martes, 3 de julio de 2012

La Iglesia le reclamó al Estado una actitud más enérgica contra la droga

En una nueva muestra de la preocupación que hay en la Iglesia por el avance de la drogadicción y el narcotráfico en el país, el titular de Episcopado, monseñor José María Arancedo, salió ayer a demandarle al Estado una postura enérgica en la lucha contra esos flagelos, lo que conlleva un cuestionamiento implícito al modo con que las autoridades en todos los niveles vienen afrontando esa problemática.

Arancedo subrayó “la necesidad de redoblar los esfuerzos para combatir las redes mafiosas de los mercaderes de la muerte”. Y señaló que para ello se requiere “la presencia de un Estado que, en el ejercicio de sus poderes constitucionales, asuma una actitud clara, sin claudicaciones y ejemplar ”.
En su reflexión semanal por radio en la ciudad de Santa Fe y alrededores, de donde es arzobispo, monseñor Arancedo dijo que muchas personas que se dedican a acompañar a las víctimas de las adicciones “ se lamentan de la ausencia del Estado y de la sociedad para intervenir en la prevención y la aplicación de la ley frente al negocio de la droga”. En ese sentido, señaló que “la droga no podría avanzar como lo hace si existiera una sociedad decidida en sus definiciones y actitudes”. A la vez que destacó que “ el silencio y la complicidad saben ser los mejores aliados de este negocio de la muerte”.
Las palabras de Arancedo se suman a una serie de documentos de la Iglesia y declaraciones de los obispos en las que alertan sobre el avance de las adicciones y del narcotráfico y cuestionan el papel que viene teniendo el Estado. Además de que manifiestan su firme oposición a los proyectos legislativos para despenalizar la tenencia de droga para consumo personal. El último documento se conoció la semana pasada y provino de la comisión episcopal de Drogadependencia. En ese texto, el organismo acusa al Estado de estar “ausente” y hasta de practicar una “distracción voluntaria” ante la necesidad de atención que requieren los drogodependientes.
En rigor, el cuestionamiento implícito de Arancedo por la escasa energía del Estado en el combate al narcotráfico no es el primero. Hace un par de años, la comisión episcopal de Drogadependencia había aludido directamente a una presunta pasividad de algunos funcionarios en el combate al narcotráfico, estableciendo un nexo entre el delito y ciertas prácticas políticas. También había denunciado la facilidad con la que droga ingresa por la frontera así como la falta de su completa radarización.
Arancedo también volvió a criticar los proyectos de despenalización. “Por momentos parece que se llega al planteo de ‘despenalización’ de las drogas como resultado de un fracaso en las políticas llevadas a cabo ”, dijo. Agregó que esto es “como decir: perdimos la guerra contra las drogas… aceptémoslas como una realidad ya instalada que no admite un juicio”.
Aclaró que “no se trata de criminalizar al adicto, a quien hay que ayudar y prevenir frente al daño que ello implica”, sino de “definir un juicio y una actitud llamada a tener consecuencias para el bien de la sociedad”. Y dijo que la despenalización “sólo agregaría la idea de que la droga no hace tanto daño, es decir, agravaría el problema”

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