La crisis económica que devora al país, una oposición antagónica protagonizada por revolucionarios y fieles al antiguo régimen, el ejército y los seguidores de Mursi protagonizan este «polvorín»
El Ejército
Apenas dos meses después de ser investido presidente, Mursi daba un golpe de efecto y jubilaba al entonces jefe del Ejército, el mariscal Mohamed Husein Tantaui, que había liderado la junta militar, y al número dos de la institución, el general Sami Anan. Nombró al general Abdel Fatah el Sisi, que entonces se dijo que sentía simpatía por los Hermanos Musulmanes, como nuevo comandante de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa.
Los militares no se han sentido del todo incómodos con el gobierno de Mursi. La principal preocupación de las Fuerzas Armadas ha sido siempre salvaguardar sus intereses e independencia, y eso mismo les concedió en la Constitución aprobada a finales de año y redactada por los islamistas. Tampoco habían abandonado del todo la política, simplemente se habían situado una fila más atrás. Sin embargo, finalmente no han podido ignorar la profunda y peligrosa polarización de la sociedad, que podría escaparse de las manos y acabar por afectar a la institución.
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