sábado, 17 de noviembre de 2012

“Yo era muy humilde, la Fragata me abrió las puertas al mundo”

Luis Suárez es santafesino, nacido en Ceres, y es cantinero de la Fragata Libertad desde 1985. Fue parte de la tripulación que regresó al país días atrás. En diálogo con Diario UNO, relató su experiencia a bordo.

Hace dos meses. En septiembre, la fragata arribaba a Marruecos, en el marco de la celebración de su 50º aniversario.HACE DOS MESES. EN SEPTIEMBRE, LA FRAGATA ARRIBABA A MARRUECOS, EN EL MARCO DE LA CELEBRACIÓN DE SU 50º ANIVERSARIO.
Luis Ángel Suárez fue cantinero de la Fragata Libertad durante 27 años, desde 1985 hasta hace escasos días, cuando toda la tripulación recibió la orden directa de evacuación por parte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a raíz de que la embarcación se encuentra retenida en Ghana por orden de un juez debido a un reclamo de los fondos buitre.


Instalado ahora en su ciudad natal, en Ceres –departamento San Cristóbal, provincia de Santa Fe–, Suárez mantiene aún el contacto con los tripulantes que quedaron en la costa oeste de África en cumplimiento de su deber y a las órdenes de la jefa de Estado.


En diálogo con Diario UNO, el ex tripulante relató los primeros momentos vividos al arribar al puerto de Tema: “Nosotros llegamos allá el lunes 1 de octubre. Fue una llegada normal, como a cualquier otro país. De hecho se hizo la recepción a bordo, porque la fragata es embajadora de buena voluntad en todo el mundo por lo cual cumple con una función diplomática. Vinieron todas las autoridades de Ghana incluso. Al día siguiente, la Justicia de ese país toma la causa de los fondos buitre y da la orden de retener la fragata. Ahí mismo se nos comunicaron las condiciones a nosotros y las precauciones que teníamos que tomar”.


—¿Qué tipo de recomendaciones les dieron en ese momento?

—Nosotros no teníamos libertad para circular. Todos los días nos ponían un micro y nos llevaban a un centro comercial. Ahí podíamos comunicarnos con las familias y comprar lo que necesitábamos. A eso de las cinco o seis de la tarde, ya nos llevaban de vuelta; porque de noche no podíamos salir en ningún momento.


—¿Es la primera vez que vive una situación de estas características?
—Sí, en 27 años fue la primera vez. Sí hubo intentos anteriores de querer retener la fragata, pero los países nos avisaron en todos los casos antes de llegar a la costa. Hace unos 10 años, por ejemplo, estábamos en Colombia cuando nos advirtieron que no cruzáramos el Canal de Panamá porque la fragata podía quedar retenida. En 2009, estábamos en el norte de Francia, y el gobierno también nos advirtió que no entremos para que no nos retengan. Los fondos buitre son así, andan por todo el mundo buscando patrimonio argentino para embargar por la deuda que tiene el Estado con ellos. Lo que ocurre es que es ilegal que retengan la fragata, porque ninguna embarcación tripulada por militares puede ser retenida ni embargada. Por eso esta semana el gobierno argentino decidió iniciar una demanda ante el Tribunal Internacional del Derecho del Mar, en Hamburgo.


—¿Qué ocurrió cuando les notificaron que debían evacuar la fragata?
—No nos gustó para nada, fue una orden muy penosa para toda la tripulación. Nosotros éramos más de 300 personas que estábamos todo el tiempo juntos y teníamos que dejar sólo a 44 allá. Fue doloroso, porque la peor orden que le pueden dar a un marinero es abandonar el barco, y más aún en esas condiciones.


—¿Usted mantiene contacto con la tripulación actual de la fragata?
—Sí, por chat principalmente; porque por teléfono es más difícil. Lo que pasa es que hubo algunos días en los cuales no pudieron bajar e incluso tuvieron momentos en los cuales les quisieron entrar por la fuerza a la fragata y tuvieron que mostrar las armas. De todas maneras, ayer habían podido salir de vuelta para comprar cosas y comunicarse con la familia.


Una vida
“Yo trabajo en la fragata desde 1985 e iba en todos los viajes, porque soy personal civil, no militar. Cada vez que sale al exterior, el viaje de instrucción no dura menos de cinco o seis meses. Depende dónde sea el viaje puede durar hasta nueve meses o, en excepciones, un poco más. Yo iba a todos los viajes, por ser civil”, relató Suárez.


Y agregó: “Yo venía de una condición de vida muy humilde y a mí la fragata me abrió las puertas al mundo. Yo conocí muchísimos países de esta manera. Además, era mi trabajo. Nadie sabe lo que va a pasar ahora, porque estamos todos con la misma incertidumbre que cuando estábamos allá. Yo espero que todo se resuelva y que me llamen para ir a trabajar. Hoy por hoy, soy sólo un desempleado más”.

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