su extremo, un gallardete, con
dos franjas que se ven claritas: blanco arriba y celeste abajo. Ese es
un mensaje, pues demuestra que no es de dos franjas la Bandera de
Soberanía, ya que si así fuere debería estar en la mano del jefe de
todos los jefes, que es Belgrano, y no en las de un subalterno. Al fondo
de la miniatura está la imagen de Rosario con los detalles de la
barranca que describe Belgrano a Carbonnier. La Bandera está en el
mástil, parcialmente enrollada, no está completamente desplegada. Es la
bandera que él creó y está en Sucre, pero la muestra hasta ahí. No
quería tener problemas con Rivadavia, con quien compartía en Londres la
misión diplomática, siendo aquél su jefe. Rivadavia se había opuesto por
oficios a Belgrano y con todo su poder en 1812 a la creación de la
Bandera. ¿Cómo la iba a hacer pintar desplegada? La ratifica con
prudencia, se la ve blanca arriba, celeste al medio y un gran
enrollamiento blanco.
—No es la pintura más difundida del prócer…
—En 1865, siendo Mitre presidente, el pintor Prilidiano Pueyrredón
hizo una copia del original retrato de Carbonnier, en la cual, moviendo
el brazo izquierdo del retratado, logró tapar el espacio de las
miniaturas, de tal modo que las eliminó. No olvidemos que “La historia
de Belgrano” escrita por Mitre en 1857 describe el hecho de Rosario de
modo diferente al real, que muestra la miniatura dictada por Belgrano a
Carbonnier. De tal modo, al eliminar todas las miniaturas, quedó el
cuerpo entero de Belgrano y esta copia de Prilidiano Pueyerredón es la
que e difundió desde Buenos Aires por doquier a todas las escuelas,
oficinas públicas y a todo el país.
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