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¿De qué se ríe? Fotos y filmaciones muestran a
un Amado Boudou contento en la poltrona de presidente del Senado y no
se sabe muy bien si sonríe porque se burla de todos o si es un rictus
nervioso por el papelón que está pasando o por el tenor de la ley que se
votó en la Cámara Alta para expropiar la imprenta Ciccone.
Entre curvas y derrapes, la realidad obliga a
efectuar un zapping violento de las imágenes, con un inconveniente de
base: nunca se sabe cuál es la principal y cuál utiliza el Gobierno para
cubrir a todas las demás o para diluir los efectos más censurables de
sus espasmódicas medidas de política económica.
En este sentido, la inflación, la vergüenza del costo
de una canasta alimentaria de $ 6 por día y por persona que tiene que
hacer una familia para no ser considerada indigente, el retraso
cambiario, el cepo al dólar, el mercado paralelo, la fuga de capitales,
la insuficiencia de inversiones, el consumo desaprensivo de las reservas
de gas y petróleo estimulado por subsidios eternos o el viaje hacia el
estatismo cuesta cada día más ser explicado por los funcionarios.
Para algunos analistas, el cambio de foco permanente
es un gran mérito comunicacional, ya que se confunde al “enemigo”, quien
tiene que abrir necesariamente sus enfoques y siempre se pierde algo.
Para otros, tamaña ensalada le juega en contra al
propio gobierno nacional, ya que no se concentra en cerrar ningún tema y
queda a punto de caramelo para la crítica generalizada. En ese
cambiante juego de escenarios, el control remoto permite mostrar en
primer término a la presidenta de la Nación mientras aboga en una
disertación para que se “formen” argentinos diferentes y para que sepan
las “cosas verdaderas”. No lo menciona así, pero sus palabras son un
aval implícito a las actividades de La Cámpora, organización que está
llevando a cabo no “adoctrinamiento”, sino “talleres de formación
ciudadana”, aunque sólo con ejemplos kirchneristas, en las escuelas.
Generar lo que el General llamaba “anticuerpos”
Este avance del ala juvenil está dividiendo aguas en
el interior del peronismo, ya que, como siempre ocurrió, no todos
piensan igual. Por ahora, son mayoría los que toleran, pero ya hay
quienes observan a su lado cómo otros más dóciles que asienten y se
dejan deglutir sin oponer resistencia van quedando tirados en el camino.
De allí que muchos hayan sacado a la luz aquello de
los “anticuerpos” de los que hablaba Perón y hayan empezado a resistir a
los recién llegados, a quienes acusan, como el General, de “defender un
interés, no un ideal”.
Por ejemplo, cada vez se escucha más entre los
llamados pejotistas el argumento que el ingreso a las escuelas por parte
de La Cámpora resulta ser funcional al “gorilaje”, porque les hizo
recordar los libros de Evita y ponen como ejemplo el último programa de
Jorge Lanata.
Como en un gran contrasentido, en ese mismo discurso,
dedicado a mostrar que existen empresarios nacionales comprometidos, la
presidenta conversó por teleconferencia con un ex funcionario de la
dictadura, secretario de Industria de José Alfredo Martínez de Hoz, el
otrora Chicago boy, Alberto Grimoldi, a quien llenó de elogios.
Delatar usando el mote de “facho”
Un segundo cambio de imagen muestra a Mauricio Macri,
una vez más como punching ball predilecto del kirchnerismo. La
muletilla preferida, derivada del conflicto de los subtes, era que “no
se hace cargo”, hasta que al ministro de Educación porteño, Esteban
Bullrich se le ocurrió habilitar un 0-800 para que los padres denuncien
la intromisión en las escuelas de esa propaganda política.
Entonces, el mote fue ‘facho‘ porque el kirchnerismo
señala que así se estimula la delación, un aspecto notorio de los
regímenes fascistas, los mismos que utilizaron como primer método de
“formación” la llegada a los jóvenes y niños para lavarle la cabeza y
hacerlos “buenos soldados de la causa”.
También el control remoto permite visualizar en otra
pantalla a José Manuel de la Sota, como impulsor de la guerra fiscal
contra la Nación, que no le gira fondos de la Anses que la provincia
reclama. La Corte reafirmó que ése es el ámbito para que ambas
jurisdicciones diriman sus cuitas por plata, que es el común denominador
del padecer de todos los gobernadores.
Santa Fe tiene también sus líos judiciales,
Corrientes se animará a hacer un reclamo similar, mientras otros
gobernadores usan la situación para contrarrestar al Gobierno y decirle
por lo bajo que podrían sumarse, ya que no puede quedar mal en sus
provincias.
Nobel por decir lo que quieren escuchar
Otro paneo televisivo semanal nos lleva a Joseph
Stiglitz, un controvertido Premio Nobel casi tratado en su visita como
un prócer de la economía, porque dice lo que la presidenta quiere
escuchar, mientras que hay una sexta pantalla aún no visible del todo,
pese a la intensa actividad que se está llevando a cabo bajo la
superficie para impulsar la reforma de la Constitución.
Aunque cada día son más las voces y las caras de los
que piden públicamente que se incluya la reelección presidencial en el
eventual experimento y no de modo ingenuo, por cierto.
Por último, el plano más festejado del kirchnerismo,
pero a la vez la que le da “cosita” a algunos, muestra a un Amado Boudou
sonriente en la poltrona de presidente del Senado y no se sabe muy bien
si porque se burla de todos o si es un rictus nervioso por el papelón
que está pasando o por el tenor de la ley que se votó en la Cámara Alta
para expropiar la imprenta Ciccone.
Pero, más allá de discursos y mohines, hay un factor
que hace ruido en todo en este culebrón que bien podría llamarse “De un
supuesto tráfico de influencias y de todo lo que se ha hecho desde el
poder político para disimularlo”. Es una circunstancia de orden práctico
en estos tiempos mediáticos, aunque es algo casi inherente a la
condición humana: el sentimiento de defensa. Hay que recordar que cuando
se expropiaron las acciones de Repsol, Antonio Brufau despotricó en
doce idiomas porque la compañía perdía su vaca lechera y porque
consideró que aquel manotazo estatal era una traición del kirchnerismo.
Un fantasma que no bate cadenas.
Por su parte, el gobierno español puso el grito en el
cielo en defensa del tratado recíproco de protección de inversiones,
mientras que los bancos e inversores derramaron lágrimas directamente
proporcionales a sus bolsillos. Ese tipo de ruidos político-mediáticos, y
éste de Repsol puntualmente a nivel de escándalo internacional, es lo
que se espera naturalmente de una situación así, cuando alguien siente
que lo despojan de algo: pataleo generalizado. Salvando todas las
distancias, por envergadura societaria y volumen de los negocios, cabe
preguntarse si hay alguien que haya registrado una sola protesta de ese
estilo en el caso Ciccone, ante el proceso de expropiación que alienta
el Estado. No la hubo de ningún tipo, ya que no se verificó ni una sola
manifestación de repudio de los supuestamente perjudicados, ni se
escuchó una voz.
Aquí, hay un perjuicio económico para alguien, un
fantasma que, por algo, no se queja. Desde lo judicial, el accionar
mediático-judicial de Boudou y de los abogados de su amigo José María
Núñez Carmona se llevó puesto al procurador, Esteban Righi, al juez
Daniel Rafecas y al fiscal Carlos Rívolo. Desde lo político, el
vicepresidente fue blindado por un proyecto de ley que busca desviar la
atención del centro del problema y poner al vice como víctima. El
senador rionegrino Miguel Pichetto alabó su temple e hizo alusión a lo
buenas que son las leyes francesas sobre juicios a funcionarios,
mientras ejercen un cargo electivo que, precisamente, no son las que
rigen hoy en la Argentina.
Entre paréntesis, sólo se recupera aquello que se ha
perdido y si alguien perdió esa soberanía fue la Casa de Moneda, no sólo
por haber impreso billetes en Brasil el año pasado, sino porque fueron
sus actuales autoridades las que firmaron un millonario contrato con
Ciccone (algo que negó en el propio Congreso el jefe de Gabinete, quien
luego no se desdijo cuando apareció el documento) y las que supervisaron
su accionar en los primeros billetes, cuyas tintas y fondos de
seguridad parece que dejaron muchas dudas.
Políticos interesados en contaminar la escena,
accionistas mudos y apoderados que dejarán de serlo, pero que no se
resisten, le ponen una cuota más de sospecha a todo el asunto. O todos
tienen la cola muy sucia o hay una orden de no hacer olas, para que la
cosa pase rápidamente al olvido y para no se recuerde que Amado Boudou
vicepresidente salió de una inspiración presidencial.
La inflación, la vergüenza del costo de una
canasta alimentaria de $ 6 por día y por persona que tiene que hacer una
familia, el retraso cambiario, el cepo al dólar, el mercado paralelo,
la fuga de capitales, la insuficiencia de inversiones o el viaje hacia
el estatismo cuesta cada día más ser explicado por los funcionarios.
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