La Ciudad Capital sufrió uno de
los días más calurosos del verano, con una máxima que trepó a los 37°.
Para este martes se espera una máxima de 41 grados y recién para el
miércoles están pronosticando lluvias.
Este lunes fue una de las jornadas más calurosas del presente verano en la ciudad de Santa Fe. Si bien la máxima llegó a 37°, la sensación térmica trepó a los 43 grados. Pero, según los pronósticos, lo peor aún está por venir. Para el martes el Servicio Meteorológico Nacional anunció que habrá una máxima de 41 grados. El pronóstico indica que para la mañana se espera tiempo algo nublado, mientras que por la noche estará parcialmente nublado.
Para la jornada del miércoles se espera tiempo inestable y probabilidad de precipitaciones. Esa situación haría que comience a descender la temperatura –la máxima pronosticada es de 37°–, lo que traerá un poco de alivio a los santafesinos. Para el jueves se aguarda un notorio descenso de la temperatura ya que habrá una mínima de 17 grados y una máxima de 29.
Otro de los sitios que anuncian lluvias para mañana es The Weather Channel. Ese sitio internacional de pronóstico del tiempo realiza una estimación a 10 días de la probabilidad de precipitaciones. En ese sentido, en su página web –www.theweatherchannel.com–, estimó que para mañana hay un 90 por ciento de probabilidades de lluvias y tormentas sobre la ciudad de Santa Fe.
Recomendaciones por el calor
El Ministerio de Salud de la provincia, a través de las Direcciones de Promoción y Prevención de la Salud, y de Accidentología y Emergencias Sanitarias (Dipaes), aconsejó a la población tomar medidas preventivas para evitar golpes de calor ante el alerta amarillo vigente comunicado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), frente a la ola de calor que azota a diversas regiones del país.
En ese sentido, la Dipaes indicó que hay ola de calor cuando la temperatura se mantiene, al menos, por tres días consecutivos por encima de un umbral.
El estado de nivel de “alerta amarillo”, determina que las olas de calor pueden ser peligrosas, especialmente para los bebes y niños pequeños, personas mayores de 65 años o aquellas con enfermedades crónicas respiratorias o cardíacas (hipertensión arterial, obesidad y/o diabetes).
A través del Sistema de Alertas sobre Olas de Calor y Salud implementado desde el verano pasado por el SMN, se procura anticipar a la población, con la mayor antelación posible, de situaciones meteorológicas extremas y sus posibles efectos en la salud.
El sistema de alertas por calor incluye los niveles verde (sin efecto sobre la salud), amarillo (leve-moderado), naranja (moderado-alto) y rojo (alto-extremo).
Ante ello y frente a las temperaturas reinantes, la Dipaes señaló que es fundamental estar prevenidos para evitar los golpes de calor.
El golpe de calor sobreviene cuando el cuerpo no puede regular su temperatura. La temperatura corporal se eleva rápidamente, los mecanismos para eliminar calor fallan y el cuerpo pierde la capacidad de enfriarse.
Existen grupos de riesgo más propensos a sufrir golpes de calor: los ancianos, los niños y quienes trabajan o hacen ejercicios en ambientes calurosos.
Las señales varían, pero pueden incluir una temperatura corporal extremadamente elevada (superior a 39 grados), piel enrojecida, caliente y seca, pulso rápido y fuerte, dolor de cabeza palpitante, mareo, náuseas, confusión y pérdida del conocimiento.
Si se observan algunos de estos los síntomas, puede que se trate de una emergencia, por lo tanto se debe pedir a alguien que solicite ayuda y asistir a la víctima tratando de enfriarla.
Para ello, se debe llevar a la víctima a un área sombreada, enfriarla rápidamente utilizando cualquier método disponible. Por ejemplo, sumergir a la persona en agua fría, rociarla con agua fría con una manguera de jardín; aplicarle compresas de agua fría; o, si la humedad es baja, envolver a la víctima en una sábana mojada y abanicarla vigorosamente.
Además, no ofrecer de beber a la víctima si está inconsciente y conseguir asistencia médica lo antes posible.
Ante la afección en niños se debe ofrecer frecuentemente líquidos (agua o jugos naturales) y a los lactantes el pecho, no ofrecer bebidas muy azucaradas ni muy frías, no ofrecer comidas calientes y pesadas, incorporar mayor cantidad de sal que lo habitual, bañarlos o mojarles con frecuencia.
También se debe evitar juegos o actividades físicas en lugares expuestos al sol, seleccionar lugares frescos y ventilados y vestirlos con ropa amplia, liviana, de algodón y de color claro.
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