lunes, 4 de febrero de 2013

Los rosarinos se muestran desnudos en quintas y en las islas del río Paraná

El nudismo suma adeptos en  Rosario y la cantidad de quienes lo practican creció un 40% en cuatro años. El lunes pasado, un grupo de unas 50 personas optó por disfrutar de las islas con sus cuerpos desnudos.


El nudismo parece haberse instalado en Rosario. A unos 25 kilómetros de la ciudad, en un quinta con pileta, se realizan reuniones cada fin de semana entre quienes prefieren la libertad de sus cuerpos. Sus propietarios dicen que es el único ámbito fijo dedicado a esta filosofía en la provincia de Santa Fe y que el número de cultores creció un 40 por ciento en cuatro años.

Pero las islas del Paraná también seducen a quienes aman la vida sin tapujos. El pasado lunes, un grupo de nudistas se instaló todo el día en un arenal ubicado frente a las Piletas Alem mientras que los espacios más recónditos de la geografía isleña atesoran cada vez con más frecuencia los más variados cuerpos expuestos al natural.

La determinación de sacarse la ropa y convivir así con otras personas va haciendo mella con el paso del tiempo. Ruca Chauke es un claro ejemplo. “Es una casa quinta de ambiente familiar, no swinger, donde hacemos nudismo social”, subrayó Maricarmen, su propietaria, una docente recién jubilada. “Acá vienen familias con chicos que se enteran de boca en boca de nuestra existencia, nos llaman y las invitamos a que se unan”, explicó sobre el método utilizado para ir entrando en el mètier.

El predio, ubicado sobre la ruta 9, es exclusivo en su tipo en la región litoral adyacente a Rosario. Funciona momentáneamente los fines de semana (hasta que avance el verano) y desde diciembre abrirá todos los días, siempre con la premisa de que sus visitantes peramenzcan desnudos y “no busquen otras intenciones, porque si no se tendrán que ir”, advirtió Maricarmen entusiasmada en fomentar un estilo de vida que la apasiona.

Casa Amiga, según la traducción del mapuche, tiene 2.500 metros cuadrados de espacio verde y, al decir de sus dueños, es “ideal para acampar”. Tiene un amplio parrillero, hamacas paraguayas, un buffet, reposeras, duchas al exterior y hasta habitaciones para pasar la noche. “Vienen chiquitos con sus padres, por lo tanto la invitación es para toda la familia siempre y cuando todos se quiten la ropa", se explayó Maricarmen, madre de tres hijos que, aunque no en todos los casos, siguen sus pasos.

"Gozar de la naturaleza plena, sin ataduras es nuestra consigna", sumó la mujer empecinada en que eso se cumpla a rajatabla. Por eso, cuando llega alguien nuevo se le permite quedarse con ropa como método de adaptación, aunque por pocas horas. "La idea es que los visitantes se vayan despojando de eso lo más pronto posible", añadió.

La mujer contó que con su marido llegó a este hábito "por interés, curiosidad y deseo personal". Así, relató: "Comenzamos en casa, donde los chicos vieron siempre a su mamá y su papá de esta manera".

Con el tiempo, la pareja se fue relacionando con otras personas hasta que logró nuclear a sus allegados en la quinta. Hoy concurrir cuesta 30 pesos por persona, "para el mantenimiento", que además incluye una merienda. Muchas veces la comida se compra para el conjunto. "Hay algunos asadores que se encargan de la carne para sus compañeros y otros nudistas adquieren el resto de los alimentos, como en un pic nic", dijo.

La realidad de lo que sucede entre los tapiales del chalet de la ruta que conecta a la ciudad con Córdoba marca que la presencia de los amantes de los cuerpos al aire creció un 40 por ciento desde que nació Ruca Chauke. "Básicamente entre las personas que rayan los 40 años y están en pareja, ese es el grupo mayoritario", consideró Maricarmen. El público está integrado por gente de distintos estratos sociales: cuidacoches, empresarios exitosos, empleados jerárquicos y de los otros, profesionales y hasta un sacerdote que odia las fotos.

Una jornada de baño sin mallas

Desde que en 2005 un grupo de rosarinas se animó al topless en el desprejuiciado balneario conocido como Playa Hanglin (en el Banquito San Andrés), el nudismo, aunque en algunos casos tímidamente, se exhibe en las islas frente a la ciudad. Quienes incursionan en él buscan los espacios más escondidos a la vera del Paraná. Sin embargo, el pasado lunes, feriado nacional, un grupo conformado por unas 50 personas se instaló sin tapujos en el arenal que los habitués llaman “El mionca no funca”, ubicado en línea recta frente a las Piletas Alem.

Después de un fin de semana inestable, el sol brillaba como en un día de verano. Varias personas, de todas las edades, disfrutaron a la orilla del río marrón desde media mañana y permanecieron allí hasta entrado el atardecer. “Llegaron desde diversos puntos del país y hasta del exterior. Vi a muchos brasileños”, contó un testigo a La Capital. El joven se encontraba a pocos metros, en un asado con amigos y, por momentos, pensó que estaba fuera del país. La imagen fue llamativa. “Nunca había visto tantas personas desnudas al mismo tiempo. Los chicos jugaban entre hombres y mujeres mayores quienes paseaban, nadaban, tomaban sol y hacían pruebas de malabarismo, entre otras cosas”, dijo el muchacho.

Desembarcaron de dos lanchas grandes y algunos llegaron en kayaks. Los chicos que participaban del asado les tomaron fotos. El ambiente, a juzgar por los testigos, parecía muy tranquilo, aunque varias personas que pretendieron amarrar en el lugar decidieron evitarlo. Los bañistas se sintieron ajenos a este panorama e incluso muchos dijeron que era una “ofensa al pudor”.

Varios conocedores del Paraná contaron que los cultores de los cuerpos desvestidos se instalan cada vez más frecuentemente alrededor de los riachos más alejados del canal principal.

En los últimos años, los intentos por hacer de determinados sectores isleños sitios dedicados a quienes aman estar despojados de su ropa, no han dado resultados positivos. Pero el nudismo se mueve por iniciativa de los propios interesados sin que nadie les marque un espacio específico donde permanecer.

El parador Hanglin se ubicaba técnicamente frente a la boya 414,8; en otras palabras, mirando hacia la avenida Belgrano entre 27 de Febrero y Pellegrini. La playa nació en homenaje al periodista porteño y cultor del nudismo Rolando Hanglin, contó hace algunos años Claudio Martino, uno de los propietarios de la playa, a La Capital.

De todos modos, el proyecto no prosperó. Y tampoco la intención de que el público fuera animándose masivamente al topless en Willie Dixon Beach, la playa que reabre cada temporada desde que debutó en febrero de 2008. El lugar se caracteriza por su informalidad, pero no tanto por el nudismo.

Justamente lo contrario ocurrió el lunes en “El mionca no funca”. Al decir de un fanático del río, fue “la segunda vez que un grupo grande de personas fue al Paraná y se sacó la ropa de manera generalizada”. Un pescador agregó: “Igualmente, la última vez el espectáculo estuvo bastante nutrido, mucho más que el año pasado”.

Un atentado
Las islas ubicadas frente a Rosario, apenas pasando el canal de navegación, están en jurisdicción de Victoria. Cualquier habilitación comercial (como instalar un parador o una playa) debe tramitarse en esa ciudad, donde rige la ordenanza que impide el nudismo como “atentado a la moral”, según explicó el referente de Defensa Civil, Fabián Daydé. Para esta temporada no se habilitó aún ninguna playa en esos terrenos.

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