Diario Uno
SORPRESA. EL ROBO SACUDIÓ EL LETARGO DE LOS CALUROSOS PRIMEROS DÍAS DE ENERO. FOTOS UNO/ MANUEL TESTI
El lunes pasado, Santo Tomé se despertó con la noticia de que la sucursal del Banco Nación, ubicado en la céntrica esquina de 7 de Marzo y Libertad, había sido asaltada. La novedad llegó a la comisaría del
distrito 12, cuando dos agentes de seguridad que llegaron al banco a cubrir servicios, constataron que la puerta de ingreso había sido violentada y encontraron que los bandidos habían intentado abrir las cajas fuertes.
distrito 12, cuando dos agentes de seguridad que llegaron al banco a cubrir servicios, constataron que la puerta de ingreso había sido violentada y encontraron que los bandidos habían intentado abrir las cajas fuertes.
Hasta el viernes pasado, la policía federal aún no había enviado al juzgado interviniente las actuaciones correspondientes. Por lo tanto, desde los tribunales federales, aún no se habían dispuesto medidas investigativas.
Por el turno, la causa quedó en manos del juez Reinaldo Rodríguez,quien el 15 de enero entró en feria y ahora está siendo reemplazado por el juez Francisco Miño. A siete días del atraco, la causa no tiene detenidos. Con el correr de los días, trascendió información sobre cómo encontraron la entidad bancaria los agentes de seguridad que llegaron a cubrir sus puestos de trabajo el lunes por la mañana.
Dicen que el desorden dentro era infernal. Había carpetas, documentos, folios y papeles desparramados por todos lados. También había vidrios rotos y botellas de gaseosa y sidras tiradas en el hall
central. Luego, detectaron el lugar por dónde se produjo el ingreso: en el baño de hombres, había un ventiluz totalmente roto y las rejas exteriores habían sido arrancadas. Junto al ventiluz encontraron una
escalera de metal que había sido acomodada justo para acceder a la ventana. En la zona del Tesoro, las cajas fuertes habían sido cortadas con disco y con soplete. Otra pista, quedó en el baño de mujeres, es que allí los ladrones olvidaron un teléfono inalámbrico color negro.
central. Luego, detectaron el lugar por dónde se produjo el ingreso: en el baño de hombres, había un ventiluz totalmente roto y las rejas exteriores habían sido arrancadas. Junto al ventiluz encontraron una
escalera de metal que había sido acomodada justo para acceder a la ventana. En la zona del Tesoro, las cajas fuertes habían sido cortadas con disco y con soplete. Otra pista, quedó en el baño de mujeres, es que allí los ladrones olvidaron un teléfono inalámbrico color negro.
El contador, la gerenta y el tesorero de la entidad no tardaron en llegar. Los tres coincidieron en que ni el sábado ni el domingo habían recibido alertas de que se hubiera activado la alarma. Sin embargo,
el martes pasado se conoció que la alarma se disparó el domingo a la madrugada, que envió la señal al Centro de Comunicaciones Policiales y que un patrullero fue hasta el lugar, pero no detectó anomalías.
el martes pasado se conoció que la alarma se disparó el domingo a la madrugada, que envió la señal al Centro de Comunicaciones Policiales y que un patrullero fue hasta el lugar, pero no detectó anomalías.
Al inspeccionar el búnker del banco, la policía encontró que los ladrones habían cortados los cables y dañado el sistema de vigilancia por cámaras. El abogado Héctor Muzzio, especialista en seguridad bancaria, conoce las historias de robos a bancos desde el primer boquete que se abrió en las paredes de una entidad financiera, en 1976, frente a la Plaza San Martín de Capital Federal.
El letrado analizó las primeras informaciones respecto del asalto ocurrido el lunes pasado en Santo Tomé y rescató que las barreras físicas (las puertas de las bóvedas) de la entidad resistieron el atraco,
pero que la falla en los dispositivos tecnológicos (alarmas y cámaras de seguridad) fue muy grave. Además, incluyó a la sucursal del centro de Santo Tomé entre la gran mayoría de entidades bancarias del país que no asumen la seguridad como una inversión sino como un costo.
pero que la falla en los dispositivos tecnológicos (alarmas y cámaras de seguridad) fue muy grave. Además, incluyó a la sucursal del centro de Santo Tomé entre la gran mayoría de entidades bancarias del país que no asumen la seguridad como una inversión sino como un costo.
“El banco debe prestar más que un servicio social, debe prestar seguridad. Lo que estos casos muestran es que hay una seria falta de inversión, cuando la realidad es que la plata de los clientes tiene que ser protegida de la misma manera que la propia plata del banco. Lo positivo de este caso es que no pudieron llegar al interior del recinto del tesoro bóveda. Sin embargo, es una falta muy grande que la entidad no haya previsto la posibilidad de que los dos baldíos a los costados representen un acceso fácil al interior del edificio”.
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