jueves, 5 de julio de 2012

"Tengo que aprender a decir cosas sin ofender"

Contó lo que pasó en el vestuario de Banfield, volvió a referirse a su relación con Fuertes y aclaró: “Lerche también quiere salir campeón como yo, pero no con mis formas”.

Garcé tomó un poco de agua, respiró profundamente y salió a aclarar algunas cosas de las que dijo en la entrevista publicada hace un par de semanas.

 

 No fue una retractación total. Tampoco hace falta, porque en definitiva es el pensamiento de él y puede o no ser compartido. Tendrá sus razones el Chino para decir lo que dijo. Pero esta mañana, en diálogo por Radio Sol en La Primera, Ariel Garcé bajó los decibeles y aclaró algunas cuestiones que provocaron una tremenda repercusión antes del partido con Banfield, acelerando su salida de la institución, algo que se producirá en las próximas horas. “Me voy bien, agradecido totalmente a la institución. Quise ser sincero con todos y por eso dije lo que pienso, lo cual no quiere decir que sea la verdad y que tenga razón. En una de esas el equivocado soy yo. Pero el hecho de ser sincero no quiere decir que sea un desagradecido, ni con el club, ni con la gente ni mucho menos con Lerche, Moncagatta y los dirigentes que siempre estuvieron al lado mío y me hicieron sentir su respaldo”, fue una de las tantas frases del Chino, que todavía no sabe cómo continuará su carrera profesional, si es que sigue jugando.

—Entonces, ¿estabas o no estabas desgastado?

—Con los dirigentes tenía una relación de referente, defendía las cosas que tenía que defender y eso generó un poco de desgaste, algo lógico en cinco años que estuve en el club. No estuve en su momento de acuerdo con la decisión de bajarme del viaje a Buenos Aires para jugar contra Banfield. Lo que yo dije le generó un ruido al presidente y por eso me suspendió. Sé que no fue una declaración normal, pero ustedes vieron que soy de hablar poco, no me puse nunca el casette. Al principio no pude entrar ese domingo al vestuario en Banfield, me fui a la tribuna y me cagué de frío. Les había hecho una carta a mis compañeros. Cuando terminó el partido, bajé y entré al vestuario con el padre de Alcoba, que andaba por ahí. No sabía qué podía pasar. No sabía si iba a terminar a las trompadas o llorando. Al final, tomé fuerzas, entré, dije lo que quería decir y terminé llorando. Les juro que estaba angustiado.

—Una de las cosas que dijiste es que no podías cambiar algunas cabezas y uno tiene la impresión de que apuntaste a Lerche...

—Germán hizo muchas cosas buenísimas por el club y lo dije en la nota, lo que pasa es que a veces se toman las frases parcialmente, porque en esa misma nota lo elogié y señalé muchísimas cosas que Germán hizo y hace muy bien por el club. Dije que Colón ha crecido tremendamente en todo. Lo que pasa es que yo no la estaba pasando bien, había algo adentro mío que me hacía ruido y por eso tomé la decisión.

—Pero parece, por lo que dijiste, que Lerche no quiere salir campeón...

—No, no, pará... Germán quiere salir campeón, ¡claro que quiere salir campeón!, pero lo quiere a su manera, que no son las mías. Pero te repito, no soy el dueño de la verdad. Y él es el presidente del club.

—¿Por qué te la tiraste contra Batistuta, los médicos, los micros...?

—No quise personalizar, lo dije en forma general... Nosotros viajamos casi siempre en micro y son muy buenos, en Colón se come muy bien y de Bati no tengo nada que decir que no sean cosas buenas. Cuando hablé del secretario técnico lo hice también en forma general, porque creo que si el secretario técnico exige es porque viene todos los días, pero no digo que esa sea la verdad absoluta, es mi verdad y no lo expresé por Batistuta en forma particular. Y respecto de los médicos, yo consideré en su momento que había que traer a un kinesiólogo para ayudar, para mejorar, para acompañar a los que están en el club y que son muy buenos, no tengo nada que decir de ellos. Ese kinesiólogo se tuvo que ir a los dos años.

—Dio la impresión también de que no terminó del todo bien la relación con Fuertes...

—No, no... Al Bichi no lo maté ni mucho menos. Con él terminé bien, concentramos juntos un montón de veces, discutimos mucho pero siempre con el mismo objetivo. Teníamos distintas formas de ver las cosas. Fui un ladero de él. Hubo un desgaste pero fue por pelear lo mismo de distintas formas.

—¿Estás queriendo retractarte?

—Lo que dije lo sigo pensando, quizás tenga que aprender a decir las cosas de otra manera para que caiga mejor en la gente y para no provocar dolor. Lo mío no fue ni con el ánimo de criticar, ni de decir que los dirigentes no son serios, ni soy un desagradecido porque reconozco que ellos me bancaron.

—Parece también que hubiese, de parte de esas “cabezas que hay que cambiar”, cierto grado de mediocridad...

—No fue esa la intención y no lo pienso así. De hecho acabo de decir que Lerche también quiere salir campeón, pero tiene otras formas. Y esto lo hablé bastante con Germán.

—El tema de la Virgen, ¿produjo un quiebre en tu relación con la gente?

—Al principio, sí. Ocurre que cierta prensa lo tomó de una manera extrema y lo politizó. Dio la impresión de que arengaban a la gente diciendo “ahí está Garcé, mátenlo, cuélguenlo”. Me hice cargo de todo, asumí lo que debía asumir y sentí en este último tiempo que la gente me reconocía lo que hacía adentro de la cancha, que es el lugar en el que debo rendir.

—¿Sos consciente de que en otro club o con otra dirigencia podrías quedar afuera de inmediato en ese momento en que pasó lo que pasó?

—Los dirigentes me bancaron, son grandes tipos y lo hicieron en situaciones límite, para bien o para mal. Siento que se la jugaron por mí. Por eso, cuando leí las declaraciones de Rubén Moncagatta diciendo que era un “ingrato”, pedí hablar con él. Lo considero un tipo frontal, con el que siempre tuve una muy buena relación. No quisiera irme como un desagradecido, ni con él, ni con Germán ni con ninguno de los cuatro o cinco dirigentes con los que tuve una buena relación y me bancaron siempre. Y te repito lo de Lerche, para que quede claro. El quiere sacar campeón a Colón, sueña con hacerlo. Ocurre que lo hace a partir de una idea que no es la mía, pero sin el ánimo de ofender ni de criticar, en absoluto.

—¿Tenés idea de tu futuro?

—No, hoy estoy en Buenos Aires y mañana volveré a Tandil. No sé adónde voy a jugar.

—¿Se te pasó por la cabeza la idea de abandonar el fútbol?

—... Sí.

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