domingo, 3 de febrero de 2013

La conexión secreta entre el caso Skanska y el tráfico de efedrina


Por primera vez, un nombre y una empresa relacionados con los escándalos más resonantes de la era K desnudan nexos. Narcos, plata sucia y política.


Las empresas fantasma en torno al denominado Caso Skanska y el tráfico de efedrina tuvieron un trasfondo común: lavar dinero sucio.  Ambos casos fueron vinculados a la recaudación de la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. Pero parecían ir por cuerdas separadas. Sin embargo, por primera vez, una conexión vincula  dos de los escándalos más emblemáticos de la década kirchnerista. 
PERFIL descubrió a Alberto Salvador “Negro” López, procesado por el tráfico de efedrina, detrás de una empresa fantasma usada para justificar gastos millonarios con facturas adulteradas.
El Negro López, como se lo conoce en el Gobierno, tenía acceso directo al entorno de Néstor Kirchner, al punto de haber usado oficinas de la Casa Rosada para sus negociaciones. Narcotráfico, política, obra pública y lavado de dinero aparecen de esa forma conectados por primera vez por un personaje clave que podría conducir a los funcionarios detrás de los negocios con el narcotráfico y las maniobras orquestadas para blanquear las coimas pagadas por empresas.

Pista Skanska. Las coimas de Skanska podrían haberse blanqueado a través de droguerías proveedoras del Estado que luego se dedicaron al tráfico de efedrina. Droguerías que no podrían haber tenido esa participación –ni en el caso Skanska ni en el nacotráfico– sin la protección política.
La firma Nolink S.A. es la pieza que une el lavado de dinero en el Caso Skanska con el tráfico de efedrina. Se trata de una empresa con facturación millonaria y ningún empleado. Un eslabón perdido entre dos de los principales casos de corrupción del kirchnerismo, que podría conducir a los funcionarios detrás de las maniobras de lavado de dinero. Fue descubierta en 2004 por la DGI, pero nunca fue investigada en la Justicia. Recién sale a la luz en este artículo.
Según datos de la Dirección General Impositiva (DGI), a los que PERFIL accedió en exclusiva, Nolink es una empresa fantasma. Pero a los investigadores se les negó acceso a mayor información sobre la compañía. El expediente interno entró en una meseta y jamás se llegó a saber quiénes estaban detrás de Nolink ni por qué se les negaba a los agentes datos sobre esa sociedad.
Lo primero que alertó a los sabuesos es que Nolink tiene varias cosas en común con Infiniti Group, la empresa fantasma que destapó el Caso Skanska. Entre ellas, que ninguna de las dos tiene empleados registrados, ambas son supuestas agropecuarias que venden cereales y estaban beneficiadas por la AFIP como “grandes contribuyentes” que no pagaban IVA, una cláusula necesaria si se utiliza para lavar dinero.
Además, compartían clientes. La DGI detectó que las mismas empresas que tenían facturas truchas de Inifiniti tenían de Nolink. Es decir que se habrían pagado sobornos a través de Nolink y que se trata de “empresas mellizas”. Pero hay una diferencia: Nolink facturó en un año el triple que Infiniti.
El hombre. Alberto Salvador “Negro” López es el hombre que une Infiniti con Nolink, y con la efedrina. Es un empresario procesado por el tráfico ilegal de esa sustancia que importaban distintos grupos empresarios desde China e India para ingresarla ilegalmente a México, donde estaba prohibida por ser utilizada para la producción de drogas sintéticas. Es también un viejo proveedor del Estado en materia de medicamentos. El tráfico de efedrina se frustró en 2008, cuando Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina –todos involucrados en el negocio– aparecieron ejecutados en un zanjón de General Rodríguez.
Las direcciones también establecen nexos. Nolink S.A. está en la mira de los sabuesos de la AFIP desde 2004, pero sigue operando. Está registrada en Maipú 464, 6º piso, departamento 611, en la Ciudad de Buenos Aires. En esa misma dirección, pero en el departamento 610, está inscripta Tacoma Consulting S.A., una empresa fantasma utilizada en la trama Skanska para camuflar coimas como pagos a compañías que no existen. Tacoma está a nombre de Eduardo Otero Rey, un jubilado que prestó su nombre para formar dos sociedades.  
Un piso más abajo se encuentra la droguería Prefarm. La Justicia ya acreditó que esa empresa está a nombre de un testaferro, casualmente, Otero Rey, y que sus verdaderos dueños son el Negro López, Alfredo Abraham y Josué Fuks, todos procesados por tráfico ilegal de efedrina.
¿Qué tiene que ver el Negro López con Skanska?
Por primera vez, se conoce que Prefarm tenía como uno de sus principales clientes a Infiniti, según la documentación a la que accedió este diario. ¿Por qué un proveedor del PAMI y de los sindicatos recibía pagos de una empresa fantasma?
Si Skanska pagó a Infiniti las supuestas coimas para construir dos gasoductos, Infinti tenía que blanquear de alguna forma ese dinero. Para ello, necesita un cómplice, que aceptara “pagos” a cambio de nada.

El otro López. Falta un hombre en esta historia. El Negro López tenía un amigo clave: Adrián Félix López, el responsable de Infiniti Group, una de las firmas fantasma que usó la constructora sueca para disimular el pago de sobornos en las obras de ampliación de dos gasoductos.
Adrián López le dijo a PERFIL en 2006 que Skanska recibió por adelantado pagos por 1,3 millón de pesos por trabajos que no se hicieron, apuntó al ministro Julio De Vido y dijo que los pagos eran del Gobierno. Infiniti cobró el dinero pero la plata volvió a Skanska, agregó.
Entonces, Adrián López ya estaba preso por el caso de las facturas truchas. Cuando recuperó la libertad, lo primero que hizo fue refugiarse en la casa del Negro López. Eran amigos por un socio en común: Sergio Mastropietro, titular de Tacoma y miembro del negocio de las facturas truchas.

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