Por años, la tanga dominó nuestra sensualidad. Y
cuanto más chiquita, mejor. Sin embargo, lento pero seguro, el culotte
fue ganando un lugar cada vez más importante en nuestro cajón de
lencería y, en diferentes versiones, estampas y texturas ya es un
infaltable del guardarropa. Consejos para lucirlo y brillar en la
intimidad.
Cuando hablamos de moda, los opuestos son un clásico. ¿Mini o maxi
falda? ¿Jeans Oxford o chupines? ¿Ajustadísimas o sueltas? Y si de
lencería se trata, desde hace unos años la batalla llegó al campo de las
bombachas: la tanga vs. el culotte.
Que las argentinas amamos la
colaless, y cuanto más chiquita, mejor, es una realidad. Sin embargo, de
a poco, el culotte ha venido ganando fanáticas y espacio en el cajón de
la ropa interior. Pero, ¿es una prenda sexy o su inevitable costado
naive le quita toda posibilidad de seducción? “Para mí es una pieza
ultra sensual”, responde, contundente, la asesora de imagen Romina Barak.
“El culotte es considerado sexy, especialmente si su confección es en encaje o en otro género delicado”, agrega Laura Malpeli de Jordaan,
también asesora de imagen. “De acuerdo a cada estilo personal, las
mujeres podemos preferir usar tanga o culotte. Algunas, las más
llamativas, pueden considerar que la tanga es, sin dudas, más sexy que
el culotte. Del mismo modo, una mujer romántica probablemente opine del
modo opuesto y ¡ni hablar en el caso de la mujer clásica!”, explica.
Un poquito de historia
El
nombre culotte viene del francés sans-culottes que signica “sin
pantalones” y remite a la moda y las costumbres del siglo XVIII. En
aquel entonces, las clases más acomodadas vestían calzas ajustadas y
cortas -hasta las rodillas- que se llamaban culottes y marcan la
diferencia de nivel con el resto de la sociedad.
Resignificada y
adaptada a nuestros días, esta prenda llegó (¿para quedarse?) a nuestros
conjuntos de ropa interior. Aún menos popular que la querida y conocida
tanguita, en sus múltiples versiones (clásica o culoteless), estampas
(animal print, a lunares o lisas) y texturas (de algodón, encaje o
puntilla) está siendo adoptada –o usada- cada vez con más frecuencia.
¿Cuál nos conviene?
A
algunas, muy acostumbradas a la mínima colaless, nos resulta una prenda
un poco incómoda. Es en ese momento cuando tenemos que pensar que es
muy sentadora ya que nos “arma” y levanta más la cola y redondea las
caderas. A la hora de elegir el culotte perfecto para optimizar nuestras
curvas, Romina Barak nos deja estos tips:
-Lo ideal es que no ajusten mucho porque pueden deformar ópticamente el cuerpo y, menos aún, cuando usás ropa ajustada.
-Tené en cuenta que las franjas laterales no sean muy anchas porque acortan la pierna.
-Evitá las terminaciones con puntilla o detalles notorios si lo llevás
debajo de un jean o de prendas muy adheridas el cuerpo. Los que no
tienen costura son cómodos y ¡quedan bien con todo!
¿Y cómo llevarlos bien?
Esto es lo que debemos tener en cuenta según Malpeli de Jordaan:
-Considerá el color de tu ropa interior para que no desentone con tu
outfit: nunca debe verse el color de la lencería, especialmente en el
ámbito laboral.
-El calce es fundamental: debe ser cómodo y no
apretar demasiado el cuerpo para que no se formen "rollitos", sobre todo
cuando luzcas prendas adherentes.
-Hay prendas inferiores, sobre
todo las más claras, que por su color, textura o género marcan la ropa
interior y, en estos casos, el culotte no es recomendable.
Las
más osadas siguen prefiriendo el mínimo triangulito; las más
románticas, en cambio, ya hicieron del culotte su prenda favorita. ¿Qué
pensarán los hombres? Y vos, ¿qué preferís: culotte o colaless?
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